Sofía había dicho aquello con el solo objetivo de herir a Delia. Porque era ella la que estaba en su despacho, la recordaba muy bien. Como también de cuanto su presencia afectaba a su jefe. Por lo que se le ocurrió decir eso viendo como el rostro de la mujer se contraía en una mueca de profundo odio. —¡Tú…, tú… ! Solo atinaba a decir Delia señalando a Sofía con un dedo incrédula, que por instinto se colocó detrás de su despacho y miró a los guardias de seguridad que avanzaban decididos hacía ella. En ese momento la puerta del despacho se abrió y dejó salir a Fenicio, que miró a Delia, sin preguntar nada, hizo un gesto con la cabeza y los hombres tomaron a la mujer de los brazos y se la llevaron todavía tartamudeando incrédula. Ahora comprendía porque él se la había llevado a su madrina. ¡Eso era inaudito!—¿Estás bien Sofía? —le preguntó Fenicio al ver como se dejaba caer en su silla temblando completamente..¿Cómo se atrevió a decir tamaña mentira? Se preguntaba Sofía aún sin que
Al otro día Sofía se vistió guiada por la señora Lucrecia muy hermosa, estaba decidida a conquistar a su jefe o eso creía, aunque no podía hacer que le dejaran de temblar las manos.—Hija deja de estremecerse así, toma el tilo que te hice y haz exactamente lo que te dije.—¿Está segura señora Lucrecia?—Sí, ahora cuando llegues vas directo y le plantas un beso profundo, luego le dices que será tuyo y que le prohibes andar con otras mujeres.—No…, no…, no sé si podré hacer eso, quizás…, quizás mejor le pido hablar.—¡Deja de tartamudear y por una vez hazme caso, tienes que besarlo e imponerte! Él te pidió varias veces que fueras suya según me dijiste, y lo rechazaste.—Sí, sí, sí…pero…—¡No hay peros Sofía, si lo amas debes hacer lo que te dije!—Veré si puedo —y así llegó decidida al trabajo, bueno…, temblando a su oficina, dejó el bolso en el despacho, se llenó de aire y justo cuando iba a entrar.—Hola patito feo, hoy no abochornas a tu jefe —escuchó una voz. Y Mía le pasó por del
Sofía levantó la vista hacia el señor López y por un momento olvidó el enojo y la frustración ante sus celos por Matías y su amenaza de despedirla. Solo sentía una enorme gratitud y amor hacia este hombre que, a su manera, la estaba ayudando y entendiendo.—No sé qué decir…, esto significa todo para mí —dijo Sofía con la voz quebrada por la emoción—. Gracias, de verdad, muchas gracias señor. Usted no tiene idea de lo importante que es. Con eso él había logrado abrir el camino para confesarle todo y no tener que mentirle nunca más. Sofía se quedó observándolo con una mirada cargada de amor, queriendo ir a abrazarlo y besarlo como le había dicho Lucrecia, dio un paso hacía él… Cuando un escándalo fuera del despacho llegó hasta ellos. El toque de la puerta los distrajo por un momento, un guardia asomó la cabeza y dijo.—Señor, disculpe. Ahí afuera está la señorita Mía que dice tiene algo que decirle, pero la señorita Sofía nos dijo que no la dejáramos pasar, ¿qué hacemos? Sofía se de
Matías era un periodista de investigación, y su instinto le decía que había una gran historia detrás de la asistente de López. Pero también sentía una extraña conexión con Sofía. Había algo en su sinceridad, en su preocupación por su hijo, que lo conmovía de una manera que no esperaba. Por supuesto, Matías sabía que no podía permitir que sus sentimientos personales interfirieran en su trabajo. Pero a medida que pasaba más tiempo investigando a Sofía, se encontraba cada vez más atraído hacia ella. La pregunta era: ¿Podría mantener la objetividad necesaria para descubrir la verdad? A pesar de sus dudas, Matías decidió seguir adelante con su investigación. Estaba convencido de que estaba a punto de descubrir algo grande. Pero no tenía idea de las sorpresas que le esperaban. ¿Sofía sería la amante de López? Porque no se le escapó el momento de intimidad en la fiesta, lo tenía en su cámara. Lo había captado sin que nadie se diera cuenta. Además de que la había llevado a comprar de tod
