Valeria le lanzó una mirada incrédula a Pia. Después del desastre que había sido la primera cita que le había arreglado, cualquiera habría esperado que se diera por vencida, pero parecía que solo había estado buscando un nuevo candidato.—Es en serio, te lo prometo —insistió Pia, probablemente adivinando que Valeria estaba a punto de negarse a ir a otra cita a ciegas—. Esta vez es un buen tipo.—Dijiste lo mismo del anterior, y resultó ser un tipo de modales cuestionables. Además, era bastante egocéntrico. No paró de hablar de sí mismo durante toda la cena —le recordó, rodando los ojos—. Lo único bueno fue que no tuve que esforzarme por buscar un tema de conversación. Él podría hablar incluso con una piedra sobre sus proezas. Pia soltó una carcajada.—Sí, lo admito, cometí un error con ese —aceptó su amiga en cuanto logró dejar de reír —. Pero Rafaello es diferente. Atractivo, educado, buen sentido del humor y con una buena posición económica.—Suena perfecto, pero sigue sin convenc
Valeria soltó una carcajada tras escuchar a Rafaello contarle sobre una vaca que lo había hecho pasar un mal momento al inicio de su carrera como veterinario.—¿Es en serio? —preguntó ella, incrédula.—Sí —respondió Rafaello con una sonrisa—. Terminé con el trasero dentro de una cubeta, un dolor infernal en el abdomen y mi orgullo por los suelos. Me costó perdonar a Brownie después de eso.Valeria volvió a reír al imaginarse a Rafaello atrapado dentro de una cubeta, la imagen era demasiado graciosa como para contenerse. Sin embargo, se cubrió la boca al notar que su risa probablemente estaba llamando la atención.La cita, pese a sus nervios iniciales, estaba yendo sorprendentemente bien. Tenía que admitir que Pia no se había equivocado con él. Rafaello tenía un gran sentido del humor, desde que había llegado, no había dejado de hacerla reír. Además, era atractivo, y su sensibilidad hacia los animales lo hacía aún más encantador.—Basta de hablar de mí. Seguro que tú también tienes ané
Maxim extrañó la cercanía de Valeria tan pronto ella puso algo de distancia entre ellos. Demonios, tendría que estar enfadado, incapaz de soportar su cercanía. Sin embargo, el tiempo parecía haber atenuado su resentimiento.Todavía sentía el dolor de su traición, más ahora que la tenía frente a él e inevitablemente pensaba en lo que pudieron haber tenido. Pero con el paso de los meses, había llegado a comprender que, de haber estado en su lugar, quizá no habría actuado de manera muy diferente. Amaba a sus hermanos y era capaz de destruir a cualquiera, sin un atisbo de piedad, si creía que los habían lastimado.—¿Podemos hablar? —preguntó Valeria, interrumpiendo sus pensamientos.Maxim la observó con curiosidad, una sonrisa bailando en sus labios.—Creí que ya estábamos hablando.—Me refiero... —Valeria hizo una pausa, buscando las palabras—. En otra ocasión. Quizás podríamos reunirnos en algún lugar. Me gustaría poder decirte algunas cosas.—¿Y por qué no ahora? —replicó Maxim. Cuanto
Valeria esperó una respuesta, pero conforme pasaban los segundos, se dio cuenta de que Maxim no planeaba decir nada. Sintió una opresión en el pecho ante su silencio. No había esperado que él la perdonara de inmediato, pero, aun así, no pudo evitar sentirse decepcionada por su silencio. Tomó una inhalación profunda y se puso de pie. No había nada más que hacer allí.—¿A dónde vas? —preguntó Maxim.—A mi departamento. No veo razón para permanecer aquí. —Le dio una sonrisa que esperaba fuera convincente—. Gracias por escucharme.—¿Así que eso es todo? ¿No vas a intentar convencerme de que te disculpe? Quizás ofrecerme algo a cambio. —Maxim se levantó y rodeó la mesita de café. Se detuvo frente a Valeria y la tomó suavemente de la nuca.—¿Qué… qué haces?Maxim sonrió y se inclinó lentamente hacia Valeria, acercándose hasta que sus alientos se entrelazaron.—Estaría dispuesto a considerar aceptar tus disculpas, si me ofrecieras algo a cambio —susurró y la besó.Maxim dejó escapar un sonido
