Me gustaría conocer tu opinión. Déjame un mensaje si te gusta la trama o no. Es muy importante para mí.
Sofía asintió y para tranquilidad de López, vio como lo sacaba de su bolsillo y lo dejaba junto al suyo que también permanecía apagado en una mesa. Ella había experimentado un increíble cambio en su personalidad después de aceptar a López. Era como si al saber que ya nunca más estaría sola en el mundo, la hubiera liberado de las ataduras que la hacían querer ser invisible para todos. López había insistido que le contara cada detalle de lo que había sucedido aquella noche infernal.—¿Para qué quieres que recuerde eso César? —se negaba ella.—Sofi, sé que es doloroso para ti, pero te juro por Dios que yo solo me acuerdo de tu perfume. Si me dices lo que te hice, puede que me reconozca en esa manera y así mi miedo de no ser yo el que te hizo eso se me pase. Por favor Sofi, ¿qué fue eso tan terrible que te hice? Sofía lo miró fijamente a sus limpios ojos y comprendió que no fingía ni mentía cuando decía que no recordaba nada. ¿Quién pudo hacerle eso a César López? Estaba segura que ella
La señora Elvira López sostenía un pañuelo de encaje blanco, sus dedos lo apretaban con tanta fuerza que el color de su piel se tornaba pálido. Sus ojos, ahora bordeados por arrugas que denotaban su edad y sus años de experiencia, estaban fijos en la fotografía. Victoria, con su cabello rubio como el oro, y una sonrisa que parecía iluminar hasta el rincón más oscuro, parecía estar viva en ese marco de plata mirándola con burla. Victoria era la hija menor de los Belmonte, una familia aristocrática que había caído en desgracia tras la muerte del patriarca. A diferencia de sus hermanos mayores, no había conocido la opulencia y el lujo. Cuando su padre murió, ella era apenas una niña y pronto se encontró asistiendo a la misma escuela que Elvira, una niña de la clase media. Era extrovertida por naturaleza, una chispa vibrante en medio de la monotonía. Siempre buscaba sobresalir, ya fuera en los estudios, en los deportes o en cualquier actividad que se propusiera. Su energía parecía inag
Sofía había experimentado un increíble cambio en su personalidad después de abrirse a López y contarle todo lo sucedido esa noche. Había sido como si se hubiese liberado de un gran peso que le impedía ser realmente como era. De su timidez y manera esquiva de evitar sostener la mirada de los demás, queriendo pasar desapercibida, como si deseara volverse invisible, no quedaba casi nada. Ahora, miraba curiosa y más segura a su alrededor, absorbiendo cada detalle del entorno con asombro y gratitud. La confianza se reflejaba en su mirada, como si hubiera encontrado su lugar en el mundo y se sintiera plena y amada. La señora Elvira se había dado cuenta de que su nuera tenía un desconocimiento total de lo que era la moda y todo lo demás. No encontraba en ella un ápice de su progenitora, era una chica muy dulce y obediente. Y estaba empeñada en hacerla florecer.—Sofi cariño, ven acá, tu cabello es hermoso, porque lo ocultas en ese raro moño que te hace, no, no, no, señorita. Debes luc
La señora Elvira se había hecho cargo de Javier, se lo llevó a dormir con ella en la planta baja, dejando toda la segunda para ellos. Sofía en los brazos de su esposo sentía que no quería salir de ellos. Se asombró de ver que no se dirigieron a la habitación que habían compartido hasta ahora. López con ella en sus brazos avanzó hasta el final del pasillo, y con delicadeza abrió la puerta. La habitación era un sueño hecho realidad, un santuario de amor y romance perfectamente diseñado para la primera noche de luna de miel. La puerta se abría a un espacio generoso y elegante, bañado en una cálida luz dorada que emanaba de las lámparas de cristal colgadas en el techo alto. El foco principal era una cama de matrimonio, adornada con finas sábanas de seda blanca y una manta de cachemira. Los cojines de terciopelo se apilaban en el cabecero, invitando a los recién casados a sumergirse en su suavidad. Un dosel de tul blanco caía desde el techo, rodeando la cama en un halo etéreo, añadiendo
