Valeria guardó los cambios de su último proyecto y apagó su computadora antes de levantarse y tomar sus cosas.—Estoy agotada —comentó Cristina de camino al ascensor—. Voy a meterme a la cama tan pronto llegue a mi departamento y olvidarme del mundo.—Ha sido un día largo —intervino Hugo, uniéndose a ellas.—Ni que lo digas —suspiro Valeria.—Y todavía nos faltan algunos iguales a hoy —se quejó Cristina—. Prefiero no hablar más de trabajo. En cuanto tenga ahorros suficientes me iré de vacaciones por algunas semanas. Planeo perderme en algún lugar en medio de la nada.—Ese definitivamente es un gran plan —dijo Hugo—. A mí me encantaría pasar mis vacaciones en un hotel en alguna playa pequeña.Valeria sonrió mientras Cristina y Hugo continuaban proponiendo ideas. Mientras los escuchaba hablar con entusiasmo, se permitió soñar con esas escapadas que parecían tan lejanas.La última vez que había tomado unas vacaciones había sido un par de años atrás, cuando Pia la convenció para pasar un f
Valeria sentía el peso de las miradas del resto de empleados en el edificio sobre ella. Al principio, había pensado que todo era producto de su imaginación, un nerviosismo infundado. Sin embargo, después de sorprender a varios empleados observándola fijamente mientras susurraban entre ellos, todas sus dudas se desvanecieron. Podría haber sido mucho peor de haber llegado con Maxim. Tenía suerte de que él tuviera una reunión a primera hora del otro lado de la ciudad.Era evidente que las noticias sobre su relación con Maxim ya se habían propagado. Debía ser alguna especie de récord porque no había transcurrido ni un día completo.A pesar de la incomodidad que la invadía, Valeria mantuvo la cabeza en alto y proyectó una calma que distaba mucho de lo que realmente sentía. De camino a su piso, ignoró a todos. La mayoría fue lo suficientemente discreto como para apartar la vista cuando sus ojos se encontraban con los de ella.Apenas había comenzado a instalarse en su escritorio cuando Crist
Maxim estaba preocupado por Valeria. Desde que se levantaron, ella se había estado comportando extraño. Había estado más callada de lo usual, y a medida que avanzaba el día, su distracción se volvía más evidente. Durante el desayuno, ella apenas había pronunciado un par de palabras, y cada vez que él intentaba iniciar una conversación, se encontraba frente a respuestas cortas.— ¿Qué te parece si vemos una película esta tarde? —sugirió él.El silencio siguió a su pregunta y mientras los segundos transcurrían Maxim se dio cuenta que Valeria ni siquiera lo había escuchado.—¿Valeria? —insistió.Una vez más, no obtuvo ninguna respuesta.Extendió la mano y rozó la de Valeria, intentando atraer su atención. Ella parpadeó y lo miró con confusión.—¿Estás bien?Valeria le dio una sonrisa débil que no alcanzó sus ojos.—No, yo… —Ella soltó un suspiro—. No es nada, solo me duele un poco la cabeza.—Oh, encanto, debiste decir algo antes.Maxim llamó a Sandra y le pidió que le trajera algunos ca
—Deberías sentarte —sugirió Valeria.Maxim la miró, confundido, pero obedeció. Entonces Valeria, con las manos temblorosas, le tendió la fotografía que había mantenido oculta entre sus manos hasta ese momento.Maxim tomó la foto y la observó en silencio, poco a poco, una chispa de reconocimiento cruzó su mirada. Valeria notó el cambio, pero no dejó que eso la desanimara. Que él recordara a Nydia no significaba que lo que su hermana le había contado fuera cierto. Podían haberse conocido, pero eso no implicaba que hubiera existido algo entre ellos… como Nydia había dicho.—¿Qué significa esto? —preguntó Maxim—. ¿Por qué tienes esta foto? —Ella es mi hermana —respondió Valeria, con la voz entrecortada. Sentía el nudo en la garganta, pero estaba decidida a contar toda la verdad—. Se llamaba Nydia y tenía diecinueve años cuando… se quitó la vida. Era demasiado tarde cuando la encontré en su cama, con un frasco de pastillas vacío a su lado. No pude hacer nada para salvarla.Las lágrimas c
