Mía corría con Javier en sus brazos, el pequeño clamaba por su madre que había quedado rezagada. De repente, sintió un golpe brutal en la pierna, como si una fuerza invisible la hubiera golpeado. Pero no soltó al niño, lo protegió con su propio cuerpo mientras era acogida por los brazos de los guardias que habían acudido a su encuentro.En medio del caos, su voz se elevó con una frialdad que dejó a todos asombrados. Era como si el propio Fenicio estuviera dando órdenes.—¡Cubran a Sofía…! ¡Alerten a todos...! ¡Llamen a Fenicio! ¡Y atrapen a ese francotirador! Sus palabras eran claras y precisas, cada una pronunciada con una determinación inquebrantable. A pesar del dolor y el miedo, Mía se mantuvo firme, su instinto protector y su formación como guardia la mantenían en pie, luchando por proteger a los suyos. Los guardias se movieron rápidamente, siguiendo sus instrucciones mientras intentaban localizar al francotirador. Mía, a pesar de la herida en su pierna, se mantuvo firme, prot
César con Javier en sus brazos siguió al Sir hasta el despacho donde el mayordomo se apresuró a buscar algo en la computadora en lo que el Sir tomó la palabra.—Quiero mostrarte a nuestro peor enemigo —dijo con la voz muy seria mirando a Elvira, que de pie ante una temblorosa Sofía, guardaba silencio asustada. —Ese que ves ahí, es mi primo lejano por parte de mi padre. Lord Henry Cavendish. César miró la imagen de cerca y luego giró la cabeza para su esposa que bajó la suya mordiéndose el labio. Para volver a poner toda su atención en su padre.—¿Por qué dices eso? ¿Qué tiene en contra nuestra? ¿Es él quien quiso asesinar a mi hijo? El Sir, con una expresión severa en su rostro, asintió lentamente hacia César. Miró la imagen del anciano en la pantalla y continuó.—Sí, él es el responsable —confirmó. —Lord Henry Cavendish ha sido un dolor de cabeza para nuestra familia durante años. Y sí, temo que fue él quien intentó asesinar a tu hijo. César con Javier, aún en sus brazos, parecía
Sofía tragó con dificultad, sus ojos buscando los de César. Había un miedo evidente en su mirada, pero también una determinación que no había estado allí antes. Parecía que estaba reuniendo todo su valor, preparándose para enfrentar una realidad que sabía que cambiaría todo. Después de un momento de silencio, finalmente habló.—¿Me crees si te digo que no tenía ni idea de que ese viejo era Lord Henry Cavendish? César la miró, sus ojos nunca apartándose de los de ella. No había duda ni desconfianza en su voz cuando respondió. —Sí —dijo simplemente, a estas alturas creía cualquier cosa —. ¿Por qué no voy a creerte? Sé que me guardas muchos secretos, pero no a propósito. Más bien pienso que no sabes lo peligrosos que eran, o quizás no sabías que eran realidad. ¿Cuál de las dos cosas es? Las palabras colgaban en el aire entre ellos, una pregunta que necesitaba una respuesta. Sofía tomó una respiración profunda, preparándose para revelar la verdad que había estado ocultando. Sofía respo
A medida que César y Fenicio se adentraban en la búsqueda de Lord Henry Cavendish, el peso de los secretos revelados eran otra pieza más del rompecabeza que lo había seguido toda su vida. De a poco comenzaba a entender muchas cosas que escuchaba y se presentaban desde que era un niño y que Bee le revelaba. Lord Henry Cavendish, el enemigo oculto que acechaba en las sombras, había dejado una estela de deshonra y dolor a su paso. Aunque pertenecía a la familia Cavendish, era considerado la oveja negra, el paria que avergonzaba a sus parientes con sus constantes escándalos y engaños. Lord Henry, hijo de un primo de Sir Cavendish, había sido objeto de vergüenza para su familia debido a su comportamiento deshonroso. Había seducido y manipulado a numerosas señoritas, engañándolas con sus encantadoras palabras. Como consecuencia, su padre había tomado la drástica decisión de casarlo con Lady Carolina, la última víctima de sus conquistas antes de Lady Lorena. Con la amenaza de ser desher
