Valeria despertó con un dolor agudo e insoportable que le martillaba las sienes. Soltó un gemido ahogado e instintivamente, llevó su antebrazo hasta su rostro, cubriendo sus ojos de la luz del día que se filtraba por las cortinas.—¡Maldición! —se quejó, apretando los ojos al recordar las múltiples copas de licor que había ingerido. Había sido una mala idea, una muy mala idea.Además, tenía la boca demasiado seca, como si hubiera pasado semanas sin beber una sola gota de agua.Con un enorme esfuerzo, se obligó a levantarse de la cama, tambaleándose un poco mientras se dirigía al baño. En cuanto entró, lo primero que hizo fue buscar en el armario sobre el lavabo unas pastillas para el dolor de cabeza, se tomó dos y rezó para que surtieran efecto pronto. Después, abrió el grifo y se empapó el rostro con un poco de agua fría, intentando despejar la mente.—Qué desastre —comentó al levantar la vista y ver su reflejo en el espejo.Su cabello estaba enredado, un desastre total, como si un n
Maxim no estaba seguro de lo que hacía en las oficinas de Marketing de su empresa. No tenía ninguna junta programada y tenía que estar en su oficina revisando algunos documentos. Era evidente que su presencia parecía alterar el ambiente, al punto de que varios empleados parecían querer desaparecer.Inspeccionó el lugar, como si quisiera asegurarse de que todos estaban trabajando diligentemente, pero en realidad —incluso si no era capaz de admitirlo— sus ojos estaban buscando a Valeria. No sabía cuál era su escritorio, lo cual solo hacía difícil la tarea de localizarla.Asintió con la cabeza en respuesta al saludo que le dio uno de sus empleados al pasar por su lado y continuó caminando hasta llegar a la oficina de Regina. Llamó a la puerta y entró inmediatamente.—Maxim —saludó Regina con una sonrisa cortés, haciéndole un gesto con la mano para que tomara asiento. Si le sorprendió verlo allí, lo ocultó muy bien.Maxim se sentó frente a ella y su secretario ocupó el espacio vacío junto
Maxim tomó la silla y la deslizó hacia atrás para que Jade pudiera sentarse. Ella le dio una sonrisa de agradecimiento antes de sentarse. En cuanto, Jade terminó de acomodarse, Maxim se dirigió a la silla frente a ella y tomó asiento.—No esperaba tu llamada —comentó Jade, esbozando una sonrisa coqueta mientras se inclinaba hacia adelante, cruzando los brazos sobre la mesa—. Tienes suerte de que estuviera en la ciudad.Jade era una modelo francesa y el rostro principal de una de las marcas de perfumes más reconocidas del país. Por motivos de trabajo, ella viajaba constantemente entre Italia y Francia. Maxim la había conocido hace casi un año en un evento exclusivo organizado por la empresa de uno de sus clientes más importantes, y desde entonces, habían mantenido contacto, reuniéndose esporádicamente.—Bastante afortunado —respondió Maxim, devolviéndole la sonrisa mientras tomaba la carta y comenzaba a revisar el menú—. ¿Qué te gustaría ordenar?—El pollo al vapor con ensalada estará
Valeria se reclinó en su silla y sonrió con satisfacción al ver el resultado de su trabajo. Finalmente había terminado y, sin querer parecer pretenciosa, sabía que era perfecto. Al levantar la mirada, se dio cuenta de que era la única persona que quedaba en la oficina. Sus compañeros se habían ido hace un rato, pero ella había preferido quedarse hasta terminar su último pendiente debido a que no le faltaba demasiado.Miró el reloj en la pantalla de su ordenador y notó que casi eran las ocho de la noche, lo que significaba que había pasado mucho más tiempo del que creía desde que Cristina se despidió de ella.Envió el documento finalizado al correo de su jefe inmediato y apagó su computadora. Luego se levantó y estiró los brazos por encima de la cabeza, tratando de aliviar la rigidez en sus músculos tras haber pasado tantas horas en la misma posición. Después, alistó su bolso y se dirigió al ascensor. En el camino, se encontró con la señora de la limpieza y le ofreció un saludo.Mientr
