A medida que César y Fenicio se adentraban en la búsqueda de Lord Henry Cavendish, el peso de los secretos revelados eran otra pieza más del rompecabeza que lo había seguido toda su vida. De a poco comenzaba a entender muchas cosas que escuchaba y se presentaban desde que era un niño y que Bee le revelaba. Lord Henry Cavendish, el enemigo oculto que acechaba en las sombras, había dejado una estela de deshonra y dolor a su paso. Aunque pertenecía a la familia Cavendish, era considerado la oveja negra, el paria que avergonzaba a sus parientes con sus constantes escándalos y engaños. Lord Henry, hijo de un primo de Sir Cavendish, había sido objeto de vergüenza para su familia debido a su comportamiento deshonroso. Había seducido y manipulado a numerosas señoritas, engañándolas con sus encantadoras palabras. Como consecuencia, su padre había tomado la drástica decisión de casarlo con Lady Carolina, la última víctima de sus conquistas antes de Lady Lorena. Con la amenaza de ser desher
Sofía se quedó en la puerta de su habitación, sintiendo una mezcla de emociones abrumadoras. Por un lado, estaba el amor y la confianza que había construido con César durante este tiempo. Él siempre le había hablado con la verdad y había demostrado ser un esposo cariñoso y protector. Por otro lado, estaban las advertencias que le había hecho el guardia. Observó a César entrar y cargar al pequeño Javier y entregarle unos papeles. La escena parecía tan perfecta, como sacada de un cuento de hadas. Él se acercó, y cerró la puerta con una sonrisa en su rostro, pero ella notó una ligera tensión en sus ojos.—Acabo de convertirme en Sir César Alexander Cavendish y este pequeño en mi heredero Javier Alexander Cavendish, y tú en Lady Sofía Cavendish —dijo César con voz suave pero firme.Sofía sintió cómo su corazón se aceleraba. La idea de convertirse en Lady Sofía Cavendish y ser parte de una familia noble era emocionante. Pero también había una voz interior que le recordaba las advertenci
Todos estaban realmente impresionados. Sir Alexander sonriente los invitó a acompañarlo mientras les explicaba.—Este es mi centro de operaciones. Como sabes hijo, la fortuna de los Cavendish es inmensa. Cuando mi padre enfermó yo era joven todavía, había descubierto que mi esposa Victoria, colaboraba con otros para arrebatarme todo. Contraté a mi mayordomo que es experto en tecnología y que me ha sido muy fiel durante todo estos años. Esto que ven es obra de él, aun a pesar de encontrarme en coma por tantos años, mantuvo el trabajo y cuidó de toda la fortuna hasta ahora César y Fenicio escuchaban atentamente las explicaciones de Sir Alexander, impresionados con la avanzada tecnología y el centro de operaciones oculto.—Es increíble todo lo que has logrado aquí, padre —dijo César—. Y muy inteligente haber contado con la lealtad de tu mayordomo todos estos años para proteger tus intereses.—Así es, hijo. Él ha sido fundamental, manteniendo todo funcionando en las sombras mientras yo
Todos en la casa de César habían observado el documental que le habían encargado realizar a Matías. Estaban realmente satisfechos de cómo lo había planteado. Éste se había quedado impresionado al ver la llamada de atención de César y había acudido al momento. Luego de disculparse varias veces con él y de asegurar que Teresa Vivaldi era quien lo había puesto a hacerlo, sin dejar de asumir su culpa. Le aseguró que haría todo lo que le había solicitado con la mayor profesionalidad y lo había cumplido.—Es bueno el condenado —dijo Fenicio al lado de César.—Sí que lo es. Esperemos que de ahora en adelante no se deje manipular por nadie más. ¿Crees que lo vio Lord Henry? —preguntó César.—Seguro, el noticiero de Matías es el de mayor audiencia en Capitalia —respondió Fenicio.En ese momento fueron interrumpidos por la presencia de Carlos. Casi se habían olvidado de que lo habían vuelto a emplear en los servicios. Fenicio se puso de pie y fue a su encuentro.—¿Qué haces aquí, Carlos? —preg
