—Como siempre es un placer hacer negocios contigo —comentó Ettore.Domenico sonrió.—Más vale que así sea. Nadie nunca se ha quejado de que soy una mala compañía —bromeó. Había recuperado su buen humor en la última hora que estaban reunidos.Ettore soltó una carcajada.—Nos vemos en una próxima reunión.Asintió y acompañó a Ettore hasta la puerta.—Espero que ese momento no llegue pronto —dijo, abriendo la puerta y dejándolo pasar primero. Ettore sacudió la cabeza sin dejar de sonreír.Su mirada se posó en Natasha, unos metros más allá. Ella estaba absorta mirando su computadora y sintió una especie de alivio al ver que no parecía especialmente atenta a la presencia de Ettore. Quizás solo había malinterpretado las cosas.Ettore le hizo un gesto con la cabeza y comenzó a alejarse, pero no llegó muy lejos. Se detuvo frente al escritorio de Natasha. Ella levantó la mirada y una sonrisa iluminó su rostro al verlo.—Natasha, a mi oficina —ordenó. Su buen humor desapareciendo en el acto.—Je
La última vez que Natasha fue a una cita, estaba en su segundo año de universidad y resultó ser un completo fiasco. El tipo llegó tarde, se pasó la noche presumiendo de sí mismo y, para colmo, se dejó la billetera en casa. En retrospectiva, ni siquiera recordaba por qué había aceptado salir con él.Desde que comenzó la universidad, Natasha se había concentrado en sus estudios, dejando de lado su vida social. Era su cuñada quien siempre la estaba motivando a salir y la arrastraba de compras. Con el tiempo, ella se había convertido prácticamente en su hermana. Por lo mismo, la había llamado para que la ayudara a prepararse para su cita con Ettore.—¡Creo que encontré algo! —anunció Sienna desde el armario de espaldas a ella.—Cruza los dedos —murmuró Antonella, la gemela de Sienna—. No sé qué tan buena idea fue darle permiso para que se encargara de tu vestimenta.—Escuche eso. —Su cuñada se dio la vuelta y le mostró uno de los tantos vestidos que había comprado en su salida de compras c
El primer pensamiento de Domenico fue salir a buscar a Natasha e interrumpir su cita, pero lo desechó tan pronto se le ocurrió. El único que podía darle alguna información sobre el paradero de Natasha era Kassio y no se le ocurría una buena excusa para explicar su interés. Salir a buscar en todos los restaurantes de la ciudad tampoco parecía una buena opción.De pronto, se le ocurrió una nueva idea. Podía ir al edificio de Natasha y esperarla allí hasta que apareciera para asegurarse de que no pasaba la noche con el idiota que la había invitado a salir. Estaba seguro de que ella tendría que regresar.Tomó sus llaves y bajó hasta el estacionamiento, pero una vez sentado en su auto no fue a ningún lado. Incluso si no le gustaba, Natasha estaba en todo su derecho de salir con quien quisiera.Le costó toda su fuerza de voluntad regresar a su departamento y permanecer allí durante todo el fin de semana, preguntándose a dónde y con quién había salido Natasha… aunque tenía una idea del quién
Natasha estaba casi convencida de que aún seguía dormida. Probablemente había ignorado la alarma y continuaba en su cama. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde, ya que Domenico se enfadaría si llegaba tarde a la oficina. Sin embargo, valdría la pena si pudiera soñar un poco más.—Deja de pensar tanto y bésame —ordenó Domenico, susurrando contra sus labios antes de volver a besarla.Natasha abrió la boca y dejó escapar un gemido al sentir la lengua de Domenico explorarla con pasión. La sensación era demasiado placentera para ser real, pero con cada segundo que pasaba, se convencía más de que no estaba soñando. Ninguno de sus sueños anteriores se había sentido tan intenso y electrizante.El beso se intensificó y Domenico se volvió más exigente. Natasha nunca había sentido nada parecido. Se sentía mareada y sus piernas estaban débiles. Todas sus dudas se disiparon en ese instante. Esto estaba sucediendo de verdad: él la estaba besando.Domenico la levantó del suelo y la sentó sobre
