El señor López se quedó mirando fijo la hermosa imagen de Sofía sonriente y feliz con su hijo. Y junto al dolor y la tristeza que sentía por su traición, también sintió ira. Ira contra Sofía por haberle mentido, ira contra sí mismo por haber sido tan ingenuo de nuevo. ¿Cómo pudo no darse cuenta? ¿Cómo pudo no ver las señales? Dio dos pasos hacia ella, quería sacarse el dolor que le laceraba el pecho, quitarle esa sonrisa de su rostro, cuando algo lo detuvo y se giró para la señora Lucrecia que lo observaba curiosa.—¿Sola dijo? —logró preguntar decidido a saber toda la historia de su asistente mentirosa, antes de ir a reclamarle su traición.. La señora Lucrecia miró con desconfianza ahora al extraño, que había cambiado de color visiblemente afectado por la historia. ¿Sería el padre de Javier? Se preguntó, inquieta. ¿Por qué le hacía tantas preguntas? Pero algo en su mirada le decía que sus intenciones no eran malas, así que decidió responderle con sinceridad, a lo mejor era el hom
Sofía vaciló ante la pregunta que le había hecho Lucrecia de cómo iban las cosas en el trabajo con Mía, luego comenzó a contarle sobre las dificultades que estaba enfrentando. De todas las cosas que le hacía y que ella no sabía cómo manejar. Cuando terminó, Lucrecia se quedó en silencio por un momento antes de hablar. Pensando que decir para ayudarla. —Querida, te diré algo que aprendí hace mucho tiempo. A veces, el cambio más difícil es el que más necesitamos. No puedes controlar cómo te tratan los demás, pero puedes controlar cómo te tratas a ti misma. Sofía la miró, confundida. ¿Qué podría hacer en contra de Mía que siempre tenía una respuesta para todo y no la dejaba ni pensar? —¿Qué quiere decir? —Quiero decir que tienes que aprender a defenderte. Tienes que aprender a decir "no" cuando sea necesario. Tienes que aprender a valorarte a ti misma y a no dejar que los demás te hagan sentir inferior. —Lucrecia tomó su mano y le dio un apretón amistoso. —Eres una mujer joven, inte
Delia se había quedado mirando a Montenegro tendido en su cama luego de una extenuante sesión de intimidad. Había girado sobre sus pasos al escuchar la pregunta que este le había realizado sin poder creer que Mía no le hubiera informado sobre ese detalle.—¿Qué quieres decir con prometida? ¿Qué prometida? López no está con nadie, eso me consta. Mi hermana lo vigila de cerca como bien sabes.—Pues a Mía se le debe haber olvidado decirte que él anda con su asistente para todas partes y la presenta como su prometida.—Ah, hablas de la tonta de Sofía —respiró aliviada y se dirigió al baño desde donde le dijo— no son nada, le ha dado ahora por decir eso, para que no se le acerquen las mujeres.—¿Estás segura de eso? Lo ví en la Gran Manzana comprando de todo para ella —dijo ahora Montenegro con un extraño brillo en su mirada, ¿le entregaría la virginidad Sofía a López?—¿En La Gran Manzana? —preguntó ahora Delia con el ceño fruncido—. ¿No me digas que la llevó a la tienda de su madrina As
El señor López sonrió para sí mismo. Por ahora, el secreto de Sofía estaría a salvo con él. Ya habría tiempo para ganarse su confianza y que le confesara todo y lo dejara conocer a su pequeño. Debía ser paciente para conquistarla cómo se debe, no imponerse. Por ahora tenía algo más importante en mente. Ya no estaba molesto porque ella le hubiera mentido en ese sentido, parecía que en todo lo demás era verdad lo que le dijo. Después de haber llamado a Imelda, el miedo y las dudas comenzaron a desaparecer de su pecho. Ahora mismo estaba mirando a Sofía detenida delante de él con ese traje gris que tanto odiaba. Ella lo había saludado como todos los días. Él la saludó de igual manera sin dejar de mirarla como si esperara que ella le confesara algo más.—No, no señor. Montenegro no ha aparecido por mi edificio —respondió cuando él le preguntó muy serio.—Muy bueno eso, ¿y Matías?—Tampoco señor, ¿por qué tendría que aparecer ese periodista en mi edificio? —preguntó preocupada notando q
