Valeria estaba sentada en la cocina, mirando al vacío. La taza de café en sus manos se había enfriado hace rato. Al escuchar su nombre de boca de su amiga, levantó la mirada y le dedicó una sonrisa de disculpa. Había dejado de escucharla hace ya algunos minutos, perdida en sus pensamientos.—Lo siento, ¿qué decías?Había pasado una semana desde que le confesó la verdad a Maxim, una semana desde que no lo había visto, y el dolor seguía siendo tan intenso como el primer día. Lo extrañaba demasiado y en más de una ocasión había considerado llamarlo.Había tomado el celular y buscado su número entres sus contactos, pero siempre, justo antes de marcar, desistía. ¿Qué podía decirle? Además, lo más probable es que él ni siquiera le contestara. Podía recordar con total claridad la frialdad en los ojos de Maxim cuando descubrió su plan. Él nunca la perdonaría por lo que había hecho y la certeza de eso la estaba destruyendo lentamente.La mayoría de los días, funcionaba en automático. Se levant
Valeria se hizo a un lado para dejar pasar a Sienna y a Natasha y cerró la puerta. Estaba algo sorprendida de que ellas estuvieran allí, pero tras reflexionar un instante, se dio cuenta de que no era tan extraño. La familia de Maxim era unida y siempre se cuidaban las espaldas mutuamente.—Tomen asiento, por favor —invitó, señalando el sofá, y se quedó de pie en medio de la sala, incómoda.Las expresiones de Sienna y Natasha no tenían ningún rastro de la amabilidad con la que la habían tratado salida juntas. Valeria supuso que ya estaban al tanto de su ruptura con Maxim y no se hacía ilusiones de que desconocieran los motivos detrás de ello.—¿Desean beber algo? —preguntó, tras un momento, para romper el tenso silencio.—No, gracias —respondió Natasha.—Estoy segura de que sabes que esta no es una visita casual —intervino Sienna. Su tono gélido le provocó un escalofrío.Valeria asintió lentamente, temiendo lo que vendría a continuación, pero dispuesta a aceptar lo que fuera. Sabía que
Maxim tomó los documentos que Cameron le entregó y empezó a firmar en cada uno de ellos. Al terminar se los devolvió a su secretario.—¿Encontraste los documentos que te pedí?—Sí, te los envíe al correo e imprimí un juego por si los necesitabas. —Cameron dejó una carpeta sobre la mesa que tomó para comenzar a revisarlo.—Gracias.Su secretario asintió y clavó la mirada en su tableta.—A las once tienes una reunión con el departamento de marketing.Maxim asintió sin mostrar ninguna emoción al pensar en la posibilidad de ver a Valeria. Había pasado un poco más de un mes desde la última vez que la había visto por última vez. En ese tiempo, se había sumergido en el trabajo de lleno, haciendo lo posible por olvidarse de ella, y casi había funcionado. Aunque ya no pensaba en ella con la misma frecuencia que antes, a veces su imagen lograba inmiscuirse entre sus pensamientos en aquellos momentos que bajaba la guardia.Valeria tampoco había hecho ningún intento por contactarlo. Aunque en el
Valeria estiró los brazos al aire, sintiendo cómo sus músculos protestaban después de horas de trabajo ininterrumpido. Soltó un suave quejido, pero una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro cuando sus ojos se posaron en el diseño finalizado en la pantalla. Era perfecto. Bueno, quizás estaba exagerando un poco, pero le gustaba como había quedado todo.Revisó la hora y se sorprendió al ver que ya pasaba de la medianoche. El tiempo había volado sin que se diera cuenta. Era demasiado tarde, y sabía que debía irse a dormir pronto. Al día siguiente, o bueno ese día, tenía que levantarse temprano para llegar a tiempo a la oficina.Después de renunciar a Secure Line Insurance, había conseguido trabajo en una empresa mucho más pequeña. El lugar no era nada glamuroso en comparación con las instalaciones de su anterior empleo y la paga tampoco era tan buena. Su sueldo apenas le alcanzaba para cubrir la renta y algunas otras necesidades. Sus ahorros habían comenzado a desaparecer a una v
