—Todo parece estar en orden —dijo Kassio, firmando los papeles que acaba de revisar—. Encárgate de informarle al departamento legal que se encargue de los aspectos finales. No queremos problemas en el último momento.—Ya deberías saber que conmigo eso nunca sucede. —Idiota presumido —replicó su amigo, sacudiendo la cabeza. Él le devolvió los documentos—. ¿Cómo van las negociaciones con los franceses?—Están evaluando nuestra propuesta. Espero una respuesta para dentro de dos días.—Mantenme al tanto.Asintió con la cabeza.—¿Así que mi hermana está ahora en tu oficina? —preguntó Kassio, recostándose en su asiento.—Veo que los rumores vuelan rápido, aunque me sorprende que te mantengas al día con los chismes. Creí que eso estaba muy por debajo de ti —bromeó Domenico con una sonrisa, procurando no levantar las sospechas de su amigo.Era demasiado pronto para contarle a Kassio que había comenzado algo con Natasha. Su relación con ella era demasiado reciente y quería esperar a que las
Domenico se dirigió a lavarse después de responder el intercomunicador. Luego, regresó a la sala y se acomodó en uno de los sofás, esperando a que Natasha se uniera a él y a que llegara la comida.Estaba revisando su celular cuando el timbre del ascensor le indicó que el repartidor acababa de llegar. Se levantó y fue a recibir los pedidos, pero cuando llegó frente a las puertas del ascensor, se llevó una sorpresa. Durante un segundo se quedó inmóvil, pero se las arregló para recuperar la compostura rápidamente.—¡Maxim! —saludó con efusividad.—¿Domenico? —preguntó él, visiblemente confundido con el ceño fruncido—. ¿Qué haces aquí?—Natasha y yo estábamos revisando unas cosas del trabajo —mintió Domenico sobre la marcha, esforzándose por sonar casual—. Pero pasa, por favor. Natasha fue a conseguir unas cosas, no tardará en regresar. ¿Qué casualidad encontrarnos aquí?Intentó mantener la sonrisa, esperando que Maxim no notara la tensión en su voz.—Quería sorprender a mi hermana. Ha pa
Domenico observó en silencio cómo Maxim se despedía de Natasha con un cálido abrazo. La cena se había extendido un poco más de lo esperado, habían compartido numerosas anécdotas y lanzado numerosas bromas.—Nos vemos mañana en la oficina —dijo, acercándose a Natasha para darle un beso de despedida en la mejilla.—Está bien.Pudo ver un rastro de decepción en la mirada de Natasha y compartió el sentimiento. Le habría gustado encontrar alguna excusa para quedarse a pasar la noche. No le importaba si sucedía algo entre ellos o si simplemente dormían. Pero eso podría despertar las sospechas de Maxim, y ya había tentado demasiado a su suerte.Natasha soltó un suspiro en cuanto las puertas del ascensor se cerraron y se dio la vuelta. Su departamento estaba en completo silencio, y nunca había sido tan consciente que en ese momento de lo enorme que era hasta ese momento. Probablemente esa sensación se debía a que había creído que Domenico pasaría la noche allí.Un sonrojo adornó sus mejillas c
Domenico esperó hasta que el camarero se retiró y lo dejó a solas con Natasha para hablar sobre lo que había sucedido esa mañana. Natasha no había mencionado a Mónica en todo el día y solo se había dirigido a él para hablar de asuntos de trabajo. Domenico, respetando su aparente necesidad de espacio, no había intentado presionarla. Sin embargo, sabían que no podían seguir ignorando el tema, especialmente considerando que él se iría de viaje dentro de unas pocas horas.—Nunca me acosté con Mónica —soltó, y se habría reído de sí mismo de no ser por la gravedad de la situación. Esa no había sido, para nada, la mejor manera de sacar a colación el tema.—Y aun así los dos parecían demasiado cercanos.—Supongo que así es. Mónica y yo hemos estado en contacto continuo por negocios desde hace algunos años, prácticamente desde que ella empezó a trabajar para la empresa que representa. Con el tiempo, hemos forjado una especie de amistad y, en algunas ocasiones, fuimos a comer juntos, pero eso e
