Fenicio y López quedaron atónitos ante la revelación de Bee. La situación se volvía cada vez más intrigante y confusa. ¿Cómo es posible que existieran tres resultados positivos? ¿Quién era el padre biológico de Javier? —¡Eso es imposible! —dijo López, con la voz llena de incredulidad y un gran dolor en su pecho. —¡Javier es mío! ¡Es casi mi clon, lo acabas de decir Fenicio! ¿Quién puede ser mi enemigo que quiere destruirme hasta en eso? Fenicio estaba tan sorprendido como López, y como él también estaba convencido que Javier era hijo de su jefe. —Bee, ¿estás segura de eso? —preguntó. —¿Sabes quiénes son los demás padres que lo reclaman? Bee suspiró al otro lado de la línea antes de responder. En lo que buscaba todas las pruebas posibles a gran velocidad en sus computadoras.—No lo sé con certeza aún, pero esto se está poniendo cada vez más complicado. Parece que alguien ha manipulado los resultados de las pruebas de paternidad para sembrar confusión por ser el hijo de la que ello
Bee estuvo de acuerdo, entendiendo la importancia de manejar la complicada situación. Fenicio y César confiaban en sus habilidades para descubrir más sobre todo el asunto y no los iba a defraudar.—Pero Bee, la prioridad es saber lo primero que te pedí, de ello dependen muchas cosas.—De acuerdo, César. Me enfocaré en eso y te enviaré los verdaderos resultados de la prueba que mandaste hacer. Cuida a ese niño, sin importar si es tuyo o no. Si amas a Sofía, no permitas que la extorsionen con ese bebé —aconsejó Bee antes de colgar, sumergiéndose en una búsqueda frenética para desentrañar todos los misterios que rodeaban a César López. Estaba convencida de que esto no era solo un juego de celos entre hombres y mujeres luchando por sus parejas. Su instinto le decía que había algo o alguien más detrás de todo esto, y ella no era alguien que se quedaba con una duda sin resolver. Fenicio recibió una llamada justo después de terminar su conversación con Bee. Frunció el ceño al ver quié
La revelación dejó a Sofía en silencio. Era extraño que nadie le hubiera hablado de su abuela a él. Para López, ahora muchas piezas parecían encajar. La similitud entre Sofía y la mujer del retrato, el hecho de que el retrato estuviera al lado del abuelo... Todo apuntaba a que la mujer del retrato era alguien que imitaba a Elvira, sino era la abuela que nunca conoció, ¿quién era esa enigmática señora y por qué estaba al lado de su abuelo? Sofía se quedó observándola como si se reconociera en ella y al mismo tiempo no. ¿Serían familia ella y López? Ese solo pensamiento hizo que se alejara de él asustada. Pero recordó algo que dijo su suegra. —César, ella no es tu abuela —dijo sin dejar de ver al retrato. —¿Cómo lo sabes? —preguntó López. —Tu mamá acaba de decir que ella la imitaba en todo, que decían que parecían gemelas. Eso era cierto, pensó López con un sentimiento de desconcierto. Había crecido creyendo que la mujer era su madre, luego pensó que podía ser su abuela, pero aho
Sofía asintió y para tranquilidad de López, vio como lo sacaba de su bolsillo y lo dejaba junto al suyo que también permanecía apagado en una mesa. Ella había experimentado un increíble cambio en su personalidad después de aceptar a López. Era como si al saber que ya nunca más estaría sola en el mundo, la hubiera liberado de las ataduras que la hacían querer ser invisible para todos. López había insistido que le contara cada detalle de lo que había sucedido aquella noche infernal.—¿Para qué quieres que recuerde eso César? —se negaba ella.—Sofi, sé que es doloroso para ti, pero te juro por Dios que yo solo me acuerdo de tu perfume. Si me dices lo que te hice, puede que me reconozca en esa manera y así mi miedo de no ser yo el que te hizo eso se me pase. Por favor Sofi, ¿qué fue eso tan terrible que te hice? Sofía lo miró fijamente a sus limpios ojos y comprendió que no fingía ni mentía cuando decía que no recordaba nada. ¿Quién pudo hacerle eso a César López? Estaba segura que ella
