Tras el desmayo sufrido la tarde anterior, luego de cortar comunicación con Brendan, Amy se encontraba en su cama, siendo atendida por su mejor amiga, quien no dejaba de preguntarle una y otra vez cómo se sentía. Parecía no comprender que, cuanto más le preguntara, más le dolía la cabeza y, por ende, peor se sentía.—Toma, este es uno de los tés que me preparaba mi madre cuando era pequeña. Sirve para aumentar las defensas y el ánimo —dijo Nan, depositando una bandeja sobre las piernas de su amiga, sin importar el malhumor de esta.—No necesito ningún té, Nan. Ninguna infusión rara me ayudará con mi problema. Lo entiendes, ¿no? —preguntó, alzando una ceja.—Lo que tú necesitas es relajarte y esto te ayudará a ello.—No estoy tan segura. Lo que yo necesito es que pase todo de una buena vez. Son las diez de la mañana del sábado, y dentro de seis horas tendré que encontrarme con… con… —Suspiró—, bueno, tú ya sabes con quién. Repito, un té no me ayudará con eso.—No, pero te relajará lo s
Brendan salió de la primera reunión con el corazón desbocado. Si bien había salido todo a la perfección, a pesar de que por momento se había perdido en el transcurso de la conversación con los inversores de la cristalería, había logrado cerrar con ellos un trato millonario que ayudaría a palear las no tan sorpresivas pérdidas de la empresa. No obstante, para que aquello funcionara, debía hablar con su padre y solicitarle que cambiara a Tobias de sector, para resguardar las cuentas de The Warren’s Crystal House, ya que, algo en su interior, le decía que el hecho de que su primo formara parte del equipo de finanzas hacía que existiera un enorme agujero negro por el cual desaparecía el dinero, logrando que las ganancias fueran prácticamente nulas.Suspiró y miró la hora en su teléfono móvil, comprobando que le quedaban más de dos horas para reunirse con Amelia. Había planeado que la reunión durase hasta la hora del almuerzo, sin embargo, esta se había precipitado y allí estaba, en Dublín
Brendan no había podido probar más que dos o tres bocados del almuerzo. No era que la comida hubiese estado mal, por el contrario, sabía increíblemente bien, no obstante, su estómago se encontraba tan revuelto, por culpa de no saber qué sucedería, que sentía que, si continuaba comiendo, no haría más que botar el menú. Por lo que, luego de cuarenta minutos en el restaurante, abonó la cuenta y se encaminó hacia la calle.Durante las siguientes cinco horas que restaban para aquel encuentro, que había esperado por los últimos doce años, se dedicó a vagar por las calles, sin hacer nada más que mirar los escaparates, imaginando ver a Amy en cada esquina, a pesar de que no sabía si sería capaz de reconocerla. ¿Cuánto habría cambiado en ese tiempo? Si bien, durante la última década se habían visto en Navidad, Año Nuevo y las fiestas importantes que involucraban a ambas familias, él había decidido ausentarse de las mismas durante los últimos dos años, por lo que, no tenía ni la más remota idea
Tragó saliva y se obligó a esbozar una sonrisa.—Buenas tardes, Brendan —respondió, con un leve cabeceo—. ¿Cómo estás? —se obligó a preguntar, ya que lo que menos quería era que notara que, irremediablemente, la había afectado.Brendan asintió y le devolvió la sonrisa, con tirantez. Aquello resultaba mucho más incómodo de lo que había imaginado. Amy estaba diferente, pero era evidente que, por mucho que hubiera cambiado, seguía siendo ella a su manera y podía notar que, a pesar de querer camuflarlo, se sentía igual o más incómoda que él.—Muy bien, ¿y tú? —respondió, apartando la silla de la mesa y tomando asiento, antes de dejar su maletín a un lado.—Perfectamente. —Sonrió—. Gracias por preguntar —agregó con incomodidad.—Me alegro —asintió, sintiéndose el ser más estúpido del planeta. La tenía frente a él, después de doce años, ¿y no se le ocurría nada mejor que decir?—. Gracias por acceder a vernos.—Lo mismo puedo decir —dijo con un leve asentimiento—. ¿Quieres algo de beber? —pr
