Tragó saliva y se obligó a esbozar una sonrisa.—Buenas tardes, Brendan —respondió, con un leve cabeceo—. ¿Cómo estás? —se obligó a preguntar, ya que lo que menos quería era que notara que, irremediablemente, la había afectado.Brendan asintió y le devolvió la sonrisa, con tirantez. Aquello resultaba mucho más incómodo de lo que había imaginado. Amy estaba diferente, pero era evidente que, por mucho que hubiera cambiado, seguía siendo ella a su manera y podía notar que, a pesar de querer camuflarlo, se sentía igual o más incómoda que él.—Muy bien, ¿y tú? —respondió, apartando la silla de la mesa y tomando asiento, antes de dejar su maletín a un lado.—Perfectamente. —Sonrió—. Gracias por preguntar —agregó con incomodidad.—Me alegro —asintió, sintiéndose el ser más estúpido del planeta. La tenía frente a él, después de doce años, ¿y no se le ocurría nada mejor que decir?—. Gracias por acceder a vernos.—Lo mismo puedo decir —dijo con un leve asentimiento—. ¿Quieres algo de beber? —pr
—Denise. Amor —la llamó Liam, meciéndola levemente, cuando la alarma del móvil de su esposa sonó por sexta vez consecutiva.La mujer abrió los ojos de par en par y se incorporó en la cama, sobresaltada.—¿Qué sucede? —preguntó con ojos adormilados, mientras miraba a su alrededor.—Es hora de levantarse.—¿Ya? —preguntó, ahogando un bostezo.—Ajá —asintió.—Pero hoy es domingo —refunfuñó, haciéndole espacio a Liam, quien se sentó a su lado y colocó una mano sobre su abdomen.—Lo sé, pero, si no mal recuerdo, teníamos programada una salida para hoy. Tramore Beach, ¿recuerdas? —preguntó, alzando la ceja.—Oh, tienes razón —murmuró, abriendo los ojos de par en par—. ¿Cómo demonios lo olvidé? —inquirió en voz baja, sin salir de su asombro.Llevaban toda la última semana planeando aquel viaje que a Denise le hacía una ilusión tremenda, ya que sería la primera vez que irían completamente solos para disfrutar de la playa. Desde la primera vez que había ido hacía treinta años, había quedado ma
Nancy se despertó sobresaltada, había tenido una maldita pesadilla. No sabía en qué momento se había quedado dormida, ya que su idea había sido buscar una película que había sido estrenada recientemente y que, según la crítica, era lo mejor de lo mejor; no obstante, al parecer no era más que una bazofia, dado que de lo contrario no se hubiese dormido.Estirándose y bostezando se incorporó en el sofá y observó en derredor, parpadeando repetidas veces, en un intento de localizar su teléfono móvil.Parándose de un salto, al no hallar el bendito aparato, comenzó a revolver todo el departamento de Amy. ¿Dónde diablos lo había dejado? Le había prometido a su amiga estar al tanto de sus mensajes y no solo se había quedado dormida, sino que también había perdido el bendito teléfono.Cuando ya comenzaba a desesperarse y su corazón latía desbocado, recordó qué diablos había hecho con el aparato. Agitada, y con la adrenalina al mil por ciento, se encaminó hacia el dormitorio que actualmente comp
Suspiró, pensando en su novio. Le dolía en lo más profundo que viviera en la otra punta del país y solo pudieran verse contadas veces en el año por culpa de los estudios de ambos, ya que, por ese motivo, pasaba su tiempo completamente en soledad sin nada más que hacer que dedicar sus horas al estudio, al trabajo —al cual aún no había regresado de sus vacaciones— o a las series y películas que le gustaba ver en su tiempo libre. Por supuesto, había momentos que compartía con Amy, no era como que se apartaba por completo, pero no era lo mismo. Le costaba estar sola consigo misma, porque en esos momentos la introspección se hacía presente y terminaba sufriendo más por lo que sentía.Había intentado con todas sus fuerzas seguir los consejos de su analista, no obstante, aquel sentir estaba tan arraigado a ella que le era difícil dejar de experimentarlo.Tragó saliva, mientras miraba su teléfono móvil, y se mordió el labio inferior, pensativa. Tenía que llamar a su amiga, una cosa eran sus s