Sofía se quedó en la puerta de su habitación, sintiendo una mezcla de emociones abrumadoras. Por un lado, estaba el amor y la confianza que había construido con César durante este tiempo. Él siempre le había hablado con la verdad y había demostrado ser un esposo cariñoso y protector. Por otro lado, estaban las advertencias que le había hecho el guardia. Observó a César entrar y cargar al pequeño Javier y entregarle unos papeles. La escena parecía tan perfecta, como sacada de un cuento de hadas. Él se acercó, y cerró la puerta con una sonrisa en su rostro, pero ella notó una ligera tensión en sus ojos.—Acabo de convertirme en Sir César Alexander Cavendish y este pequeño en mi heredero Javier Alexander Cavendish, y tú en Lady Sofía Cavendish —dijo César con voz suave pero firme.Sofía sintió cómo su corazón se aceleraba. La idea de convertirse en Lady Sofía Cavendish y ser parte de una familia noble era emocionante. Pero también había una voz interior que le recordaba las advertenci
Todos estaban realmente impresionados. Sir Alexander sonriente los invitó a acompañarlo mientras les explicaba.—Este es mi centro de operaciones. Como sabes hijo, la fortuna de los Cavendish es inmensa. Cuando mi padre enfermó yo era joven todavía, había descubierto que mi esposa Victoria, colaboraba con otros para arrebatarme todo. Contraté a mi mayordomo que es experto en tecnología y que me ha sido muy fiel durante todo estos años. Esto que ven es obra de él, aun a pesar de encontrarme en coma por tantos años, mantuvo el trabajo y cuidó de toda la fortuna hasta ahora César y Fenicio escuchaban atentamente las explicaciones de Sir Alexander, impresionados con la avanzada tecnología y el centro de operaciones oculto.—Es increíble todo lo que has logrado aquí, padre —dijo César—. Y muy inteligente haber contado con la lealtad de tu mayordomo todos estos años para proteger tus intereses.—Así es, hijo. Él ha sido fundamental, manteniendo todo funcionando en las sombras mientras yo
Todos en la casa de César habían observado el documental que le habían encargado realizar a Matías. Estaban realmente satisfechos de cómo lo había planteado. Éste se había quedado impresionado al ver la llamada de atención de César y había acudido al momento. Luego de disculparse varias veces con él y de asegurar que Teresa Vivaldi era quien lo había puesto a hacerlo, sin dejar de asumir su culpa. Le aseguró que haría todo lo que le había solicitado con la mayor profesionalidad y lo había cumplido.—Es bueno el condenado —dijo Fenicio al lado de César.—Sí que lo es. Esperemos que de ahora en adelante no se deje manipular por nadie más. ¿Crees que lo vio Lord Henry? —preguntó César.—Seguro, el noticiero de Matías es el de mayor audiencia en Capitalia —respondió Fenicio.En ese momento fueron interrumpidos por la presencia de Carlos. Casi se habían olvidado de que lo habían vuelto a emplear en los servicios. Fenicio se puso de pie y fue a su encuentro.—¿Qué haces aquí, Carlos? —preg
César se retiró a su habitación después de discutir todos los detalles con Fenicio. Le pidió a Carlos que mantuviera vigilado al nuevo guardia y que hiciera creer a Delia que cumpliría con su petición. A partir del día siguiente, Carlos se encargaría de ayudar a Sofía y a Elvira a arreglar el jardín de la mansión del Sir, que para Elvira parecía tenebroso y deseaba llenar de flores. Elvira se propuso transformar la extraña y misteriosa mansión del Sir en un hogar lleno de amor y luz. Sin desechar nada de su interior, decidió darle vida. Comenzó llenando cada rincón con colores vibrantes y retratos que contaban historias de felicidad. Ordenó abrir las cortinas y las ventanas, dejando que la luz del sol inundara cada habitación. Con cada pincelada de color y cada flor que plantaba en el jardín, Elvira sentía cómo la mansión cobraba vida. Los oscuros pasillos se iluminaban con la alegría que emanaba de su corazón. Las sombras se disipaban y eran reemplazadas por una cálida luminosidad