Había pasado toda una semana desde que Sofía había dado la orden de que Mía no subiera al piso de la dirección. Ella lo intentaba varias veces al día, y no dejaba de llamar para insultar a Sofía que no le hacía caso, hasta que le dijo.—Si sigues importunando Mía, te voy a despedir —con un tono escalofriante que hizo que Mía se sorprendiera.—¡Tú no puedes hacer eso! —gritó Mía asustada, su madre dependía de su salario, por lo que, más suave dijo —. Sofía, deja de estar celosa de mí, César nunca se fijará en ti.—¿En serio crees eso Mía? —dijo con una sonrisa sin reconocerse ella misma, era como si hubieran quitado a la Sofía miedosa y sacado a una muy decidida a mantener lo que era suyo, su trabajo primero que todo del que dependía su hijo, y su hombre en segundo lugar. —¿Quién te dice que no lo somos ya y solo jugábamos contigo? ¿A qué no te llevó a la cama ni te besó ni nada? Era algo que le había dicho Fenicio, que estaba decidido a que la relación de ella con su amigo florecier
Sofía no sabía que la guardería estaba lista, pues su jefe se había empeñado en que arreglaran todo rápido, e iba a contratar a una niñera. Se quedó asombrada mirando al señor López cuando se lo dijo, le pareció algo nervioso y cohibido mientras observaba todo a su alrededor. Sabía que había llegado el momento de confiar en este hombre ciegamente. Se lo pedía con tanta insistencia, y ahora se lo estaba demostrando. Estaba segura que él lo sabía todo, pero no le reclamaba nada, esperaba que ella le diera cabida en su vida, en sus secretos. Él confiaba en ella, no se sentía al parecer traicionado por esta mentira, ¿por qué ella no podía hacer lo mismo? Soltó todo su aire decidida a confesarle que le había mentido. Aunque lo perdiera como hombre, nada le impedía que fuera del trabajo fueran buenos amigos. Cerró sus ojos tratando de concentrarse y organizar por donde iniciar. Tomó apresuradamente un vaso de agua sin dejar de mirar la espalda del hombre. López se había agachado y
La señora Elvira López, una mujer de pequeña estatura pero llena de energía, era conocida por su fuerte personalidad y su tenacidad para alcanzar sus metas. Sin embargo, había algo que se había convertido casi en una obsesión para ella: encontrarle una esposa a su único hijo. Esta búsqueda se había intensificado debido a su temor de dejar a su hijo solo en el mundo cuando ella falleciera. Desde el doloroso divorcio de su hijo hace años, la señora Elvira se había propuesto encontrar a la mujer perfecta para él. La idea de que César López pudiera quedar solo y desamparado la atormentaba constantemente. No podía soportar la idea de que él pasara por la vida sin tener a alguien a su lado, alguien que lo amara y lo cuidara como ella lo había hecho. Esta preocupación por el futuro de su hijo había consumido gran parte de sus pensamientos y acciones. Pasaba horas investigando y buscando posibles candidatas, asistiendo a eventos sociales con la esperanza de encontrar a la mujer adecuada. E
El señor López apretó a Sofía por la cintura pegándola a su cuerpo aún más, haciendo que a ella se le olvidara hablar por el gran estremecimiento que le provocaba sentirlo pegado completamente a su cuerpo. Era una sensación que le trajo otra a la memoria y no sabía qué hacer. El señor López la giró dentro de sus brazos y le dirigió una mirada de súplica para que le siguiera la corriente. Le tomó el rostro con ambas manos y la besó apasionadamente. La señora Elvira no podía creer lo que veía, ¡su hijo estaba besando a una mujer! Ya no le importaba si era verdad su relación o mentiras, ella no lo iba a dejar escapar así de fácil. Por eso se cruzó de brazos en espera que terminaran y le explicaran, lo cual hizo López con los ojos brillosos al terminar el beso a Sofía que estaba toda colorada. Ambas cosas no se le escaparon a ella, ¡esos dos se gustaban!—Y bien, estoy esperando una explicación —exigió la señora Elvira, con los brazos cruzados y una mirada penetrante.—Verás mamá..