Domenico sonrió al escuchar la puerta cerrarse y miró hacia donde Natasha acababa de salir. Quizás no sería lo mejor para su concentración tenerla tan cerca, pero la quería en su oficina y ahí era donde iba a estar. Sabía que Kassio tendría algunas preguntas, y por el momento le daría alguna excusa. No pensaba ocultarle la verdad por siempre, llegado el momento, le contaría todo, pero antes necesitaba preparar el terreno. Conocía a su amigo lo suficiente como para imaginar que no reaccionaría nada bien al enterarse que había besado a Natasha, y menos aún al descubrir sus sentimientos por ella.No era ningún cobarde, pero mentiría si dijera que no le asustaba la reacción de su mejor amigo y, más aún, la posibilidad de que nunca lo perdonara. Habían sido amigos por mucho tiempo y Kassio era la única familia que conocía, ya que sus padres habían muerto en un accidente cuando apenas estaba terminando la universidad. Sin embargo, no podría alejarse de Natasha de nuevo. La conexión que sent
—Todo parece estar en orden —dijo Kassio, firmando los papeles que acaba de revisar—. Encárgate de informarle al departamento legal que se encargue de los aspectos finales. No queremos problemas en el último momento.—Ya deberías saber que conmigo eso nunca sucede. —Idiota presumido —replicó su amigo, sacudiendo la cabeza. Él le devolvió los documentos—. ¿Cómo van las negociaciones con los franceses?—Están evaluando nuestra propuesta. Espero una respuesta para dentro de dos días.—Mantenme al tanto.Asintió con la cabeza.—¿Así que mi hermana está ahora en tu oficina? —preguntó Kassio, recostándose en su asiento.—Veo que los rumores vuelan rápido, aunque me sorprende que te mantengas al día con los chismes. Creí que eso estaba muy por debajo de ti —bromeó Domenico con una sonrisa, procurando no levantar las sospechas de su amigo.Era demasiado pronto para contarle a Kassio que había comenzado algo con Natasha. Su relación con ella era demasiado reciente y quería esperar a que las
Domenico se dirigió a lavarse después de responder el intercomunicador. Luego, regresó a la sala y se acomodó en uno de los sofás, esperando a que Natasha se uniera a él y a que llegara la comida.Estaba revisando su celular cuando el timbre del ascensor le indicó que el repartidor acababa de llegar. Se levantó y fue a recibir los pedidos, pero cuando llegó frente a las puertas del ascensor, se llevó una sorpresa. Durante un segundo se quedó inmóvil, pero se las arregló para recuperar la compostura rápidamente.—¡Maxim! —saludó con efusividad.—¿Domenico? —preguntó él, visiblemente confundido con el ceño fruncido—. ¿Qué haces aquí?—Natasha y yo estábamos revisando unas cosas del trabajo —mintió Domenico sobre la marcha, esforzándose por sonar casual—. Pero pasa, por favor. Natasha fue a conseguir unas cosas, no tardará en regresar. ¿Qué casualidad encontrarnos aquí?Intentó mantener la sonrisa, esperando que Maxim no notara la tensión en su voz.—Quería sorprender a mi hermana. Ha pa
Domenico observó en silencio cómo Maxim se despedía de Natasha con un cálido abrazo. La cena se había extendido un poco más de lo esperado, habían compartido numerosas anécdotas y lanzado numerosas bromas.—Nos vemos mañana en la oficina —dijo, acercándose a Natasha para darle un beso de despedida en la mejilla.—Está bien.Pudo ver un rastro de decepción en la mirada de Natasha y compartió el sentimiento. Le habría gustado encontrar alguna excusa para quedarse a pasar la noche. No le importaba si sucedía algo entre ellos o si simplemente dormían. Pero eso podría despertar las sospechas de Maxim, y ya había tentado demasiado a su suerte.Natasha soltó un suspiro en cuanto las puertas del ascensor se cerraron y se dio la vuelta. Su departamento estaba en completo silencio, y nunca había sido tan consciente que en ese momento de lo enorme que era hasta ese momento. Probablemente esa sensación se debía a que había creído que Domenico pasaría la noche allí.Un sonrojo adornó sus mejillas c