Todo estaba saliendo según lo planeado por López. Su padrino los recibió con los certificados de matrimonio, aunque aún no estaban completos. El señor López nunca imaginó que sería tan feliz al volver a casarse. Su alegría era tanta que abrazó a Sofía después de que ella aceptara temblorosa, con inmensa satisfacción y felicidad, al sentir que la había hecho suya para toda la vida. Sin embargo, jamás esperó lo que sucedió al llegar a la oficina de su padrino, quien se mostró inusualmente serio y frío.—¿Sucede algo, padrino? —preguntó López preocupado.—Solo necesito hacerle unas preguntas a tu prometida antes de llenar los certificados de matrimonio —respondió el padrino.—Sí, claro, las que quieras. No me mires así, padrino, no la estoy obligando a nada —dijo al ver la mirada de recelo del padrino—. Sí, es mi asistente, y no me caso con ella por mamá... bueno, técnicamente sí. Pero la amo de verdad y ella a mí. Solo lo adelantamos un poco para evitar las citas a ciegas, ¿verdad, Sofi
Habían permanecido en silencio durante todo el trayecto a casa en el auto de Fenicio, rodeado de una gran cantidad de guardaespaldas. Al llegar, Sofía corrió a ver a su hijo, que dormía plácidamente en medio de una enorme cama, en medio de almohadas y juguetes. Se sentó a su lado con lágrimas en los ojos. —Perdóname, bebé, perdóname —susurró besando su frente. Sofía se dirigió decidida a la habitación matrimonial. Iba a confesarle toda la verdad a López. Mientras caminaba por el largo pasillo, se detuvo a contemplar extasiada un hermoso retrato que parecía de ella. Luego siguió mirando las fotos hasta toparse con una de Javier López. —¿Por qué tuviste que hacer eso, eh? ¿No podías conformarte con lo que tenías?— murmuró para sí. —¿Sofí? —la interrumpió López, haciéndola sobresaltar —¿Le hablabas a mi abuelo? —Pensé que era tu padre —respondió Sofía. —No, ese es mi abuelo. Ven, este es mi padre y ella mi madre. Ya sé, no me parezco a ellos. —Pareces hijo de tu abuelo y no de tu p
Después de ver salir a Sofía y el señor López de la empresa. Mía aterrada llamó a un detective que le estaba averiguando dónde era que Delia escondía a su pobre madre. Para su alegría había logrado encontrarla. Salió disparada para el lugar sin pensarlo y sin un plan en mente, solo tenía claro que debían alejarse de Delia. Mía había logrado infiltrarse disfrazada en el hospital psiquiátrico donde estaba recluida su madre. Logró sacar a la pobre mujer y llegar con ella hasta una parada de autobuses. Pero no pasaba ningún taxi, y su madre estaba muy débil. Por precaución, se escondieron entre unos arbustos al reconocer el auto de su media hermana. Le habían avisado que la señora Azucena había desaparecido sin dejar rastros. Mía abrazó protectoramente a su madre mientras el auto pasaba lentamente, escudriñando los alrededores. Contuvo la respiración, rezando para que no las descubrieran. No permitiría que la volvieran a encerrar en ese horrible lugar ni que la siguiera amenazando con
Cuando López y Sofía abrieron los ojos la siguiente mañana, se encontraron abrazados y se miraron con sonrisas radiantes en sus rostros. Sentían una profunda felicidad por estar juntos y disfrutar de ese momento especial. Sin embargo, la tranquilidad se vio interrumpida cuando Sofía salió corriendo de la habitación en busca de su pequeño hijo, quien no estaba en su enorme lecho. El pánico se apoderó de ella mientras buscaba desesperadamente en cada rincón de la habitación, pero no encontró rastro alguno de su hijo. Presionada por la angustia, Sofía salió corriendo del cuarto y se dirigió hacia donde estaba López. Sin embargo, en el camino, unas risas alegres conocidas llamaron su atención. Intrigada, se asomó desde la segunda planta para ver de dónde provenían esos sonidos y su corazón se llenó de felicidad, al descubrir la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Su hijo corría, riendo felizmente, mientras la señora Elvira, lo perseguía con un enorme muñeco en las manos.
