SINOPSIS:
Domenico se ha mantenido lejos de Natasha, sabiendo que es la única manera de resistir el deseo que siente por ella. Aunque la anhela profundamente, Natasha es la hermana de su mejor amigo, así que está fuera de los límites. Sin embargo, evitar la atracción se vuelve imposible cuando el destino los obliga a trabajar juntos y verse todos los días. No debería desearla, y mucho menos tocarla, pero sucumbir a la tentación parece inevitable.
Desde hace años, Natasha siente algo por Domenico, el mejor amigo de su hermano, aunque ha hecho un gran trabajo ocultándolo y piensa seguir haciéndolo ahora que tienen que trabajar juntos. Él siempre la ha tratado con cortesía distante y al parecer todavía la ve como a una niña. Pero ella no tardará en descubrir que tal vez él no es tan indiferente como había pensado.
Una sola noche podría cambiarlo todo.
Domenico se las arregló para mantener una expresión neutra mientras escuchaba a Kassio. Le costó un enorme esfuerzo no mirar a los lados en cuanto su amigo terminó de hablar, buscando cámaras escondidas. Tenía la firme esperanza de que alguien saltara desde algún rincón y gritara: "¡Caíste!". Eso, por supuesto, no sucedió y, conociendo a Kassio tan bien como lo conocía, estaba seguro de que era imposible que se tratara de alguna broma. Su mejor amigo tenía muchas cualidades, pero un gran sentido del humor no estaba entre ellas.—¿Es en serio? —preguntó de todas formas.—Sí. —Kassio lo miró confundido. Domenico también lo estaría de estar en su lugar. Su amigo estaba acostumbrado a verlo relajado, pero seguro que en ese momento parecía cualquier cosa menos relajado. Respiró profundo e intentó actuar como si su amigo no le acabara de pedir que trabajara con la mujer que atormentaba sus pensamientos. —¿Por qué conmigo? Hay muchas personas con las que podría trabajar y ganar mucha exper
Natasha levantó la mano, pero no se atrevió a golpear la puerta. No estaba lista para enfrentarse a Domenico. Aunque había tenido todo el fin de semana para asimilar la idea de trabajar con él, el nerviosismo que la invadía dejaba claro que ese tiempo no había sido suficiente. Quizás debería haber dejado que su hermano la acompañara.Sacudió la cabeza.No, no era una chiquilla impresionable incapaz de trabajar con el hombre que le gustaba. Era una mujer y se había esforzado para estar allí, incluso si muchos pensaban que lo había logrado por la influencia de su hermano mayor.El sonido de unos pasos en la lejanía la sacaron de sus pensamientos y llamó a la puerta antes de que quien sea que pasara por allí la mirara como un bicho extraño. Esperó unos segundos y abrió la puerta.—Buenos días —dijo con seguridad.Domenico no levantó la mirada de sus documentos y su seguridad comenzó a tambalearse con cada segundo que pasaba de pie bajo el umbral de la puerta.Aprovechó el momento para ob
Domenico miró el escritorio vacío de Natasha y frunció el ceño. Había transcurrido dos semanas desde que ella había empezado a trabajar para él y Domenico se había apegado a su plan… Bueno, casi. No la había tocado, pero no había podido resistir el impulso de pasarse frente a su escritorio un par de veces al día, con cualquier excusa. Se aseguraba de no romper más su regla, haciendo algo como hablarle o quedarse por mucho tiempo. Un solo vistazo, eso era todo lo que se permitía.Se acercó a su escritorio y le preguntó a su asistente por el paradero de Natasha.—Está en el departamento de finanzas. ¿Puedo ayudarle en algo?—No, gracias.Ya sabía dónde estaba, así que era hora de regresar a su oficina y continuar con su trabajo. Tenía mucho papeleo que realizar.Dudó unos segundos y luego sus pies lo llevaron hasta el ascensor. Las puertas no tardaron en abrirse y entró. En el corto trayecto se encargó de repetirse que solo quería asegurarse de que el personal estaba tratando bien a Nat
Ver trabajar a Natasha era la cosa más fascinante, y sexy, que Domenico había presenciado. Durante la última hora no se había perdido ninguno de sus gestos o movimientos. La forma en que mordía la punta de su lapicero cuando estaba concentrada, su entrecejo fruncido cuando tenía una duda, y la sonrisa emocionada al entender algo.En más de una ocasión había tenido que tomarse un tiempo para concentrarse en lo que estaba diciendo. Sentía que el poco control que poseía se deslizaba entre sus dedos cuanto más tiempo pasaba con Natasha. Ese era el motivo por el cual quedarse encerrado a solas con ella había sido una mala idea desde el principio.—No. Todo me ha quedado claro —dijo Natasha y Domenico se tomó unos segundos para recordar que es lo que le había preguntado. Dejó de ver los labios de Natasha como si quisiera devorarlos, y levantó la mirada.—Si tienes alguna otra consulta…—Ya lo sé, lo consultaré con el personal de finanzas. —Natasha le dio una sonrisa que lo dejó embobado—. G
