La mañana en Tramore Beach se presentaba hermosa. El sol iluminaba las calles de la ciudad costera y hacía que todos los detalles brillaran como joyas pulidas. O, al menos, así era como lo apreciaba Denise, quien ese momento caminaba a paso tranquilo, tomada de la mano de marido, mientras este la observaba con embeleso; porque sí, no importaba cuántos años pasaran, cada día la amaba más que el anterior y ver su rostro maravillado e iluminado por la Golden hour, hacía que su corazón se retorciera de placer.Habían llegado el día anterior, ansiosos por dirigirse a la playa, por recorrer el lugar, por llenar sus pulmones de aquel fresco, dulce y salitroso aroma que inundaba el aire de la costa sur de Irlanda.—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Denise, tras regresar al hotel de la larga caminata.—¿Lo preguntas enserio? —La mujer asintió—. Lo que sea, mientras sea contigo —respondió, haciéndola sonreír.—Eres un viejo cursi —dijo, mirándolo con cariño.—No lo soy, simplemente te amo y m
Cuando Nancy despertó la mañana del domingo, lo hizo con el corazón en la boca. Le había costado muchísimo conciliar el sueño durante la noche, dado que su amiga parecía no querer dar señales de vida. No obstante, había llegado un momento en el que el cansancio la había vencido y se había sumergido en un sueño repleto de pesadillas.—¿Amy? —preguntó, con la esperanza de que su amiga hubiese regresado mientras ella dormía. Sin embargo, no obtuvo ni la más mínima respuesta. Por el contrario, el silencio parecía haberse intensificado y solo era roto por el sonido que ella producía al arrastrar los pies.A pesar de la ausencia de respuesta, se encaminó hacia la habitación a la espera de encontrarla allí, quizás, había llegado demasiado tarde y aún se encontraba durmiendo, aunque ni siquiera sabía qué hora era.No obstante, al entrar en la habitación, vio, para su desgracia, que todo se encontraba tal cual recordaba haberlo dejado la noche anterior. Sinceramente, lo que antes había tomado
Al oír a Nancy, Denise se dejó caer sobre la cama con la mirada perdida en un punto fijo, ignorando por completo los intentos de Liam por llamar su atención.—Entiendo, veré qué podemos hacer. Estamos en Tramore Beach, pero ahora mismo salimos para allí —dijo, sin demostrar ninguna expresión en su rostro. Se sentía completamente adormecida, como si le hubiesen volcado un balde de agua helada en la cabeza, en pleno enero.—¿Qué sucede? —preguntó Liam, cada vez más impaciente, obteniendo como única respuesta un gesto de la mano, pidiéndole que aguardara un momento.—Entiendo. Sí, haz lo que te diga Alahan. ¿Tienes el número de Brendan? —preguntó, alzando la mirada hacia su esposo y bajándola nuevamente un segundo después—. Bien. Llámalo y dime lo que te dice. Llamaré a los Warren. ¿Cómo que para qué? —dijo, frunciendo el ceño—. Creo que necesitan estar al tanto de la situación, teniendo en cuenta de que Brendan fue el último en verla. —Guardó silencio, escuchando atentamente a Nan—. Est
Adam caminaba impaciente de una punta a la otra de su oficina, con el móvil pegado a la oreja. ¿Qué demonios sucedía con su hijo que no le atendía el bendito teléfono? ¿En dónde demonios se había metido?Luego de hablar con Denise y escuchar lo que tenía para decirle, Adam había llamado a su hijo de inmediato sin obtener ni la más mínima respuesta. No obstante, no desistiría; lo llamaría cuántas veces fueran necesarias. Necesitaba que le dijera todo lo que supiera acerca de la supuesta desaparición de Amy, mientras en su interior rogaba porque ambos hubiesen hecho las pases y que la ausencia de respuesta de los dos muchachos se debiera a que estaban el uno en compañía del otro.Cuando comenzaba a hartarse de la ausencia de respuesta de su primogénito, y de que le entrara una y otra vez el buzón de vos, Adam oyó el sonido característico de conexión, lo cual lo alivió sobremanera.—Hola, papá —oyó que decía Brendan, arrastrando las palabras—. ¿Qué sucede?—¿Has bebido? —preguntó, frunci
