Maxim dejó un beso en la nuca de Valeria. Ella soltó un leve quejido y giró el rostro hacia él. Una sonrisa adornó su rostro al verlo y sus ojos se iluminaron con calidez. Negar que le encantaba cómo su expresión cambiaba solo con verlo sería absurdo. —Buenos días —dijo ella con la voz ligeramente ronca por el sueño.—Buenos días, encanto. —Maxim se acercó brevemente a ella y le dio un beso en la frente—. ¿Qué te parece si nos quedamos en cama todo el día? —propuso, deslizando una mano lentamente por su espalda, trazando un recorrido de arriba hacia abajo y viceversa. La noche anterior la había reclamado con total entrega en más de una ocasión y aun así el deseo de poseerla una vez más latía en su interior.—¿Estás hablando en serio? ¿Qué pasó con el hombre que no puede estar demasiado tiempo alejado de su computadora o teléfono? —replicó ella, su tono mezclando diversión y provocación.—Es domingo. Todos merecemos un descanso los domingos.—¿Incluso los adictos al trabajo? —Valeria l
Valeria era incapaz de deshacerse de la sensación de opresión en el pecho. Su respiración era superficial y sentía que en cualquier momento podía comenzar a hiperventilar. El paisaje afuera cambiaba a una velocidad vertiginosa mientras se acercaban cada vez más a la casa de Kassio. El impulso de pedirle a Maxim que dieran la vuelta aumentaba con cada kilómetro que avanzaban, pero era incapaz de pronunciar una sola palabra.—No necesitas preocuparte. Todo estará bien —dijo Maxim, apretando suavemente su mano.Valeria giró el rostro, forzando una sonrisa que esperaba hubiera alcanzado sus ojos. Su mirada se encontró con la de Maxim, y el peso de lo no dicho se volvió insoportable.—Tengo que contarte algo… —dijo, con un nudo en la garganta. Pero lo que quería confesar se quedó atascado en su garganta.En los últimos días, apenas había podido dormir bien. Su mente había girado una y otra vez sobre lo mismo. La muerte de su hermana, el papel de Maxim, su plan de venganza. ¿Y si estaba equ
Ni siquiera habían dado un par de pasos dentro de la sala cuando Sienna ya estaba rodeando a Valeria con sus brazos, con el entusiasmo que la caracterizaba. Maxim sonrió al ver a su cuñada abalanzarse sobre ella y abrazarla como si llevara toda la vida conociéndola.—Es un gusto conocerte —dijo Sienna, retrocediendo un paso y mirando a Valeria de arriba a abajo—. Me encanta tu vestido. Natasha me ha hablado mucho de ti, pero eres aún más bonita en persona.Sienna se dio la vuelta para mirar a Maxim y también se acercó a darle un abrazo. Él le devolvió el abrazo, prolongándolo a propósito solo por irritar a Kassio.—Será mejor que la dejes ir pronto —advirtió su hermano, justo como esperaba que lo hiciera.—Descuida, hermanito, no tienes porque estar celoso. Ella jamás me arrebatara de tu lado —terminó con un guiño.Kassio sacudió la cabeza.—Valeria —dijo Maxim ignorando a su hermano—, te presento a mi hermano mayor, Kassio Volkov. No te dejes engañar por su apariencia, es casi un ter
Maxim observó a su hermano Kassio sobre el borde de su vaso de agua. A veces era como estar frente a su padre. Los dos se parecían bastante, desde la estructura de su mandíbula hasta la postura, falsamente relajada. Pero Maxim sabía mejor que nadie que detrás de esa aparente calma había una mente siempre analítica.—Tu llamada me tomó por sorpresa —comentó, dejando su vaso sobre la mesa con suavidad.—No tuvimos tiempo para hablar mucho en la cena de anoche —respondió Kassio, cruzando los brazos y reclinándose contra su asiento.—Es cierto. Sienna estaba demasiado entusiasmada sometiendo a Valeria al tercer grado.Como era de esperar la mención de Sienna le sacó una sonrisa a Kassio.—¿Cómo van las cosas en el trabajo?—Muy bien —respondió Maxim—. En un par de semanas me reuniré con unos clientes potenciales. Si cerramos el trato, las ganancias serán considerables.—Sé de qué trato hablas y estoy seguro de que lo conseguirás.Las palabras, impregnadas de orgullo, le produjeron cierta