Valeria tomó la mano de Maxim, ignorando deliberadamente el escalofrío que le recorrió el cuerpo, como había estado haciendo durante toda la noche, cada vez que lo sorprendía mirándola fijamente o cuando él le acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja, deteniéndose un poco más de lo necesario en su mejilla.Contrario a sus expectativas, lo había pasado bastante bien durante la cena. La conversación fluyó con naturalidad, al igual que las bromas y sonrisas.Después de su encuentro con Maxim en el bar, se había esforzado por convencerse de que no había disfrutado su compañía tanto como recordaba, que su mente le estaba jugando una mala pasada. Pero después de esa noche, ya no estaba tan segura. Se sentía peligrosamente cómoda en compañía de Maxim, y si no tenía cuidado, podría olvidar sus verdaderas motivaciones, algo que no podía permitirse.Bajó del auto y se paró frente a Maxim. El frío aire nocturno rozó su piel y la hizo estremecer.—Creo que debería entrar —dijo con una so
Maxim revisó su reloj al ver a Valeria soltar un bostezo. Se sorprendió al darse cuenta que casi era la media noche. El tiempo había pasado volando, mientras hablaban de sus vidas.En algún momento ambos se habían trasladado hasta la sala y acomodado en el único sillón. Allí ella le había contado un poco sobre su infancia y luego sobre la universidad, como siempre había deseado estudiar diseño gráfico y que había llegado a creer que nunca lo haría debido a su situación económica.Maxim también compartió algunas cosas sobre sí mismo, al menos aquellas partes sobre las que no tenía problemas en hablar. Aunque se sentía cómodo con Valeria, había una línea invisible que no estaba dispuesto a cruzar. No confiaba completamente en ella. No era nada personal, simplemente instinto de supervivencia. Las personas podían utilizarte de diversas maneras para lograr sus objetivos, en especial en las que confiabas.—Es hora de irme —dijo, aunque no sentía realmente ninguna prisa por marcharse—. Ya he
—Bien hecho —la felicitó Cristina mientras salían de la sala de juntas.Finalmente, tenían el proyecto de publicidad del año siguiente listo. Esa última reunión había sido para presentarle el plan acabado a la jefa del departamento de Marketing, quien le había dado el visto bueno y les había informado que se lo remitiría a los directivos de la empresa.—Tú también hiciste un gran trabajo.—Sí, la verdad es que sí. —Ella le guiño un ojo—. ¿Ya tienes tu vestido para la fiesta de Navidad?Valeria había olvidado por completo la fiesta de Navidad. Aunque no entendía cómo había sucedido, considerando los adornos navideños que habían aparecido mágicamente en la oficina para esa mañana. Además, su departamento había ayudado a Recursos Humanos con la elaboración de las invitaciones y algunos otros detalles.La única explicación era que había estado demasiado ocupada con el trabajo, y tal vez, también, distraída pensando en cierto hombre de ojos azules.—Aún no sé si iré —dijo, recordando que C
Valeria salió del probador, sujetando la parte inferior de su vestido. Al instante, las sonrisas de Cristina y Pia iluminaron sus rostros. Ella dejó caer el vestido y dio una vuelta para que sus amigas pudieran apreciar cada detalle de la prenda. Se detuvo frente a ellas, esperando con emoción y nerviosismo el veredicto final. Era, quizás, la primera vez que salía de compras con un par de amigas y debía reconocer que era bastante divertido, incluso si le dolían los pies después de tanto caminar.Había estado demasiado ocupada y algo sola en los últimos años. No se había permitido disfrutar demasiado de la vida después de la muerte de Nydia, sintiendo que la traicionaba cada vez que era demasiado feliz, incluso su emoción en aquel momento no se sentía del todo correcto. —¿Qué creen?—Es hermoso —exclamó Cristina.—Lo sé —respondió Valeria, sonriendo.Desde que sus ojos se habían posado en el vestido rojo vino, supo que se lo llevaría. Era perfecto. Elegante y sensual. El escote en for