40. CERTEZA

Sofía había dicho aquello con el solo objetivo de herir a Delia. Porque era ella la que estaba en su despacho, la recordaba muy bien. Como también de cuanto su presencia afectaba a su jefe. Por lo que se le ocurrió decir eso viendo como el rostro de la mujer se contraía en una mueca de profundo odio.

—¡Tú…, tú… !

Solo atinaba a decir Delia señalando a Sofía con un dedo incrédula, que por instinto se colocó detrás de su despacho y miró a los guardias de seguridad que avanzaban decididos hacía ella. En ese momento la puerta del despacho se abrió y dejó salir a Fenicio, que miró a Delia, sin preguntar nada, hizo un gesto con la cabeza y los hombres tomaron a la mujer de los brazos y se la llevaron todavía tartamudeando incrédula. Ahora comprendía porque él se la había llevado a su madrina. ¡Eso era inaudito!

—¿Estás bien Sofía? —le preguntó Fenicio al ver como se dejaba caer en su silla temblando completamente..

¿Cómo se atrevió a decir tamaña mentira? Se preguntaba Sofía aún sin que
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