El ático estaba a rebosar de gente. Maxim reconoció algunos rostros —aunque difícilmente podía recordar sus nombres—, pero la mayoría eran desconocidos para él. Llevó su vaso de brandy a los labios, observando a los asistentes con cierta indiferencia. Era un hecho de que muchos ya estaban pasados de copas. Las risas resonaban con más fuerza, los movimientos carecían de coordinación, y las conversaciones se llevaban en volumen alto.Mientras observaba lo que sucedía a su alrededor, no pudo evitar sentirse desconectado de todo aquello. Las noches desenfrenadas de alcohol y excesos habían perdido su atractivo hacía mucho tiempo. Ese era el motivo por el cual había dejado de asistir a la mayoría de fiestas a las que era invitado. De hecho, habría rechazado aquella invitación también, de no ser porque el anfitrión era Anthoine, uno de los pocos amigos que conservaba del pasado, aunque el tiempo y las circunstancias los habían distanciado.Como si lo hubiera invocado con el pensamiento, Ant
Valeria levantó la mirada al darse cuenta que alguien se había acercado a ella. Sonrió al darse cuenta que se trataba de Hugo.—Es la hora del almuerzo, ¿les gustaría acompañarme? —preguntó él, mirándola fijamente antes de desviar la mirada hacia Cristina.Valeria también miró a su amiga, quien se limitó a encogerse de hombros.—Está bien —aceptó.Las dos se levantaron y comenzaron a ordenar sus cosas.Durante el trayecto hacia el comedor, Hugo mencionó el último curso de actualización al que había asistido. Su voz se llenó de entusiasmo mientras les explicaba algunas de las nuevas técnicas que había aprendido. De vez en cuando, soltaba una broma, arrancando risas a Valeria y Cristina. La manera ligera que tenía Hugo para contar las cosas hacía que la conversación fuera bastante entretenida.Valeria intervino en más de una ocasión, haciendo preguntas o discutiendo algunos de los puntos que Hugo mencionaba. Apreció que él se quedara en silencio, escuchándola con atención y dejándola ha
Maxim despertó bruscamente, sabiendo instintivamente que Valeria ya no estaba a su lado, pese a que se había dormido con ella entre brazos. Los dos se habían quedado despiertos hasta cerca de la media noche conversando. Esa había sido la primera vez que compartían cama sin tener relaciones, algo que no había sucedido en el pasado con otra mujer.Estiró el brazo y se dio cuenta que el lado en el que Valeria debería de estar, estaba aún tibio, por lo que no debía llevar mucho tiempo fuera. Se deslizó fuera de la cama y salió a buscarla.La casa estaba en absoluto silencio y solo un par de lámparas iluminaban tenuemente el pasillo. Maxim avanzó a lo largo del corredor en dirección hacia las escaleras, pero se detuvo al darse cuenta que la puerta del salón de música estaba entreabierta. La empujo con suavidad y la luz del pasillo se coló en el interior, permitiéndole ver a Valeria. Ella estaba cerca de la ventana de espaldas a él, miraba por un pequeño espacio entre las cortinas hacia el e
Había pasado poco más de un mes desde aquella noche en que Maxim había tomado a Valeria en la sala de música, y ella sentía que su determinación comenzaba a menguar. Cada día conocía un poco más a Maxim y se daba cuenta de que era muy diferente a la persona que había pensado. Tenía un sentido del humor único, había librado sus propias batallas y se preocupaba por los demás. Una semana atrás, cuando ella había estado enferma por su período, él le había conseguido algunos analgésicos y la había mimado hasta el cansancio.Tal vez Maxim había sido una persona despreciable e insensible en el pasado, pero era evidente que había cambiado. Sin embargo, eso no borraba el daño que le había causado a Nydia. La idea de olvidarse de su venganza había cruzado por su mente, pero cada vez que eso sucedía sentía que estaba defraudando a su hermana.—¿Qué te tiene tan pensativa? —preguntó Maxim, devolviéndola al presente.—Nada, solo estoy un poco cansada.—Es comprensible. Has estado trabajando bastant
