Cap 3

Cristal.

Siento que la cabeza me duele y un ardor en mi garganta tan incómodo que me hace despertar, al abrir los ojos a la primera que veo es a Ana que me mira con preocupación pero intenta sostener una sonrisa en sus labios.

-Emperatriz que bueno que ya esté despierta. ¿Cómo se encuentra?

-Me siento un poco aturdida.

-Quisiera poder ofrecerle algo pero no tengo nada, ni siquiera me han traído agua para beber.

-Pero que hombre tan desconsiderado.

Me siento en esta cama que es tan incómoda y me doy cuenta que estoy en ropa interior, me cubro con los brazos ya que nunca avía estado tan expuesta fuera de mi baño privado.

-¿Dónde está mi ropa?

-El sultán se la quitó cuando se uedo inconciente.

Pero que atrevimiento, me siento tan avergonzada, nunca en mi vida un hombre me avía visto con tan poca ropa y supongo que el también me trago aquí.

-Hasta que despertaste.

Escucho la voz del sultán y lo miro parado en la entrada de la tienda sosteniendo un cuenco y una especie de vasija, me cubro más el cuerpo y Ana rápidamente me cubre con lo que creo que es una parte de mi falda, el sultán entra y mira de forma molesta a Ana que baja la mirada con miedo, que le hizo este hombre a Ana mientras yo estaba inconciente.

-Veté.

Ana me mira en espera de mi respuesta, no me gustaría quedarme a solas con este hombre y menos con tan poca ropa pero creo que el sultán quiere hablar conmigo en privado, cierro los ojos y asiento con pesadez, Ana se levanta me asé una reverencia y sale de la tienda.

-¿Por qué ella no me obedece?

-Por que es mi dama de compañía y mejor amiga.

El sultán se reí de forma burlona y deja en mis piernas el cuento con pan y lo que parece carne seca, la vasija la deja en el suelo a un lado de mi.

-Dama de compañía aquí las llamamos sirvienta personal.

-¿Por qué me des vestiste sin mi permiso?

-Estabas inconciente por el calor lo tenía que hacer o querías que me esperará a que te murieras cocida por tantas prendas. ¿Por que usan tanta ropa?

-Es protocolo. ¿A dónde me llevar y para que?

-Es más que obvio que te llevaré a mi imperio y el para que dejaré que te des cuenta cuando lleguemos.

El sultán me da una sonrisa burlona y se retira de mi presencia no sin antes detenerse a la entrada de la tienda y mirarme por encima de su hombro.

-Dile que debe de seguir mis órdenes como si fuera un perro obediente o de lo contrario tendre que dar de comer a los leones.

Después de darme esa clara amenaza para Ana por fin me deja sola pero no permanezco mucho tiempo así ya que Ana entra casi de inmediato y se me acerca preocupada.

-¿Que le a dicho su emperatriz? ¿Acaso le faltó el respeto?

Le doy una sonrisa dulce a Ana que está dispuesta a poner en riesgo su vida por defender me pero jamás dejaría que eso pasé.

-No Ana, no me faltó al respeto pero me dejo esta comida y creo que hay agua en la vasija, por favor toma lo que quieras.

-Me alaga mucho pero no puedo tomar la comida de su majestad.

-No quiero que te enfermes por mi culpa además no sabemos cuánto tiempo pasaremos en el desierto.

Después de insistir Ana por fin toma comida y agua, esa noche no puedo dormir mucho solo dormito a ratos y creo que Ana no durmió para nada por qué cada vez que despertaba estaba parada a mi lado, insiste para que se recostara a mi lado en esta cama tan incómoda pero se negó rotundamente, al salir el sol nos avisan que seguiremos la travesía y para evitar otro desmayo por calor solo me coloco el vestidillo que es más ligero que se usa debajo del vestido principal, salimos de la tienda pero el sultán rápidamente me cubre otra vez con el velo y me sube al camello, el viaje en este animal es realmente incómodo sus movimientos al caminar son bruscos y un poco toscos asiendo que mis asentaderas me duelan mucho, no estoy acostumbrada a estos tratos tan rudos, antes de que caiga el sol por fin llegamos a una ciudad que nos recibe con aplausos y palabras de aliento todas van dirigidas al hombre que encabeza toda la caravana.

-Bienvenido sultán. Sol del oriente. Que los dioses lo bendigan. Viva el rey.

Parece que lo admiran creo que con su gente es benevolente y un buen gobernante, llegamos a lo que parece un palacio blanco con ventanas doradas, en ningún momento me despojo del velo por el temor que le haga algo a Ana, por fin se detiene el camello en la entrada del palacio donde me bajan y me conducen al interior, este lugar es hermoso hay pinturas en la pared, esquisitos tapetes y frescos en las paredes desearía poder admirar con más detenimiento estás obras de arte pero no me lo permiten ya que me guían hasta una habitación que tiene un delicioso aroma a jazmín, nos quedamos solas Ana y yo durante algunos minutos hasta que llegan unas ancianas que me miran con un poco de impresión en sus rostros.

-Pero que blanca es su piel.

-Al igual que su cabellos.

-Causara revuelo en el harem.