López se encontraba en una encrucijada emocional. Por un lado, temía ser el hombre que Sofía había encontrado en ese lugar terrible, aquel que la había obligado a hacer cosas bajo los efectos de una droga. Sentía un profundo remordimiento y culpa al pensar que él podría ser el causante de todo el sufrimiento que veía reflejado en el rostro de ella. Sin embargo, al mismo tiempo, López deseaba con todas sus fuerzas ser el verdadero padre de Javier y el único hombre en la vida de su esposa. Sentía un amor inmenso por ambos y anhelaba formar una familia con Sofía, criar juntos a su hijo. La idea de ser el padre biológico de Javier le llenaba de alegría y esperanza. Estos sentimientos contradictorios sumergían a López en una confusión abrumadora. Por un lado, temía enfrentar la responsabilidad y las consecuencias de sus acciones pasadas. No quería ser el causante de más dolor para Sofía. Pero al mismo tiempo, sentía un amor profundo y un deseo genuino de formar una familia con ella y Ja
Fenicio, se encontraba desesperado por encontrar respuestas a los misterios que rodeaban a López. Tras el último descubrimiento sobre Sofía, decidió buscar ayuda donde sabía que podría encontrarla. No podía dejar que pasara el tiempo ni que avanzaran los misterios sin resolver. Después de cientos de negativas, Fenicio finalmente se decidió a buscar personalmente a Beatriz "Bee" Martínez, una excelente hacker de avanzada edad que se había retirado de la empresa anterior de López y que lo ayudaba de vez en cuando. Bee había abandonado su trabajo luego de un descuido imperdonable en el que dejó unos diseños confidenciales sobre su buró y Delia los había robado. A pesar de los constantes intentos de persuasión para que trabajara para López, Bee se negaba rotundamente. Con la determinación de obtener respuestas y resolver los misterios que acosaban a López y a él mismo. Fenicio se detuvo frente a la pequeña casa de Bee. La vivienda estaba rodeada de enredaderas, plantas y flores que le
Teresa Vivaldi observaba con satisfacción al hombre que tenía delante de ella mientras quemaba una de las pruebas de paternidad que le había entregado. Le entregó un fajo de billetes y éste se marchó sin decir una palabra. Teresa se regocijaba, esta vez no podía fallar. Convencida de que había encontrado la forma perfecta de deshacerse de Sofía, se sentía segura en sus acciones. Estaba convencida de que la señora Elvira, se pondría de su lado una vez que supiera la verdad sobre Javier. El siguiente paso era hacer llegar dichos resultados a Elvira, que de seguro la llamaría al momento insultada. Estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para lograr su objetivo, debía demostrarle a López que Sofía no era la mujer perfecta que él creía, sino ella. Teresa comenzó a trazar su plan para revelar la verdad sobre Javier. Sin embargo, no podía evitar sentir una pequeña punzada de duda en su interior. ¿Actuaría Elvira como ella esperaba? Sabía que estaba desesperada por casar a López, ¿y si
Fenicio y López quedaron atónitos ante la revelación de Bee. La situación se volvía cada vez más intrigante y confusa. ¿Cómo es posible que existieran tres resultados positivos? ¿Quién era el padre biológico de Javier? —¡Eso es imposible! —dijo López, con la voz llena de incredulidad y un gran dolor en su pecho. —¡Javier es mío! ¡Es casi mi clon, lo acabas de decir Fenicio! ¿Quién puede ser mi enemigo que quiere destruirme hasta en eso? Fenicio estaba tan sorprendido como López, y como él también estaba convencido que Javier era hijo de su jefe. —Bee, ¿estás segura de eso? —preguntó. —¿Sabes quiénes son los demás padres que lo reclaman? Bee suspiró al otro lado de la línea antes de responder. En lo que buscaba todas las pruebas posibles a gran velocidad en sus computadoras.—No lo sé con certeza aún, pero esto se está poniendo cada vez más complicado. Parece que alguien ha manipulado los resultados de las pruebas de paternidad para sembrar confusión por ser el hijo de la que ello