La señora Elvira López sostenía un pañuelo de encaje blanco, sus dedos lo apretaban con tanta fuerza que el color de su piel se tornaba pálido. Sus ojos, ahora bordeados por arrugas que denotaban su edad y sus años de experiencia, estaban fijos en la fotografía. Victoria, con su cabello rubio como el oro, y una sonrisa que parecía iluminar hasta el rincón más oscuro, parecía estar viva en ese marco de plata mirándola con burla. Victoria era la hija menor de los Belmonte, una familia aristocrática que había caído en desgracia tras la muerte del patriarca. A diferencia de sus hermanos mayores, no había conocido la opulencia y el lujo. Cuando su padre murió, ella era apenas una niña y pronto se encontró asistiendo a la misma escuela que Elvira, una niña de la clase media. Era extrovertida por naturaleza, una chispa vibrante en medio de la monotonía. Siempre buscaba sobresalir, ya fuera en los estudios, en los deportes o en cualquier actividad que se propusiera. Su energía parecía inag
Sofía había experimentado un increíble cambio en su personalidad después de abrirse a López y contarle todo lo sucedido esa noche. Había sido como si se hubiese liberado de un gran peso que le impedía ser realmente como era. De su timidez y manera esquiva de evitar sostener la mirada de los demás, queriendo pasar desapercibida, como si deseara volverse invisible, no quedaba casi nada. Ahora, miraba curiosa y más segura a su alrededor, absorbiendo cada detalle del entorno con asombro y gratitud. La confianza se reflejaba en su mirada, como si hubiera encontrado su lugar en el mundo y se sintiera plena y amada. La señora Elvira se había dado cuenta de que su nuera tenía un desconocimiento total de lo que era la moda y todo lo demás. No encontraba en ella un ápice de su progenitora, era una chica muy dulce y obediente. Y estaba empeñada en hacerla florecer.—Sofi cariño, ven acá, tu cabello es hermoso, porque lo ocultas en ese raro moño que te hace, no, no, no, señorita. Debes luc
La señora Elvira se había hecho cargo de Javier, se lo llevó a dormir con ella en la planta baja, dejando toda la segunda para ellos. Sofía en los brazos de su esposo sentía que no quería salir de ellos. Se asombró de ver que no se dirigieron a la habitación que habían compartido hasta ahora. López con ella en sus brazos avanzó hasta el final del pasillo, y con delicadeza abrió la puerta. La habitación era un sueño hecho realidad, un santuario de amor y romance perfectamente diseñado para la primera noche de luna de miel. La puerta se abría a un espacio generoso y elegante, bañado en una cálida luz dorada que emanaba de las lámparas de cristal colgadas en el techo alto. El foco principal era una cama de matrimonio, adornada con finas sábanas de seda blanca y una manta de cachemira. Los cojines de terciopelo se apilaban en el cabecero, invitando a los recién casados a sumergirse en su suavidad. Un dosel de tul blanco caía desde el techo, rodeando la cama en un halo etéreo, añadiendo
El primer rayo de luz del día se filtró por la ventana, bañando la habitación en tonos dorados. César y Sofía yacían enredados en las sábanas, sus cuerpos desnudos aún resonando con el eco de su amor compartido. Habían atravesado la oscuridad juntos, habían enfrentado los fantasmas del pasado y ahora, en la tranquilidad del amanecer, se encontraban en un lugar de paz y entendimiento. César abrió los ojos lentamente, su mirada encontró a Sofía, su rostro sereno y relajado en el sueño. La observó con una mezcla de asombro y gratitud. A pesar de todo lo que había pasado, ella estaba aquí, a su lado, dispuesta a enfrentar el futuro juntos. Con delicadeza, apartó un mechón de pelo de su rostro, permitiéndose un momento para admirarla. Sofía era su faro en la tormenta, la luz que lo guiaba a través de la oscuridad. Y ahora, a medida que el sol comenzaba a elevarse, prometiendo un nuevo día lleno de posibilidades, César sintió una renovada determinación. Sofía despertó con la caricia sua