—Así que, ¿ustedes dos están saliendo? —insistió Natasha con una mirada curiosa.Valeria titubeó, sin saber qué responder. Negarlo sería inútil. No había que ser demasiado inteligente para darse cuenta que había pasado la noche en casa de Maxim. Sin embargo, aceptarlo tampoco se sentía adecuado, ya que oficialmente Maxim y ella no tenían una relación.—Algo así —dijo al fin.Natasha sonrió aun más si acaso era posible, como si supiera algo que ella no. Valeria esperaba que insistiera con el tema, pero la sorprendió cambiando de tema.—¿Y a qué te dedicas?—Soy diseñadora gráfica —respondió—. Trabajo en el departamento de marketing de la empresa de tu familia.—Oh, ¿así que fue allí donde conociste a mi hermano? —Natasha arqueó las cejas con interés.—Sí.—Así que rompió una de sus reglas más sagradas por ti.—¿Qué quieres decir? —preguntó antes de poder detenerse.Natasha se distrajo por un instante mientras le daba una sonrisa a su hijo que estaba balbuceando algo incomprensible.—No
Maxim dejó un beso en la nuca de Valeria. Ella soltó un leve quejido y giró el rostro hacia él. Una sonrisa adornó su rostro al verlo y sus ojos se iluminaron con calidez. Negar que le encantaba cómo su expresión cambiaba solo con verlo sería absurdo. —Buenos días —dijo ella con la voz ligeramente ronca por el sueño.—Buenos días, encanto. —Maxim se acercó brevemente a ella y le dio un beso en la frente—. ¿Qué te parece si nos quedamos en cama todo el día? —propuso, deslizando una mano lentamente por su espalda, trazando un recorrido de arriba hacia abajo y viceversa. La noche anterior la había reclamado con total entrega en más de una ocasión y aun así el deseo de poseerla una vez más latía en su interior.—¿Estás hablando en serio? ¿Qué pasó con el hombre que no puede estar demasiado tiempo alejado de su computadora o teléfono? —replicó ella, su tono mezclando diversión y provocación.—Es domingo. Todos merecemos un descanso los domingos.—¿Incluso los adictos al trabajo? —Valeria l
Valeria era incapaz de deshacerse de la sensación de opresión en el pecho. Su respiración era superficial y sentía que en cualquier momento podía comenzar a hiperventilar. El paisaje afuera cambiaba a una velocidad vertiginosa mientras se acercaban cada vez más a la casa de Kassio. El impulso de pedirle a Maxim que dieran la vuelta aumentaba con cada kilómetro que avanzaban, pero era incapaz de pronunciar una sola palabra.—No necesitas preocuparte. Todo estará bien —dijo Maxim, apretando suavemente su mano.Valeria giró el rostro, forzando una sonrisa que esperaba hubiera alcanzado sus ojos. Su mirada se encontró con la de Maxim, y el peso de lo no dicho se volvió insoportable.—Tengo que contarte algo… —dijo, con un nudo en la garganta. Pero lo que quería confesar se quedó atascado en su garganta.En los últimos días, apenas había podido dormir bien. Su mente había girado una y otra vez sobre lo mismo. La muerte de su hermana, el papel de Maxim, su plan de venganza. ¿Y si estaba equ
Ni siquiera habían dado un par de pasos dentro de la sala cuando Sienna ya estaba rodeando a Valeria con sus brazos, con el entusiasmo que la caracterizaba. Maxim sonrió al ver a su cuñada abalanzarse sobre ella y abrazarla como si llevara toda la vida conociéndola.—Es un gusto conocerte —dijo Sienna, retrocediendo un paso y mirando a Valeria de arriba a abajo—. Me encanta tu vestido. Natasha me ha hablado mucho de ti, pero eres aún más bonita en persona.Sienna se dio la vuelta para mirar a Maxim y también se acercó a darle un abrazo. Él le devolvió el abrazo, prolongándolo a propósito solo por irritar a Kassio.—Será mejor que la dejes ir pronto —advirtió su hermano, justo como esperaba que lo hiciera.—Descuida, hermanito, no tienes porque estar celoso. Ella jamás me arrebatara de tu lado —terminó con un guiño.Kassio sacudió la cabeza.—Valeria —dijo Maxim ignorando a su hermano—, te presento a mi hermano mayor, Kassio Volkov. No te dejes engañar por su apariencia, es casi un ter