Valeria le lanzó una mirada incrédula a Pia. Después del desastre que había sido la primera cita que le había arreglado, cualquiera habría esperado que se diera por vencida, pero parecía que solo había estado buscando un nuevo candidato.—Es en serio, te lo prometo —insistió Pia, probablemente adivinando que Valeria estaba a punto de negarse a ir a otra cita a ciegas—. Esta vez es un buen tipo.—Dijiste lo mismo del anterior, y resultó ser un tipo de modales cuestionables. Además, era bastante egocéntrico. No paró de hablar de sí mismo durante toda la cena —le recordó, rodando los ojos—. Lo único bueno fue que no tuve que esforzarme por buscar un tema de conversación. Él podría hablar incluso con una piedra sobre sus proezas. Pia soltó una carcajada.—Sí, lo admito, cometí un error con ese —aceptó su amiga en cuanto logró dejar de reír —. Pero Rafaello es diferente. Atractivo, educado, buen sentido del humor y con una buena posición económica.—Suena perfecto, pero sigue sin convenc
Valeria soltó una carcajada tras escuchar a Rafaello contarle sobre una vaca que lo había hecho pasar un mal momento al inicio de su carrera como veterinario.—¿Es en serio? —preguntó ella, incrédula.—Sí —respondió Rafaello con una sonrisa—. Terminé con el trasero dentro de una cubeta, un dolor infernal en el abdomen y mi orgullo por los suelos. Me costó perdonar a Brownie después de eso.Valeria volvió a reír al imaginarse a Rafaello atrapado dentro de una cubeta, la imagen era demasiado graciosa como para contenerse. Sin embargo, se cubrió la boca al notar que su risa probablemente estaba llamando la atención.La cita, pese a sus nervios iniciales, estaba yendo sorprendentemente bien. Tenía que admitir que Pia no se había equivocado con él. Rafaello tenía un gran sentido del humor, desde que había llegado, no había dejado de hacerla reír. Además, era atractivo, y su sensibilidad hacia los animales lo hacía aún más encantador.—Basta de hablar de mí. Seguro que tú también tienes ané
Maxim extrañó la cercanía de Valeria tan pronto ella puso algo de distancia entre ellos. Demonios, tendría que estar enfadado, incapaz de soportar su cercanía. Sin embargo, el tiempo parecía haber atenuado su resentimiento.Todavía sentía el dolor de su traición, más ahora que la tenía frente a él e inevitablemente pensaba en lo que pudieron haber tenido. Pero con el paso de los meses, había llegado a comprender que, de haber estado en su lugar, quizá no habría actuado de manera muy diferente. Amaba a sus hermanos y era capaz de destruir a cualquiera, sin un atisbo de piedad, si creía que los habían lastimado.—¿Podemos hablar? —preguntó Valeria, interrumpiendo sus pensamientos.Maxim la observó con curiosidad, una sonrisa bailando en sus labios.—Creí que ya estábamos hablando.—Me refiero... —Valeria hizo una pausa, buscando las palabras—. En otra ocasión. Quizás podríamos reunirnos en algún lugar. Me gustaría poder decirte algunas cosas.—¿Y por qué no ahora? —replicó Maxim. Cuanto
Valeria esperó una respuesta, pero conforme pasaban los segundos, se dio cuenta de que Maxim no planeaba decir nada. Sintió una opresión en el pecho ante su silencio. No había esperado que él la perdonara de inmediato, pero, aun así, no pudo evitar sentirse decepcionada por su silencio. Tomó una inhalación profunda y se puso de pie. No había nada más que hacer allí.—¿A dónde vas? —preguntó Maxim.—A mi departamento. No veo razón para permanecer aquí. —Le dio una sonrisa que esperaba fuera convincente—. Gracias por escucharme.—¿Así que eso es todo? ¿No vas a intentar convencerme de que te disculpe? Quizás ofrecerme algo a cambio. —Maxim se levantó y rodeó la mesita de café. Se detuvo frente a Valeria y la tomó suavemente de la nuca.—¿Qué… qué haces?Maxim sonrió y se inclinó lentamente hacia Valeria, acercándose hasta que sus alientos se entrelazaron.—Estaría dispuesto a considerar aceptar tus disculpas, si me ofrecieras algo a cambio —susurró y la besó.Maxim dejó escapar un sonido