-Señoritas hay que poner manos a la obra no hay que hacer esperar al sultán.

Las ancianas me intentar despojar de la ropa pero opongo resistencia sujeta do mis prendas con fuerza, Ana rápidamente retira a las ancianas de mi espacio personal.

-Lo siento señoras pero solo yo estoy autorizada para ayudar a su majestad en el baño.

-Pero solo las ancianas vírgenes del sultán pueden preparar y asegurarnos de que las nuevas chicas no tengan marcas y enfermedades en su cuerpo.

-Pero como se atreven a insinuar que su alteza tiene enfermedades.

-No se moleste señorita es protocolo para poder entrar al palacio real.

-Calma Ana si es protocolo para poder entrar al palacio hay que respetarlo, todos los imperios tienen costumbres diferentes y hay que acatarlas.

-Esta bien su alteza.

Ana se hace a un lado, las ancianas me despojan de la ropa y comienzan a examinar mi cuerpo sin vergüenza alguna, me hacen sentir un poco incómoda pero lo solo por, el agua con esencias se siente tan bien en mi piel torturada por el sol, las manos de las ancianas son tan suaves que apenas las siento en mi cabello, cuando terminan me dan ropa limpia y pefumanda de color naranja rojizo son sueves y de seda pero son muy rebeladoras para mi gusto.

-Disculpen señoras. ¿Donde esta el reto de la ropa?

-Esa es toda señorita, aqui se usan prendas ligeras.

Me colocan un velo del mismo color, no puedo creer que todos tengan que pasar por esto para entrar al palcio, miro a Ana y a ella le colocaron un atuendo mas sensillos y de color verde claro, me siento expuesta con estas prendas y al ver la cara de Ana ella se siente igual.

-Por favor sigan nos.

Seguimos a las ancianas por los pasillos hasta llegar a unas puertas doradas custodiadas por dos guardias.

-Esperen aqui hasta que abran las puertas y su alteza usted debe de entrar primero y no se retire el velo.

Las ancianas hacen una leve reverencia que Ana responde como es el protocolo y se retiran, miro a los guardias atraves del velo y alzo el rostro para enfrentar o lo que sea qur alla aqui dentro, se escucha musica y lso guardias abren las puertas al misml tiempo, entramos como nos lo indicaron las ancianas y esta es una especie de fiesta supongo que es para recivir a los extrangeros, en el centro y al fondo del salon esta el sultan sentado en un trono dorado mirandonos con una sonrisa llena de sadisfaccion, a sus pies hay barias mujeres arodilladas vestidas de forma similar a mi, llegamos al centro del salon y el sultan alza la mano deteniendo la musica, se levanta de su trono y se acerca a nosotras.

-Algunos de ustedes se preguntaron a donde fui ase algunos dias, cruce el mar y fui al reino del norte donde tome control de sus tierras y traje lo mas valioso que tenian.

El sultan toma el velo de mi cabeza y lo retira de un tiron revelando mi rostro a todos los presentes que me miran con asombro.

-Con ustedes la emperatriz Cristal Nifet tambien conocida como el angel del norte.

Las personas aplauden como si fuera alguna especie de espectaculo causandome molestia y lo que me lleva a mi limite es que el sultan sin mi permiso me toma de la mano y me ase jirar como si fura una muñeca de porcelana, soy un ser humano, soy de la realeza ya fui la burla y espectaculo de muchos durante mi matrimonio que solo me jusgaron y hablaron a mis espaldas pero ya estoy arta, arta de que no me pueda defender por mantener la calma y las apariencias ante los demas pero estas personas no pertenercen a mi reino y no me importa que hablen de mi, jaló mi mano y me libro del hagare del sultan que me mira desconcertado.

-No soy su juguete ni su bufón.

-No te di el permiso de que hables.

-No necesito el permiso de nadie ya soy un adulto y mucho menos de un hombre sin corazón.

-¿Como te atreves hablar me de esa manera? Gracias a mi estas con vida.

-Su alteza nos están mirando.

Ana me susurra preocupada, se que tiene razón pero ya estoy arta de darle gusto a los demás, el sultán me mira desafiante y le sostengo la mirada apesar de que estoy muy nerviosa y con miedo, esta es la primera vez que me defiendo de alguien de forma directa, el sultán ase un movimiento con la mano la musica continúa y se me acercan dos hombres de piel oscura me asen una seña de que los acompañé y prefiero hacerlo que seguir en la presencia de este hombre, me lleva a una parte apartada de la fiesta y me abre la puerta de una habitación pero aqui no hay mucho, solo hay alfombras y lo que parece una cama con muchas almohadas, el hombre moreno cierra la puerta a mi espalda y me doy cuenta de que a dejado a Ana fuera, escucho que Ana protesta pero se la llevan solo espero que no le hagan daño, miro mis manos y me doy cuenta de que estan temblando por los nervios se que al retar a un emperador o sultan es arriesgar la cabeza pero ya no tengo nada que perder mi imperio calló, mi esposo esta muerto aunque eso no me importa mucho y me alejaron de mi familia pero de eso el única persona que me importa y extraño es a mi hermano mayor Val, solo espero que este a salvo.

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