Valeria guardó los cambios de su último proyecto y apagó su computadora antes de levantarse y tomar sus cosas.—Estoy agotada —comentó Cristina de camino al ascensor—. Voy a meterme a la cama tan pronto llegue a mi departamento y olvidarme del mundo.—Ha sido un día largo —intervino Hugo, uniéndose a ellas.—Ni que lo digas —suspiro Valeria.—Y todavía nos faltan algunos iguales a hoy —se quejó Cristina—. Prefiero no hablar más de trabajo. En cuanto tenga ahorros suficientes me iré de vacaciones por algunas semanas. Planeo perderme en algún lugar en medio de la nada.—Ese definitivamente es un gran plan —dijo Hugo—. A mí me encantaría pasar mis vacaciones en un hotel en alguna playa pequeña.Valeria sonrió mientras Cristina y Hugo continuaban proponiendo ideas. Mientras los escuchaba hablar con entusiasmo, se permitió soñar con esas escapadas que parecían tan lejanas.La última vez que había tomado unas vacaciones había sido un par de años atrás, cuando Pia la convenció para pasar un f
Valeria sentía el peso de las miradas del resto de empleados en el edificio sobre ella. Al principio, había pensado que todo era producto de su imaginación, un nerviosismo infundado. Sin embargo, después de sorprender a varios empleados observándola fijamente mientras susurraban entre ellos, todas sus dudas se desvanecieron. Podría haber sido mucho peor de haber llegado con Maxim. Tenía suerte de que él tuviera una reunión a primera hora del otro lado de la ciudad.Era evidente que las noticias sobre su relación con Maxim ya se habían propagado. Debía ser alguna especie de récord porque no había transcurrido ni un día completo.A pesar de la incomodidad que la invadía, Valeria mantuvo la cabeza en alto y proyectó una calma que distaba mucho de lo que realmente sentía. De camino a su piso, ignoró a todos. La mayoría fue lo suficientemente discreto como para apartar la vista cuando sus ojos se encontraban con los de ella.Apenas había comenzado a instalarse en su escritorio cuando Crist
Maxim estaba preocupado por Valeria. Desde que se levantaron, ella se había estado comportando extraño. Había estado más callada de lo usual, y a medida que avanzaba el día, su distracción se volvía más evidente. Durante el desayuno, ella apenas había pronunciado un par de palabras, y cada vez que él intentaba iniciar una conversación, se encontraba frente a respuestas cortas.— ¿Qué te parece si vemos una película esta tarde? —sugirió él.El silencio siguió a su pregunta y mientras los segundos transcurrían Maxim se dio cuenta que Valeria ni siquiera lo había escuchado.—¿Valeria? —insistió.Una vez más, no obtuvo ninguna respuesta.Extendió la mano y rozó la de Valeria, intentando atraer su atención. Ella parpadeó y lo miró con confusión.—¿Estás bien?Valeria le dio una sonrisa débil que no alcanzó sus ojos.—No, yo… —Ella soltó un suspiro—. No es nada, solo me duele un poco la cabeza.—Oh, encanto, debiste decir algo antes.Maxim llamó a Sandra y le pidió que le trajera algunos ca
—Deberías sentarte —sugirió Valeria.Maxim la miró, confundido, pero obedeció. Entonces Valeria, con las manos temblorosas, le tendió la fotografía que había mantenido oculta entre sus manos hasta ese momento.Maxim tomó la foto y la observó en silencio, poco a poco, una chispa de reconocimiento cruzó su mirada. Valeria notó el cambio, pero no dejó que eso la desanimara. Que él recordara a Nydia no significaba que lo que su hermana le había contado fuera cierto. Podían haberse conocido, pero eso no implicaba que hubiera existido algo entre ellos… como Nydia había dicho.—¿Qué significa esto? —preguntó Maxim—. ¿Por qué tienes esta foto? —Ella es mi hermana —respondió Valeria, con la voz entrecortada. Sentía el nudo en la garganta, pero estaba decidida a contar toda la verdad—. Se llamaba Nydia y tenía diecinueve años cuando… se quitó la vida. Era demasiado tarde cuando la encontré en su cama, con un frasco de pastillas vacío a su lado. No pude hacer nada para salvarla.Las lágrimas c