—Denise. Amor —la llamó Liam, meciéndola levemente, cuando la alarma del móvil de su esposa sonó por sexta vez consecutiva.La mujer abrió los ojos de par en par y se incorporó en la cama, sobresaltada.—¿Qué sucede? —preguntó con ojos adormilados, mientras miraba a su alrededor.—Es hora de levantarse.—¿Ya? —preguntó, ahogando un bostezo.—Ajá —asintió.—Pero hoy es domingo —refunfuñó, haciéndole espacio a Liam, quien se sentó a su lado y colocó una mano sobre su abdomen.—Lo sé, pero, si no mal recuerdo, teníamos programada una salida para hoy. Tramore Beach, ¿recuerdas? —preguntó, alzando la ceja.—Oh, tienes razón —murmuró, abriendo los ojos de par en par—. ¿Cómo demonios lo olvidé? —inquirió en voz baja, sin salir de su asombro.Llevaban toda la última semana planeando aquel viaje que a Denise le hacía una ilusión tremenda, ya que sería la primera vez que irían completamente solos para disfrutar de la playa. Desde la primera vez que había ido hacía treinta años, había quedado ma
Nancy se despertó sobresaltada, había tenido una maldita pesadilla. No sabía en qué momento se había quedado dormida, ya que su idea había sido buscar una película que había sido estrenada recientemente y que, según la crítica, era lo mejor de lo mejor; no obstante, al parecer no era más que una bazofia, dado que de lo contrario no se hubiese dormido.Estirándose y bostezando se incorporó en el sofá y observó en derredor, parpadeando repetidas veces, en un intento de localizar su teléfono móvil.Parándose de un salto, al no hallar el bendito aparato, comenzó a revolver todo el departamento de Amy. ¿Dónde diablos lo había dejado? Le había prometido a su amiga estar al tanto de sus mensajes y no solo se había quedado dormida, sino que también había perdido el bendito teléfono.Cuando ya comenzaba a desesperarse y su corazón latía desbocado, recordó qué diablos había hecho con el aparato. Agitada, y con la adrenalina al mil por ciento, se encaminó hacia el dormitorio que actualmente comp
Suspiró, pensando en su novio. Le dolía en lo más profundo que viviera en la otra punta del país y solo pudieran verse contadas veces en el año por culpa de los estudios de ambos, ya que, por ese motivo, pasaba su tiempo completamente en soledad sin nada más que hacer que dedicar sus horas al estudio, al trabajo —al cual aún no había regresado de sus vacaciones— o a las series y películas que le gustaba ver en su tiempo libre. Por supuesto, había momentos que compartía con Amy, no era como que se apartaba por completo, pero no era lo mismo. Le costaba estar sola consigo misma, porque en esos momentos la introspección se hacía presente y terminaba sufriendo más por lo que sentía.Había intentado con todas sus fuerzas seguir los consejos de su analista, no obstante, aquel sentir estaba tan arraigado a ella que le era difícil dejar de experimentarlo.Tragó saliva, mientras miraba su teléfono móvil, y se mordió el labio inferior, pensativa. Tenía que llamar a su amiga, una cosa eran sus s
La mañana en Tramore Beach se presentaba hermosa. El sol iluminaba las calles de la ciudad costera y hacía que todos los detalles brillaran como joyas pulidas. O, al menos, así era como lo apreciaba Denise, quien ese momento caminaba a paso tranquilo, tomada de la mano de marido, mientras este la observaba con embeleso; porque sí, no importaba cuántos años pasaran, cada día la amaba más que el anterior y ver su rostro maravillado e iluminado por la Golden hour, hacía que su corazón se retorciera de placer.Habían llegado el día anterior, ansiosos por dirigirse a la playa, por recorrer el lugar, por llenar sus pulmones de aquel fresco, dulce y salitroso aroma que inundaba el aire de la costa sur de Irlanda.—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Denise, tras regresar al hotel de la larga caminata.—¿Lo preguntas enserio? —La mujer asintió—. Lo que sea, mientras sea contigo —respondió, haciéndola sonreír.—Eres un viejo cursi —dijo, mirándolo con cariño.—No lo soy, simplemente te amo y m