El primer rayo de luz del día se filtró por la ventana, bañando la habitación en tonos dorados. César y Sofía yacían enredados en las sábanas, sus cuerpos desnudos aún resonando con el eco de su amor compartido. Habían atravesado la oscuridad juntos, habían enfrentado los fantasmas del pasado y ahora, en la tranquilidad del amanecer, se encontraban en un lugar de paz y entendimiento. César abrió los ojos lentamente, su mirada encontró a Sofía, su rostro sereno y relajado en el sueño. La observó con una mezcla de asombro y gratitud. A pesar de todo lo que había pasado, ella estaba aquí, a su lado, dispuesta a enfrentar el futuro juntos. Con delicadeza, apartó un mechón de pelo de su rostro, permitiéndose un momento para admirarla. Sofía era su faro en la tormenta, la luz que lo guiaba a través de la oscuridad. Y ahora, a medida que el sol comenzaba a elevarse, prometiendo un nuevo día lleno de posibilidades, César sintió una renovada determinación. Sofía despertó con la caricia sua
Elvira observaba a Sofía que no podía dejar de sonreír, ante las caricias de César, que no perdía la oportunidad de abrazarla, besarla o acariciarla. Era claro para ella, que estaban en plena luna de miel y era algo que la llenaba de satisfacción. Miraba cómo le brillaban los ojos a su hijo al verla llegar, y cómo junto a su nieto la recibían con una amplia sonrisa que demostraba la felicidad que Sofía les brindaba a ambos. Mientras bebía pequeños sorbos de té en su taza, y acariciaba el hermoso anillo de diamante del color de sus ojos. Su corazón se llenaba de alegría al verlos tan unidos y felices. No sabía bien su historia ni quería, le bastaba con ver el gran amor que se profesaban. La imagen radiante y llena de amor de César era un verdadero regalo para sus ojos de madre y haría lo que fuera necesario para que se mantuviera así. Había sido testigo del increíble cambio en la personalidad de su hijo. Era evidente que el amor de Sofía había sido el catalizador de esta transform
Una comitiva de autos se detiene delante del enorme portón de hierro pintado de negro, de un auto de la policía desciende un agente que se dirige a la entrada y comprueba que nada de lo que le habían informada es cierto.—No sé porque nos han hecho venir hasta aquí sin motivos—dice en lo que se regresa al interior de su auto y toma el radio ya llama— señor todo es falso lo que nos informaron—¿Como falso?—Así es, la entrada está abierta y no veo ninguna de la cantidad de guardias que nos habían dicho que la custodiaban, cualquiera puede entrar a esta propiedad. ¿Cuales son sus órdenes?—Informen al señor Montenegro y regresen inmediatamente a la base —ordena el superior.El agente vuelve a descender del auto y se dirige a uno muy elegante que está detenido detrás del suyo a cierta distancia. Alejandro Montenegro baja la ventanilla al verlos acercarse y pregunta:—¿Qué sucede, tampoco nos dejan pasar hoy?El agente se acerca y responde con cierta molestia. Pues no sabe por qué tuvo q
Capitalia era una ciudad moderna llena de rascacielos de vidrio y acero que brillaban bajo el sol. Los autos zumbaban a través de las amplias autopistas mientras la gente caminaba apresurada por las aceras. Pero más allá del centro de la ciudad, escondido entre los árboles y la maleza, se encontraba otro Capitalia. Un Capitalia de mansiones antiguas y deterioradas, rodeadas por jardines descuidados y rejas oxidadas. Detrás de esas puertas y ventanas tapiadas se escondían historias olvidadas. Los ecos de fiestas glamorosas y bailes de máscaras aún parecían resonar a través de los pasillos vacíos. Retratos de rostros sin nombre miraban desde las paredes, sus ojos siguiendo a los extraños que se aventuraban en sus dominios. Más allá de las mansiones, el bosque crecía espeso y salvaje. Los senderos serpenteaban entre los árboles, perdiéndose en la maleza. Capitalia era una ciudad de contrastes, modernidad versus decadencia, luz versus oscuridad. Entre los relucientes rascacielos se