La señora Elvira López, una mujer de pequeña estatura pero llena de energía, era conocida por su fuerte personalidad y su tenacidad para alcanzar sus metas. Sin embargo, había algo que se había convertido casi en una obsesión para ella: encontrarle una esposa a su único hijo. Esta búsqueda se había intensificado debido a su temor de dejar a su hijo solo en el mundo cuando ella falleciera. Desde el doloroso divorcio de su hijo hace años, la señora Elvira se había propuesto encontrar a la mujer perfecta para él. La idea de que César López pudiera quedar solo y desamparado la atormentaba constantemente. No podía soportar la idea de que él pasara por la vida sin tener a alguien a su lado, alguien que lo amara y lo cuidara como ella lo había hecho. Esta preocupación por el futuro de su hijo había consumido gran parte de sus pensamientos y acciones. Pasaba horas investigando y buscando posibles candidatas, asistiendo a eventos sociales con la esperanza de encontrar a la mujer adecuada. E
El señor López apretó a Sofía por la cintura pegándola a su cuerpo aún más, haciendo que a ella se le olvidara hablar por el gran estremecimiento que le provocaba sentirlo pegado completamente a su cuerpo. Era una sensación que le trajo otra a la memoria y no sabía qué hacer. El señor López la giró dentro de sus brazos y le dirigió una mirada de súplica para que le siguiera la corriente. Le tomó el rostro con ambas manos y la besó apasionadamente. La señora Elvira no podía creer lo que veía, ¡su hijo estaba besando a una mujer! Ya no le importaba si era verdad su relación o mentiras, ella no lo iba a dejar escapar así de fácil. Por eso se cruzó de brazos en espera que terminaran y le explicaran, lo cual hizo López con los ojos brillosos al terminar el beso a Sofía que estaba toda colorada. Ambas cosas no se le escaparon a ella, ¡esos dos se gustaban!—Y bien, estoy esperando una explicación —exigió la señora Elvira, con los brazos cruzados y una mirada penetrante.—Verás mamá..
A ninguno de los que estaban al tanto de la vida del señor López se les había escapado que su madre, la señora Elvira López, había regresado de su interminable viaje alrededor del mundo en un crucero. Y no es que ella lo ocultara, pues después de enterarse de que Teresa Vivaldi estaba en la ciudad donde residía su hijo, y no solo eso, se había instalado en el mismo lugar, decidió regresar.Le gustaba esa hermosa y decidida mujer como posible nuera. Aunque no podía negar que había algo en ella que la intrigaba, estaba decidida a obligar a su hijo a casarse con ella. Solo que los planes no siempre salen como nos los imaginamos con la vida de los demás, especialmente en la vida de su hijo, quien siempre le daba grandes sorpresas.Pero esta vez no dejaría que se escapara. Él le había dicho que tenía a alguien y ella estaba convencida de que era mentira. Por eso, en cuanto bajó del crucero, llamó a Teresa para invitarla a cenar, sin saber lo que le esperaba en la oficina de su hijo, quien
Sofía se quedó atónita sin saber cómo responder a esa propuesta tan extraña de matrimonio que le había realizado el señor López. ¡Sólo se habían besado y ya le estaba proponiendo que se casaran! O peor, la había hecho su esposa en frente de su madre, algo le decía que no serían quince días. Pero ante lo que dijo del por qué lo había hecho, se sintió aliviada. Claro que no quería que saliera a citas con otras mujeres, ¡era suyo!—Está bien, vayamos a buscar a mi hijo...— dijo, pensando en la manera de escapar de esta complicada situación y ver cómo se desarrollaba la relación primero. Una cosa era ser jefe y empleada y otra novios. Además que sentía que tenía que confesarle como había sido concebido Javier antes de proseguir—. Luego hablaremos de todo lo demás. Pero el señor López la atrapó por la cintura y la volvió a besar apasionadamente, al separarse se quedó con su frente apoyada en la de Sofía, y habló casi en un ruego.—¿Lo serás Sofi? Por favor, necesito esa respuesta para
