Valeria despertó con un cálido brazo envolviéndola por la cintura. Abrió los ojos y se encontró cara a cara con Maxim. Los recuerdos de la noche y la madrugada se arremolinaron en su mente, provocando que sus mejillas se calentaran mientras el deseo volvía a despertar en su interior. Su cuerpo estaba adolorido y aun así lo deseaba una vez más.Se quedó allí, observándolo. Su cabello rubio brillaba con la luz de la mañana, y un ligero rastro de barba le cubría el mentón. Instintivamente, levantó la mano para acariciar su rostro, pero se detuvo al darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Debía aprovechar que Maxim estaba dormido para indagar en la casa en lugar de mirarlo como una boba.Con cuidado, se sentó al borde de la cama y se tomó un tiempo para mirar alrededor. La noche anterior, con las manos de Maxim recorriendo su cuerpo, apenas había prestado atención a los detalles. La habitación era tan grande y elegante. Los detalles sutiles de la decoración iban perfectamente con
Valeria se puso algo nerviosa al ver a Maxim sonreír antes de llevarse el tenedor a la boca y comer como si ella no hubiera dicho nada. Necesitaba saber qué pasaba por su mente, si caería en su trampa o si, por el contrario, estaría de acuerdo con ella y dejar las cosas justo como estaban.—Come, encanto, tu desayuno se enfría —dijo él, continuando su comida.Valeria se sintió extraña al escuchar aquel apodo otra vez. La noche anterior no le había dado demasiada importancia, inmersa en el frenesí de la pasión, pero ahora se escuchaba más íntimo.—¿Hay algo de malo con el desayuno? Puedo pedir que te preparen otra cosa, si así lo deseas.Sacudió la cabeza y empezó a comer. Ninguno de los dos dijo nada durante un tiempo hasta que Maxim rompió el silencio.—¿Por qué?Valeria lo miró con el ceño fruncido, sin entender muy bien la pregunta de Maxim. —Lo que quiero preguntar es ¿por qué no deberíamos volver a acostarnos? —aclaró él—. Ambos la pasamos muy bien anoche, ni siquiera intentes
Valeria se inclinó hacia adelante y dejó el ramo de flores que tenía en manos frente a la tumba de su hermana. Rosas rojas, las favoritas de Nydia.—Feliz Navidad —dijo con una sonrisa melancólica y se sentó en el suelo—. Sé que ha pasado un tiempo desde la última vez que vine, y no sé cuánto tiempo pasará antes de mi próxima visita. Quería que lo supieras. Yo... —se interrumpió y soltó un suspiro—. Han pasado algunas cosas recientemente. Por fin conseguiré que él pague por el daño que te hizo.Apoyó la barbilla en sus rodillas, abrazándose a sus piernas, y cerró los ojos. Los recuerdos del fatídico día en que su hermana murió la bombardearon. No quería pensar en eso, no en navidad, pero por más que lo intentó, no pudo frenar el curso de sus pensamientos.A pesar de los años transcurridos, las imágenes eran tan nítidas como si todo estuviera sucediendo otra vez.Acababa de llegar del trabajo y entró en la habitación de su hermana para ver cómo estaba. Nydia descansaba en su cama, y por
Maxim soltó un suspiro de cansancio y recostó la cabeza contra el asiento del coche.—A casa —ordenó, cerrando los ojos.—Por supuesto, señor —respondió su conductor, y poco después se escuchó el suave rugido del motor.Había tenido un par de días agitados. El día después de Navidad, su asistente le informó que había surgido un problema con uno de sus clientes y este se negaba a firmar la renovación del contrato. Aunque estaban en plena temporada festiva y el asunto podría haber esperado hasta después de Año Nuevo, Maxim sabía que en su negocio los retrasos podían costar caro. Era demasiado fácil perder clientes importantes si no se actuaba con rapidez.Maxim le había solicitado a su asistente que le concertara una cita y había cogido un vuelo ese mismo día. Después de tres días de reuniones, discusiones y algunos ajustes en la oferta, logró convencer al director de firmar el contrato. Con el problema solucionado, esperaba estar libre hasta después de Año Nuevo.Pese a que estaba cans