Valeria dejó escapar un quejido al abrir los ojos y los volvió a cerrar inmediatamente. Tenía una jaqueca insoportable, y la luz del día no hacía más que empeorarla. Mientras yacía recostada, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a llenar su mente, aunque muchos de ellos estaban borrosos. Ni siquiera podía recordar cómo había llegado a la cama, ni en qué momento se quedó dormida. De todas las decisiones posibles, la peor que había tomado era embriagarse frente a Maxim. Solo esperaba no haber hecho o dicho algo que la hubiera dejado en ridículo.A pesar del dolor de cabeza, volvió a abrir los ojos y se obligó a mantenerlos abiertos. Se incorporó lentamente hasta quedar sentada al borde de la cama. Observó la habitación, reconociendo de inmediato que no era su departamento. Sintió un poco de alivio al darse cuenta que tampoco era la habitación de Maxim y que aún estaba parcialmente vestida.Su mirada se posó en el velador, donde había un frasco de pastillas y un vaso de agua. Al
Maxim vació el contenido de su vaso y lo dejó a un lado.—¿Qué te parece si pasamos el día juntos? —preguntó—. Podemos pasar el día junto a la piscina y quizás más tarde ver una película.—No entiendo lo que está pasando aquí, ni a qué estás jugando, pero no creo que sea buena idea que pasemos tiempo juntos.—No se trata de ningún juego.Ella soltó una risa amarga.—Entonces, explícame de que se trata porque te juro que no entiendo nada.Maxim consideró decirle la verdad, pero tenía el presentimiento de que Valeria no creería que quería otra oportunidad con ella, no después de todo el tiempo que habían pasado separados. Sabía que solo hablar de sus sentimientos en ese momento podría hacer que Valeria se cerrara.Por eso, decidió que lo mejor era pasar tiempo con ella, conociéndose nuevamente, y recuperar la conexión que alguna vez habían compartido.—Quiero pasar tiempo contigo.—¿Por qué? —Valeria negó con la cabeza—. No, olvídalo. Las cosas podrían malinterpretarse, y lo último que
Valeria se recostó sobre su cama con un fuerte suspiro tras darle a Pia un resumen rápido de su encuentro con Maxim y su noche de copas. Su amiga estaba sentada a su lado con una expresión de incredulidad. Era difícil saber que parte la había sorprendido más.Se cubrió los ojos con el antebrazo e intentó no pensar en Maxim, sin ningún éxito. Sus últimas palabras todavía daban vueltas en su cabeza.—No era así como imaginé que terminaría tu cita a ciegas —comentó Pia—. Supongo que no volverás a salir con Rafaello.Valeria se descubrió los ojos por un instante y le lanzó una mirada a su mejor amiga que decía “¿Hablas en serio?”. No tenía cabeza para pensar en salir con nadie después de su breve tiempo con Maxim. —Al menos esta vez no fue mi culpa que tu cita a ciegas no funcionara. Elegí un candidato adecuado —continuó su amiga con una sonrisa en los labios y un brillo de diversión en la mirada—. ¿Y qué sentiste al volver a ver a Maxim?Valeria permaneció en silencio, buscando una respu
Valeria no podía dejar de juguetear con sus manos debido al nerviosismo. Revisó su celular por enésima vez y se dio cuenta que casi era la hora que había acordado con Sienna. No había tenido grandes esperanzas cuando la llamó para pedirle que ella y Natasha se reunieran con ella en su departamento, ni siquiera había estado segura de que le contestaría el teléfono. Aun así, para su sorpresa, Sienna lo había hecho y también había aceptado verla.El sonido de su celular interrumpió sus pensamientos. Tomó el teléfono rápidamente y vio que era un mensaje de Sienna informándole que ya habían llegado. Se levantó y fue hasta el intercomunicador para abrirles la puerta del edificio, esperando ansiosa en la entrada de su departamento. En cuanto las vio aparecer, las saludó y se hizo a un lado para dejarlas pasar.—Gracias por aceptar verme —dijo en cuanto Sienna y Natasha se acomodaron el sofá—. ¿Desean algo de beber? —ofreció, su voz mostraba aparente calma, aunque por dentro no se sentía igua