La mañana en Tramore Beach se presentaba hermosa. El sol iluminaba las calles de la ciudad costera y hacía que todos los detalles brillaran como joyas pulidas. O, al menos, así era como lo apreciaba Denise, quien ese momento caminaba a paso tranquilo, tomada de la mano de marido, mientras este la observaba con embeleso; porque sí, no importaba cuántos años pasaran, cada día la amaba más que el anterior y ver su rostro maravillado e iluminado por la Golden hour, hacía que su corazón se retorciera de placer.Habían llegado el día anterior, ansiosos por dirigirse a la playa, por recorrer el lugar, por llenar sus pulmones de aquel fresco, dulce y salitroso aroma que inundaba el aire de la costa sur de Irlanda.—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Denise, tras regresar al hotel de la larga caminata.—¿Lo preguntas enserio? —La mujer asintió—. Lo que sea, mientras sea contigo —respondió, haciéndola sonreír.—Eres un viejo cursi —dijo, mirándolo con cariño.—No lo soy, simplemente te amo y m
Cuando Nancy despertó la mañana del domingo, lo hizo con el corazón en la boca. Le había costado muchísimo conciliar el sueño durante la noche, dado que su amiga parecía no querer dar señales de vida. No obstante, había llegado un momento en el que el cansancio la había vencido y se había sumergido en un sueño repleto de pesadillas.—¿Amy? —preguntó, con la esperanza de que su amiga hubiese regresado mientras ella dormía. Sin embargo, no obtuvo ni la más mínima respuesta. Por el contrario, el silencio parecía haberse intensificado y solo era roto por el sonido que ella producía al arrastrar los pies.A pesar de la ausencia de respuesta, se encaminó hacia la habitación a la espera de encontrarla allí, quizás, había llegado demasiado tarde y aún se encontraba durmiendo, aunque ni siquiera sabía qué hora era.No obstante, al entrar en la habitación, vio, para su desgracia, que todo se encontraba tal cual recordaba haberlo dejado la noche anterior. Sinceramente, lo que antes había tomado
Al oír a Nancy, Denise se dejó caer sobre la cama con la mirada perdida en un punto fijo, ignorando por completo los intentos de Liam por llamar su atención.—Entiendo, veré qué podemos hacer. Estamos en Tramore Beach, pero ahora mismo salimos para allí —dijo, sin demostrar ninguna expresión en su rostro. Se sentía completamente adormecida, como si le hubiesen volcado un balde de agua helada en la cabeza, en pleno enero.—¿Qué sucede? —preguntó Liam, cada vez más impaciente, obteniendo como única respuesta un gesto de la mano, pidiéndole que aguardara un momento.—Entiendo. Sí, haz lo que te diga Alahan. ¿Tienes el número de Brendan? —preguntó, alzando la mirada hacia su esposo y bajándola nuevamente un segundo después—. Bien. Llámalo y dime lo que te dice. Llamaré a los Warren. ¿Cómo que para qué? —dijo, frunciendo el ceño—. Creo que necesitan estar al tanto de la situación, teniendo en cuenta de que Brendan fue el último en verla. —Guardó silencio, escuchando atentamente a Nan—. Est
Adam caminaba impaciente de una punta a la otra de su oficina, con el móvil pegado a la oreja. ¿Qué demonios sucedía con su hijo que no le atendía el bendito teléfono? ¿En dónde demonios se había metido?Luego de hablar con Denise y escuchar lo que tenía para decirle, Adam había llamado a su hijo de inmediato sin obtener ni la más mínima respuesta. No obstante, no desistiría; lo llamaría cuántas veces fueran necesarias. Necesitaba que le dijera todo lo que supiera acerca de la supuesta desaparición de Amy, mientras en su interior rogaba porque ambos hubiesen hecho las pases y que la ausencia de respuesta de los dos muchachos se debiera a que estaban el uno en compañía del otro.Cuando comenzaba a hartarse de la ausencia de respuesta de su primogénito, y de que le entrara una y otra vez el buzón de vos, Adam oyó el sonido característico de conexión, lo cual lo alivió sobremanera.—Hola, papá —oyó que decía Brendan, arrastrando las palabras—. ¿Qué sucede?—¿Has bebido? —preguntó, frunci