Natasha se tambaleó ligeramente al sentir a su pequeño sobrino impactar contra sus piernas. —¡Nasha! —chilló Andrei mirándola con una sonrisa encantadora. Su sobrino aun tenía problemas para decir su nombre completo, así que la llamaba como mejor podía.—Hola, pequeño travieso. —Se puso en cuclillas para darle un beso en sus mejillas regordetas, mientras su sobrino reía encantado, hasta que vio a Kassio y se movió inquieto para que lo dejara ir.—¡Papochka! —Andrei corrió hacia Kassio, quien se inclinó para atraparlo y levantarlo en el aire.—Moy dorogoy syn. (Mi hijo querido)Andrei rio encantado.Sienna apareció en ese momento y miró a su esposo e hijo con los ojos llenos de amor. Luego se giró hacia ella y le regaló una sonrisa. Su cuñada tenía a la pequeña Bela en sus brazos.—Hola, Natasha.—Sienna —dijo y se acercó a darle un abrazo—. ¿Cómo está mi preciosa sobrina? —preguntó, recibiendo en brazos a la pequeña.—Acaba de despertar. A veces parece que tiene un cronómetro integr
El lunes temprano por la mañana, Natasha estaba lista para su reunión con Domenico. Había pasado el fin de semana ultimando los detalles de sus propuestas y las había revisado minuciosamente, anticipando cualquier pregunta que él pudiera tener. Aunque confiaba en haber hecho un excelente trabajo, no podía evitar sentir un poco de nerviosismo. Esta era su primera asignación y no quería fallar. Además, si era honesta consigo misma, también deseaba impresionar a Domenico.Su reunión estaba programada para las diez de la mañana, así que, tan pronto llegó al trabajo, aprovechó para revisar el documento que Giorgia le había enviado media hora antes. Giorgia trabajaba en el departamento de finanzas y había sido la persona que más la había ayudado en sus primeros días. Natasha le estaba muy agradecida y, si podía hacer algo para devolverle el favor, lo haría sin dudar.—Buenos días.Natasha levantó la mirada ante la interrupción y observó, extrañada, al hombre que estaba frente a su escritori
—Como siempre es un placer hacer negocios contigo —comentó Ettore.Domenico sonrió.—Más vale que así sea. Nadie nunca se ha quejado de que soy una mala compañía —bromeó. Había recuperado su buen humor en la última hora que estaban reunidos.Ettore soltó una carcajada.—Nos vemos en una próxima reunión.Asintió y acompañó a Ettore hasta la puerta.—Espero que ese momento no llegue pronto —dijo, abriendo la puerta y dejándolo pasar primero. Ettore sacudió la cabeza sin dejar de sonreír.Su mirada se posó en Natasha, unos metros más allá. Ella estaba absorta mirando su computadora y sintió una especie de alivio al ver que no parecía especialmente atenta a la presencia de Ettore. Quizás solo había malinterpretado las cosas.Ettore le hizo un gesto con la cabeza y comenzó a alejarse, pero no llegó muy lejos. Se detuvo frente al escritorio de Natasha. Ella levantó la mirada y una sonrisa iluminó su rostro al verlo.—Natasha, a mi oficina —ordenó. Su buen humor desapareciendo en el acto.—Je
La última vez que Natasha fue a una cita, estaba en su segundo año de universidad y resultó ser un completo fiasco. El tipo llegó tarde, se pasó la noche presumiendo de sí mismo y, para colmo, se dejó la billetera en casa. En retrospectiva, ni siquiera recordaba por qué había aceptado salir con él.Desde que comenzó la universidad, Natasha se había concentrado en sus estudios, dejando de lado su vida social. Era su cuñada quien siempre la estaba motivando a salir y la arrastraba de compras. Con el tiempo, ella se había convertido prácticamente en su hermana. Por lo mismo, la había llamado para que la ayudara a prepararse para su cita con Ettore.—¡Creo que encontré algo! —anunció Sienna desde el armario de espaldas a ella.—Cruza los dedos —murmuró Antonella, la gemela de Sienna—. No sé qué tan buena idea fue darle permiso para que se encargara de tu vestimenta.—Escuche eso. —Su cuñada se dio la vuelta y le mostró uno de los tantos vestidos que había comprado en su salida de compras c