Natasha dejó su vaso a un lado y buscó su celular en su cartera al escucharlo sonar. Inevitablemente una sonrisa se extendió por su rostro al ver el nombre de Domenico en la pantalla. Esa llamada había tardado demasiado en llegar, aunque quizás Domenico apenas había salido de su reunión y visto el mensaje que ella le había enviado. Se disculpó con Ettore antes de dirigirse al tocador para contestar. Una vez dentro, cerró la puerta, deslizó el dedo por la pantalla y se llevó el teléfono a la oreja.—¿Saliste con Ettore? —la voz de Domenico sonó tensa al otro lado de la línea.—Estoy muy bien, aun cenando. ¿Cómo estás tú?—Natasha.Pudo detectar la advertencia en su voz y casi rompió a reír.—Sí, como seguro leíste en mi mensaje, salimos a cenar. Él vino a la oficina y no me pareció educado rechazar su invitación —explicó con calma.—Acordamos que no habría más citas —replicó Domenico con un tono que mostraba su descontento.—No es una cita, solo una salida de amigos.—Él no está intere
Natasha se paró a contemplar el paisaje a través de la enorme ventana que ocupaba una de las paredes desde el suelo hasta el techo. Había anochecido hace poco, pero las luces del exterior le permitían ver hacia afuera. Los árboles se balanceaban suavemente debido a la brisa y algunas estrellas adornaban el cielo.Cerró los ojos y tomó una respiración profunda, dejando que el aroma de la naturaleza invadiera sus sentidos.—Es un lugar hermoso —comentó.—Lo es —dijo Domenico, abrazándola por detrás.Abrió los ojos y miró su hombro, con una sonrisa en el rostro.—¿Es tuyo?—Sí. Suelo venir aquí cuando quiero escapar del bullicio de la ciudad o después de cerrar algún trato importante. Este es el lugar donde recupero energías… mi lugar especial.Natasha se dio la vuelta y entrelazó los dedos detrás del cuello de Domenico.—Gracias por compartirlo conmigo —susurró y se puso de puntillas para besarlo.Al separarse, se quedaron mirándose en silencio.—Vamos a preparar la cena, ya es tarde —di
Natasha se sintió en caída libre mientras el orgasmo la consumía. Nunca había sentido algo parecido. Su visión se tornó borrosa y su cuerpo fue azotado por corrientes de placer. Transcurrió un tiempo antes de volver a ser consciente de su entorno y de Domenico, e incluso entonces su cuerpo aún se sentía débil. Creyó que había tenido suficiente, pero la mirada de Domenico bastó para despertar su deseo otra vez. Domenico terminó de desvestirla, luego se arrodillo a sus pies y, sin quitarle la mirada de encima, empezó a desabotonarse la camisa. Natasha bajó la mirada y, gracias a la luz del fuego, observó a detalle cada porción de piel que quedaba al descubierto. Su cuerpo era tonificado, sin llegar a ser excesivamente musculoso. Natasha se sentó sobre las mantas y no pudo evitar llevar las manos hasta el pecho de Domenico. Las deslizó lentamente hacia abajo, arrastrando sus uñas. Cuando llegó a su cinturón, retiró las manos de Domenico para hacerse cargo ella misma. Sus manos comenz
Domenico no estaba preparado para dejar atrás el increíble fin de semana que había compartido con Natasha, y mucho menos para separarse de ella. La segunda vez que le había hecho el amor, se tomó su tiempo para explorar cada curva de su cuerpo, acariciar los lunares que adornaban su piel, y descubrir las zonas donde ella sentía mayor placer. Pero no hicieron el amor hasta quedar exhaustos; también pasaron tiempo conociéndose más.Giró la cabeza y miró el asiento del pasajero. Una sonrisa se extendió por su rostro al ver a Natasha dormida plácidamente. Extendió la mano y acarició suavemente su mejilla antes de regresar su atención a la carretera. Durante el resto del viaje, su mente divagó hacia los recuerdos del día anterior, pero en más de una ocasión su felicidad se vio empañada por la sensación de estar traicionando a su mejor amigo.Tenía que decirle la verdad antes de que las cosas con Natasha avanzaran más.Estacionó su coche frente al edificio de Natasha justo cuando ella empez