A la hora de la siesta y completamente cansados y preocupados, Liam y Denise se adentraban en Dublín. Habían decidido viajar directamente desde Tramore Beach hasta la capital irlandesa, con la intención de demorarse lo menos posible y efectuar en persona la denuncia que la policía no le había querido tomar a Nan. Denise se había prometido a sí misma y a su esposo que no se movería de las dependencias de la gard hasta que le aseguraran que, no solo habían tomado su correspondiente denuncia, sino que ya mismo se estaban poniendo manos a la obra.Adam se había comunicado con ella mientras iba por la M11 camino a la capital, informándole que había hablado con el comisario a cargo de la comisaría que se encontraba en la cercanías del café en el que su hija había sido vista por última vez, y que este los esperaría para poder hablar directamente con él sin pasar por ningún cargo inferior. Su jefe y amigo le había comunicado también la vaga información que había logrado sonsacarle a su hijo,
Nancy se paseaba de una punta a la otra del departamento de Amy. Se le había formado un nudo en el estómago, la bilis se arremolinaba en la garganta y el llanto no la dejaba tranquila. Sabía que, en cierto modo, se estaba comportando de forma un tanto exagerada, pero no lo podía evitar: Amy Carter era más que su amiga, era una hermana de la vida.Pero, ¿y si le había sucedido algo malo? «No», se dijo, cortando sus pensamientos en seco. No podía permitirse pensar de ese modo. Amy estaba bien. Sí, lo estaba. ¡Tenía que estarlo!Mientras se debatía entre su lado pesimista y el lado que la tranquilizaba asegurándole que todo estaría bien, el sonido del timbre rompió el silencio en el que se encontraba sumida la vivienda, haciéndola dar un brinco del susto.Con la mano en el pecho, se acercó al intercomunicador y pulsó la opción que le permitía ver quién se encontraba en el exterior.Suspiró, un tanto más tranquila, y tras indicarles que podían entrar, tras darle a la opción correspondient
Alahan caminaba de un lado a otro de su despacho, el cual se encontraba en la primera planta de su vivienda, y que había acondicionado como tal con el fin de mejorar su rendimiento laboral. Ya que le habían dado la posibilidad de trabajar desde casa, le parecía la mejor opción, aun cuando, cada cierto tiempo, debía dirigirse al edificio en el que se congregaba la Central de Análisis Tecnológico de la Gard, para presentar unos informes en papel, cuya existencia él no entendía y que, a pesar de sus constantes argumentos sobre por qué era mejor centrarse en la tecnología para hacer acopio de la información de los casos, no desaparecería por mucho tiempo.Estaba esperando una llamada que no le hacía ni pizca de gracia, pero que sabía que era necesaria para avanzar con la investigación del caso de Amelia Carter, la mejor amiga de su hermana, y por quien, hacía años había dejado de luchar, al conocer los sentimientos de su mejor amigo hacia ella. Sí, podría haber aprovechado la ausencia de
Brendan miraba a través del ventanal de la suite del hotel como la lluvia se precipitaba sobre la ciudad como un maldito manto gris, mientras esperaba la bendita visita del comisario. Sí, podría haberse presentado por sus propios medios, pero no se sentía capaz de conducir hasta la comisaría, por lo que le había pedido a O’Neill que se acercara hasta allí.Una lágrima comenzó a rodar por su mejilla, en el mismo momento en el que un golpe en la puerta, lo hizo darse vuelta enfocando la mirada en la madera.Inspiró profundo, llenándose de valor mientras se enjugaba los ojos, y se encaminó hacia la puerta. No sabía qué debía hacer ni cómo debía comportarse, pero ser el último en verla con vida hacía que la bilis ascendiera hasta su garganta.Una vez junto a la puerta, soltó lentamente el aire que había contenido de camino hasta allí y pasó la tarjeta por el censor, antes de abrir.—Hola —saludó O’Neill.Sin embargo, Brendan lo ignoró por completo y se dedicó a observar a quien se encontr