La semana pasó de esa manera, con las constantes visitas de Mía, sin que él protestara. Sofía se sentía frustrada, había rechazado a su jefe, y ahora él se había ido con otra, lo cual le demostraba que ella no era importante para él. Los suspiros de ella, eran seguidos sin poder evitarlos. Por su parte el señor López, quería lograr que ella confiara en él sin importar cómo. También, quería endurecer a Sofía en todos los sentidos, por eso hacía venir a Mía cada día a su despacho sabiendo que molestaba a Sofía. El día del cambio de vestuario, Sofía, con la cabeza gacha y ruborizada, se sentía incómoda mientras el señor López la inspeccionaba en silencio detenido frente a su buró. Esperaba algún comentario sobre su cambio de apariencia, pero el jefe no mencionó nada al respecto, ni a favor ni en contra. Luego él habló con su voz autoritaria de siempre, rompiendo el silencio tenso.—Ya es la hora —dijo—. Toma todas las carpetas y sígueme. Sofía asintió tímidamente, sintiendo cóm
Sofía había dicho aquello con el solo objetivo de herir a Delia. Porque era ella la que estaba en su despacho, la recordaba muy bien. Como también de cuanto su presencia afectaba a su jefe. Por lo que se le ocurrió decir eso viendo como el rostro de la mujer se contraía en una mueca de profundo odio. —¡Tú…, tú… ! Solo atinaba a decir Delia señalando a Sofía con un dedo incrédula, que por instinto se colocó detrás de su despacho y miró a los guardias de seguridad que avanzaban decididos hacía ella. En ese momento la puerta del despacho se abrió y dejó salir a Fenicio, que miró a Delia, sin preguntar nada, hizo un gesto con la cabeza y los hombres tomaron a la mujer de los brazos y se la llevaron todavía tartamudeando incrédula. Ahora comprendía porque él se la había llevado a su madrina. ¡Eso era inaudito!—¿Estás bien Sofía? —le preguntó Fenicio al ver como se dejaba caer en su silla temblando completamente..¿Cómo se atrevió a decir tamaña mentira? Se preguntaba Sofía aún sin que
Al otro día Sofía se vistió guiada por la señora Lucrecia muy hermosa, estaba decidida a conquistar a su jefe o eso creía, aunque no podía hacer que le dejaran de temblar las manos.—Hija deja de estremecerse así, toma el tilo que te hice y haz exactamente lo que te dije.—¿Está segura señora Lucrecia?—Sí, ahora cuando llegues vas directo y le plantas un beso profundo, luego le dices que será tuyo y que le prohibes andar con otras mujeres.—No…, no…, no sé si podré hacer eso, quizás…, quizás mejor le pido hablar.—¡Deja de tartamudear y por una vez hazme caso, tienes que besarlo e imponerte! Él te pidió varias veces que fueras suya según me dijiste, y lo rechazaste.—Sí, sí, sí…pero…—¡No hay peros Sofía, si lo amas debes hacer lo que te dije!—Veré si puedo —y así llegó decidida al trabajo, bueno…, temblando a su oficina, dejó el bolso en el despacho, se llenó de aire y justo cuando iba a entrar.—Hola patito feo, hoy no abochornas a tu jefe —escuchó una voz. Y Mía le pasó por del
Sofía levantó la vista hacia el señor López y por un momento olvidó el enojo y la frustración ante sus celos por Matías y su amenaza de despedirla. Solo sentía una enorme gratitud y amor hacia este hombre que, a su manera, la estaba ayudando y entendiendo.—No sé qué decir…, esto significa todo para mí —dijo Sofía con la voz quebrada por la emoción—. Gracias, de verdad, muchas gracias señor. Usted no tiene idea de lo importante que es. Con eso él había logrado abrir el camino para confesarle todo y no tener que mentirle nunca más. Sofía se quedó observándolo con una mirada cargada de amor, queriendo ir a abrazarlo y besarlo como le había dicho Lucrecia, dio un paso hacía él… Cuando un escándalo fuera del despacho llegó hasta ellos. El toque de la puerta los distrajo por un momento, un guardia asomó la cabeza y dijo.—Señor, disculpe. Ahí afuera está la señorita Mía que dice tiene algo que decirle, pero la señorita Sofía nos dijo que no la dejáramos pasar, ¿qué hacemos? Sofía se de