Mía, al observar cómo la señora Elvira se marchaba con Javier, visiblemente feliz, y al escuchar las insinuaciones de Fenicio sobre el supuesto matrimonio de Sofía con el señor López, sintió una oleada de confusión y preocupación. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el ascensor con la esperanza de obtener respuestas. Al llegar a tiempo para presenciar la salida de la pareja, Mía se encontró con una escena que desafiaba todas sus expectativas. Sofía, lejos de ser la huérfana intimidada que ella conocía, irradiaba belleza y felicidad. Sus ojos brillaban con un fulgor que dejaba a todos atónitos, incapaces de creer que esa hermosa y elegante mujer tomada de la mano del señor López fuera la misma persona insignificante que todos conocían. Surgieron preguntas en la mente de Mía: ¿era todo una farsa? ¿Quién era Sofía en realidad? La imagen de Sofía y el señor López caminando juntos seguros y felices despertó una sensación de desconcierto en Mía. Se preguntaba si había sido engañada por
López miraba como los apuntaban con armas pidiendo que salieran y le hizo señas a Sofía que se mantuviera escondida en lo que llamaba a su seguridad. El enorme auto que lo había golpeado, lo impulsaba llevándolo con él. No entendía lo que sucedía, pero maniobraba desesperadamente tratando de mantenerse en la carretera mientras chocaba violentamente contra el del frente. El auto seguía empujándolo con saña, estaba seguro que lo lanzaría por el precipicio. Por mucho que frenaba, no sucedía nada, seguía siendo llevado en lo que otros les disparaban e intentaban abrir sus puertas. Sofía, aterrada, se aferraba al asiento con fuerza mientras López luchaba por mantener el control del vehículo. El estrés, el miedo y la tensión se reflejaban en sus rostros mientras intentaban encontrar una oportunidad para escapar de sus atacantes. La situación se volvía cada vez más intensa y López sabía que debía actuar con rapidez si querían salir ilesos de ella. No podían permitirse ser atrapados
Sofía ahora estaba convencida que tenía que aferrarse al señor López a como diera lugar. La vida de su hijo dependía de eso. Por lo menos si a ella le sucedía algo, Javier no iría a parar a un orfanato. Haría que el señor López se lo prometiera, que cuidaría del niño toda su vida. La señora Elvira al escucharla asentir, y aunque le temblaba la voz, ante la sonrisa que se abrió en la boca de su hijo, y como la estrechó colmado de felicidad, los miró con alegría y emoción. Su plan estaba dando resultados.—Estoy feliz de escuchar eso Sofía. Juntos superaremos cualquier obstáculo y nos apoyaremos mutuamente. Sin embargo, le hizo una seña a Fenicio para que la siguiera al despacho, en lo que dejaba a López riendo con Javier, que ahora no se cansaba de decirle papá y enseñarle todos los juguetes que le había comprado.—¿Qué pasó de verdad Fenicio? ¿Son ellos de nuevo? —preguntó muy seria Elvira al cerrar la puerta del despacho detrás—. ¿Son los mismos de entonces? Sofía no se había s
En el despacho de la casa del señor López, la señora Elvira confrontaba a Fenicio, el hombre que había puesto a cuidar a su hijo sin que César lo supiera después de su aparatoso divorcio. Fenicio se había convertido en el mejor y más leal amigo de López, protegiéndolo incluso de ella.—¿Qué pasó realmente, Fenicio? ¿Son ellos de nuevo? —preguntó Elvira seriamente al cerrar la puerta del despacho detrás de ella—. ¿Son los mismos de antes? Fenicio la miró directamente a los ojos, como era su costumbre. Elvira lo había contactado y ofrecido mucho dinero para proteger a su hijo, pero él rechazó el pago y solo aceptó que lo ayudara a trabajar donde iba a estar César. Se acercaría a López y solo si este lo aceptaba, trabajaría para su seguridad y respondería a él, no a Elvira. Ahora la miraba seriamente, nunca le dijo nada que su jefe no le permitiera, aunque eso molestara a Elvira. Soltó todo su aire y se sentó.—No, señora Elvira, no eran ellos. No puedo decirle quiénes los atacaron co