38. CAMBIO.

El señor López sonrió para sí mismo. Por ahora, el secreto de Sofía estaría a salvo con él. Ya habría tiempo para ganarse su confianza y que le confesara todo y lo dejara conocer a su pequeño. Debía ser paciente para conquistarla cómo se debe, no imponerse. Por ahora tenía algo más importante en mente.

Ya no estaba molesto porque ella le hubiera mentido en ese sentido, parecía que en todo lo demás era verdad lo que le dijo. Después de haber llamado a Imelda, el miedo y las dudas comenzaron a desaparecer de su pecho.

Ahora mismo estaba mirando a Sofía detenida delante de él con ese traje gris que tanto odiaba. Ella lo había saludado como todos los días. Él la saludó de igual manera sin dejar de mirarla como si esperara que ella le confesara algo más.

—No, no señor. Montenegro no ha aparecido por mi edificio —respondió cuando él le preguntó muy serio.

—Muy bueno eso, ¿y Matías?

—Tampoco señor, ¿por qué tendría que aparecer ese periodista en mi edificio? —preguntó preocupada notando q
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