César se retiró a su habitación después de discutir todos los detalles con Fenicio. Le pidió a Carlos que mantuviera vigilado al nuevo guardia y que hiciera creer a Delia que cumpliría con su petición. A partir del día siguiente, Carlos se encargaría de ayudar a Sofía y a Elvira a arreglar el jardín de la mansión del Sir, que para Elvira parecía tenebroso y deseaba llenar de flores. Elvira se propuso transformar la extraña y misteriosa mansión del Sir en un hogar lleno de amor y luz. Sin desechar nada de su interior, decidió darle vida. Comenzó llenando cada rincón con colores vibrantes y retratos que contaban historias de felicidad. Ordenó abrir las cortinas y las ventanas, dejando que la luz del sol inundara cada habitación. Con cada pincelada de color y cada flor que plantaba en el jardín, Elvira sentía cómo la mansión cobraba vida. Los oscuros pasillos se iluminaban con la alegría que emanaba de su corazón. Las sombras se disipaban y eran reemplazadas por una cálida luminosidad
El Sir, al escuchar la pregunta de su único hijo, notó un deje de temor en su voz y se detuvo, girándose hacia él. Sin pensarlo dos veces, lo abrazó, dejando a César sorprendido y sin saber cómo reaccionar. Aunque temía por la vida de su hijo y esposa, en ese momento su padre lo abrazaba como si fuera un niño asustado.—Estás a salvo aquí, hijo mío—, dijo el Sir sin dejar de abrazarlo, como si necesitara sentir eso, más por el miedo que él mismo había experimentado que por el que pudiera tener su hijo. —Nunca más permitiré que corras peligro como hoy, te doy mi palabra de honor.—Padre...—, alcanzó a decir César.—Sí, soy tu padre que estuvo ausente toda mi vida, por eso no puedo permitirme ahora, que te he encontrado, no asumir mi papel como debí hacer desde que naciste—, continuó el Sir. Separándose de César, se dirigió al mayordomo. —Llévalos a las habitaciones que mandé a arreglar especialmente para ellos. Mi nieto está muy asustado, descansen. Mañana analizaremos todo. César y
Cuando todos se levantaron al otro día, había un ambiente de prisas y preparaciones. La vieja mansión, con su estilo renacentista y que la señora Elvira había ido llenando de luz y color en los días anteriores, había cambiado de pronto en una sola noche. Las grandes y pesadas cortinas, que impedían que entrara la luz, estaban todas abiertas, dejando que el sol lo inundara todo y revelando los increíbles y antiguos muebles que mantenían el esplendor de su grandeza en aquella época. Cada lámpara dorada de araña que colgaba del techo estaba iluminada. Los sirvientes se movían presurosos. El mayordomo, con su impecable uniforme negro y su porte distinguido, dirigía a los sirvientes con voz firme. En la cocina, los chefs trabajaban diligentemente, preparando platos exquisitos. El olor a café recién hecho se mezclaba con el aroma de pan recién horneado. En cada rincón de la mansión, se podía sentir la anticipación y el esfuerzo por crear una experiencia memorable. A medida que avanzab
Después de disfrutar del hermoso desayuno preparado por Sir Alexander Cavendish para su familia, su felicidad era tan abrumadora que no quería separarse de sus seres queridos. Al levantarse de la mesa, decidió hacer otro anuncio.—Hoy nadie trabajará. Les mostraré toda la propiedad. Mi nieto —dirigió su mirada hacia el pequeño Javier—, ¿te gustaría tener un caballo? Vamos a elegir uno que te encante. César al escucharlo miró el susto en Sofía, se levantó rápidamente y se dirigió a su padre.—Padre, entiendo que estés feliz y nosotros también, pero ¿no crees que es demasiado arriesgado para mi pequeño hijo? —preguntó realmente preocupado, lo que no esperó la respuesta de su padre. Sir Alexander sonrió con confianza. Podía ver la preocupación y temor en la mirada de César debido a su inexperiencia en ese sector.—No te preocupes, hijo. Ven con nosotros también. Como mi heredero y Sir que eres, es imperdonable que no sepas montar a caballo. Vayan a cambiar de ropa. El mayordomo ya las