El ático estaba a rebosar de gente. Maxim reconoció algunos rostros —aunque difícilmente podía recordar sus nombres—, pero la mayoría eran desconocidos para él. Llevó su vaso de brandy a los labios, observando a los asistentes con cierta indiferencia. Era un hecho de que muchos ya estaban pasados de copas. Las risas resonaban con más fuerza, los movimientos carecían de coordinación, y las conversaciones se llevaban en volumen alto.Mientras observaba lo que sucedía a su alrededor, no pudo evitar sentirse desconectado de todo aquello. Las noches desenfrenadas de alcohol y excesos habían perdido su atractivo hacía mucho tiempo. Ese era el motivo por el cual había dejado de asistir a la mayoría de fiestas a las que era invitado. De hecho, habría rechazado aquella invitación también, de no ser porque el anfitrión era Anthoine, uno de los pocos amigos que conservaba del pasado, aunque el tiempo y las circunstancias los habían distanciado.Como si lo hubiera invocado con el pensamiento, Ant
Valeria levantó la mirada al darse cuenta que alguien se había acercado a ella. Sonrió al darse cuenta que se trataba de Hugo.—Es la hora del almuerzo, ¿les gustaría acompañarme? —preguntó él, mirándola fijamente antes de desviar la mirada hacia Cristina.Valeria también miró a su amiga, quien se limitó a encogerse de hombros.—Está bien —aceptó.Las dos se levantaron y comenzaron a ordenar sus cosas.Durante el trayecto hacia el comedor, Hugo mencionó el último curso de actualización al que había asistido. Su voz se llenó de entusiasmo mientras les explicaba algunas de las nuevas técnicas que había aprendido. De vez en cuando, soltaba una broma, arrancando risas a Valeria y Cristina. La manera ligera que tenía Hugo para contar las cosas hacía que la conversación fuera bastante entretenida.Valeria intervino en más de una ocasión, haciendo preguntas o discutiendo algunos de los puntos que Hugo mencionaba. Apreció que él se quedara en silencio, escuchándola con atención y dejándola ha
Maxim despertó bruscamente, sabiendo instintivamente que Valeria ya no estaba a su lado, pese a que se había dormido con ella entre brazos. Los dos se habían quedado despiertos hasta cerca de la media noche conversando. Esa había sido la primera vez que compartían cama sin tener relaciones, algo que no había sucedido en el pasado con otra mujer.Estiró el brazo y se dio cuenta que el lado en el que Valeria debería de estar, estaba aún tibio, por lo que no debía llevar mucho tiempo fuera. Se deslizó fuera de la cama y salió a buscarla.La casa estaba en absoluto silencio y solo un par de lámparas iluminaban tenuemente el pasillo. Maxim avanzó a lo largo del corredor en dirección hacia las escaleras, pero se detuvo al darse cuenta que la puerta del salón de música estaba entreabierta. La empujo con suavidad y la luz del pasillo se coló en el interior, permitiéndole ver a Valeria. Ella estaba cerca de la ventana de espaldas a él, miraba por un pequeño espacio entre las cortinas hacia el e
Había pasado poco más de un mes desde aquella noche en que Maxim había tomado a Valeria en la sala de música, y ella sentía que su determinación comenzaba a menguar. Cada día conocía un poco más a Maxim y se daba cuenta de que era muy diferente a la persona que había pensado. Tenía un sentido del humor único, había librado sus propias batallas y se preocupaba por los demás. Una semana atrás, cuando ella había estado enferma por su período, él le había conseguido algunos analgésicos y la había mimado hasta el cansancio.Tal vez Maxim había sido una persona despreciable e insensible en el pasado, pero era evidente que había cambiado. Sin embargo, eso no borraba el daño que le había causado a Nydia. La idea de olvidarse de su venganza había cruzado por su mente, pero cada vez que eso sucedía sentía que estaba defraudando a su hermana.—¿Qué te tiene tan pensativa? —preguntó Maxim, devolviéndola al presente.—Nada, solo estoy un poco cansada.—Es comprensible. Has estado trabajando bastant