Maxim soltó una risa amarga, burlándose de su propia ingenuidad mientras aferraba la botella en su mano como si fuera un salvavidas. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba encerrado en su oficina, pero hacía ya un tiempo que su visión se había vuelto borrosa y sus pensamientos, confusos. Sin embargo, todavía no había podido dejar de pensar en Valeria. Quería encontrarla y besarla hasta que ambos se olvidaran de todo. Fingir que nada había cambiado entre ellos y que ella no lo había estado utilizando desde que se conocieron.Si aún la deseaba a su lado, significaba que no había bebido lo suficiente. Alejó esos pensamientos y volvió a llevarse la botella a los labios, pero esta vez no sintió el familiar ardor del licor al entrar en contacto con su paladar.Frunció el ceño y miró la botella. Entrecerró los ojos para poder verla mejor, ya que veía tres botellas bailando frente a él. Descubrió que estaba vacía. Con un suspiro la dejó a un lado y, tambaleándose, se levantó. Sus piernas flaq
Maxim observó a Kassio ponerse de pie y pasearse por la oficina como si se tratara de un perro enjaulado.—¿Crees que la empresa me preocupa en este momento? Demonios, Maxim. Estabas inconsciente cuando Sienna y yo llegamos y este lugar parecía haber sido saqueado por ladrones.—Yo…Kassio levantó una mano para silenciarlo.—No he terminado —dijo Kassio con firmeza—. Puede que me consideres un bastardo frío sin corazón y sí, suelo serlo a veces, pero me preocupo por ti. Eres mi hermano pequeño y, sin importar cuan estúpido puedas ser a veces, siempre voy a querer lo mejor para ti.Maxim sintió un nudo formarse en la garganta. No esperaba una declaración tan sentimental, menos viniendo de alguien de pocas palabras como Kassio. El amor entre ellos siempre había estado implícito, no era algo que expresaran con palabras. No era su estilo.Se aclaró la garganta antes de hablar.—Lamento lo de anoche, prometo que no lo haré una costumbre. Al parecer, no tengo el mismo aguante que antes —ter
Valeria estaba sentada en la cocina, mirando al vacío. La taza de café en sus manos se había enfriado hace rato. Al escuchar su nombre de boca de su amiga, levantó la mirada y le dedicó una sonrisa de disculpa. Había dejado de escucharla hace ya algunos minutos, perdida en sus pensamientos.—Lo siento, ¿qué decías?Había pasado una semana desde que le confesó la verdad a Maxim, una semana desde que no lo había visto, y el dolor seguía siendo tan intenso como el primer día. Lo extrañaba demasiado y en más de una ocasión había considerado llamarlo.Había tomado el celular y buscado su número entres sus contactos, pero siempre, justo antes de marcar, desistía. ¿Qué podía decirle? Además, lo más probable es que él ni siquiera le contestara. Podía recordar con total claridad la frialdad en los ojos de Maxim cuando descubrió su plan. Él nunca la perdonaría por lo que había hecho y la certeza de eso la estaba destruyendo lentamente.La mayoría de los días, funcionaba en automático. Se levant
Valeria se hizo a un lado para dejar pasar a Sienna y a Natasha y cerró la puerta. Estaba algo sorprendida de que ellas estuvieran allí, pero tras reflexionar un instante, se dio cuenta de que no era tan extraño. La familia de Maxim era unida y siempre se cuidaban las espaldas mutuamente.—Tomen asiento, por favor —invitó, señalando el sofá, y se quedó de pie en medio de la sala, incómoda.Las expresiones de Sienna y Natasha no tenían ningún rastro de la amabilidad con la que la habían tratado salida juntas. Valeria supuso que ya estaban al tanto de su ruptura con Maxim y no se hacía ilusiones de que desconocieran los motivos detrás de ello.—¿Desean beber algo? —preguntó, tras un momento, para romper el tenso silencio.—No, gracias —respondió Natasha.—Estoy segura de que sabes que esta no es una visita casual —intervino Sienna. Su tono gélido le provocó un escalofrío.Valeria asintió lentamente, temiendo lo que vendría a continuación, pero dispuesta a aceptar lo que fuera. Sabía que