cap 7

Ismael.

Que irritante es que Cristal no acepté mis presentes, que tienen de malo mis joyas son de la mejor calidad y más finas de la región, se tardaron dos días en traerlas hasta el palacio y ella ni siquiera las uso una vez, maldición qué tengo que hacer para que está mujer me tenga algo de afectó y sienta aprecio por mi, las dos veces que tuve que rebajarme a ir hasta esa habitación apartada y olvidada ni siquiera me presto atención, solo le importa estar pegada a esa pared que las une a la habitación de la servidumbre, que diablos hay allí que es tan importante para ella, recuerdo la chica que vino con ella, ella fue lo único que quiso traer, mando a traerla al salón secundario mientras tomo vino mirando por la ventana las estrellas de la oscura noche, no creí que una mujer fuera tan difícil.

-¿Que vas hacer con la chica?

-La are hablar y así poder saber los gusto de Cristal.

-Es tan extraño que la llames por su nombre.

La puerta es tocada, doy el pasó y miro como entran el guardia y la pequeña mujer castaña que me mira asustada.

-Dime cuales son los gustos de Cristal.

La mujer no dice ni una sola palabra y solo me mira a la cara asiendo que pierda la poca paciencia qué tengo en estos momentos.

-¡QUE HABLES!

-No diré nada sobre su alteza, jamás traicionare su confianza.

-Tu lealtad así ella es admirable pero valdría tu vida.

-Prefiero morir qué traicionar la.

La mujer castaña me mira directamente a los ojos sin rastro de miedo alguno, admiro su valor o debería decir su estupidez, tal vez debería de abordar este problema de forma diferente.

-Lleven la a una de las habitaciones de huéspedes sin hacerle daño.

Me obedecen sin cuestionarme, nos quedamos solos Hasam y yo, él me mira con un poco de curiosidad y se para a mi lado en la ventana.

-Que interesante.

-¿Que cosa?

-Que hacion tomará el sultan ahora, no me diga que la torturara y le sobornara de otra forma.

Hasam me da una mirada pícara, sé muy bien a que se refiere Hasam pero jamás caeré tan bajo además esa mujer no me interesa en lo más mínimo la única que me interesa es la emperatriz Cristal. Pasarón dos días y esta mujer no me dice nada importante sobre Cristal, le di una mejor habitación, comida incluso le ofrecí una joya de buena calidad pero ella se negó aceptarlas, me comienzo a desesperar y estoy tentado a encarcelar la para que suelte la lengua pero creo que si lo hago no me ganare el afecto de Cristal sino todo lo contrario, esta tarde vengó hacer otro intento en vano ya que está mujer se niega totalmente a darme información, pienso un poco y tal vez debería de mostrale el motivo de mi interés en Cristal apesar de que es personal y penoso pero tal vez así me dará algo que me sirva.

-Me podría acompañar.

Al parecer lo piensa un poco pero al final acepta, la guió por el palacio hasta la torre central de la cual solo yo tengo la llave pero antes de abrir la puerta la miro de forma fría y sería.

-Se que ustedes creen que soy un bárbaro por lo que hice pero le mostare el motivo verdadero detrás de mis acciones.

Abro la puerta y dejo que ella pase antes de prender las antorchas asiendo que se ilumine el lugar revelando mi peculiar colección, la sirvienta personal de Cristal mira el lugar y se detiene en mi cuadro favorito.

-Disculpe pero ¿que es todo esto?

-Te dije que tenía un motivo para mis acciones, me asquiava ver como una mujer tan bella e inteligente se marchitaba al lado de un hombre tan incompetente, deseaba salvarla de esa sombra es por eso que la traje a mi imperio donde jamás será despreciada.

-Todo esto es de admirar pero la emperatriz Cristal es una mujer reservada y si la fuerza a algo solo obtendrá qué salga a flote su carácter.

-Solo quiero saber como puedo hacer para que tolere mi presencia.

Nunca en mi vida avía pedido algo con esta desesperación siempre tenía que pedirlo y se me entregaba pero si esto es necesario para poder acercarme a la emperatriz Cristal es un buen sacrificio.

Cristal.

Estos días han sido una tortura para mis nervios, no he sabido nada sobre Ana temo mucho qué el sultan la allá ejecutado por mi culpa, las mujeres que se encuentran conmigo intental subir mi ánimo en especial Romina qué me canta y baila pero es inútil mi pena es muy grande y profunda, Ana siempre estuvo para mi y ahora por mi culpa su luz se apagado, escucho qué la puerta es abierta pero no tengo interés alguno en saber quien es.

-¡SU ALTEZA!

El alma me vuelve al cuerpo cuando escucho la voz de Ana, le canto de donde estoy sentada y voy a su encuentro dándole un fuerte abrazo, no recuerdo cuando fue la última vez que abracé a alguien, me separo de ella un poco y la miro con detenimiento de que no tenga algún golpe.

-Ana ¿Te hicieron algo?

-No su alteza al control el sultan me trato muy bien.

-Me llena de alegría que estés con bien Ana, me preocupantes mucho.

-Lo siento mi señora pero ya no tendrá qué preocuparse vengó para llevarla a una mejor habitación.

Esas palabras me animan pero me detengo a pensar en las demás mujeres, no somos las mejores amigas pero en estos días me trataron bien apesade no conocerme y sería una pena qué tan buenas mujeres se quedarán aquí en el olvidó, le doy una sonrisa a Ana.

-Lo siento Ana pero no las puedo dejar aquí.

-No se preocupe por nosotras ya estamos acostumbradas ve y busca un mejor lugar.

Esa oferta es tabtadora pero no piendo aceptarla sé lo que se siente estar en el olvido total y que te hagan menos.

-No, no las dejaré aquí ustedes también se merecen ver la luz del sol, lo siento Ana.

-Lo comprendo su alteza.

Ana hace una reverencia y se retira sin decirme nada más, me hubiera gustado poder hablar más con ella pero es menor que salga de este lugar antes de que anochezca ya que aquí ase mucho frio durante la noche, pensé que Ana ya no volvería hasta dentro de algunos dias pero me sorprendió verla entrar de nuevo con una son sonrisa en el rostro.

-Su alteza nos podemos ir todas.

-¡QUE!

-Debe de ser una broma.

-¡Vamos a salir!

Las mujeres se emocionan mucho pero estoy un poco desconcertada de a donde vamos y lo principal el por que, Ana nos lleva hasta una habitación en la segunda plata donde abre una puerta revelando una habitación mucho más grande e iluminada, con mejores muebles y bien cuidado, hay varias alfombras realmente hermosas, Romina comienza a recorrer la habitación siendo la guía de Nala qué se comporta como una segunda madre para ella, la anciana Sira se sienta en un cojín grande y muy mullido con una sonrisa en el rostro, me acerco a Ana con una sonrisa y ansiosa por saber como hizo para conseguir esta habitación para nosotras.

-Ana ¿Cómo es posible que estemos aquí? ¿Que hiciste?

-Le puedo asegurar que nada indecente este solo es un presente de un buen benefactor.

No tengo que pensar mucho para saber que fue el sultán el qué nos puso en esta habitación, nada pasa en este palacio sin qué el lo diga pero lo único que me alegra es que puedo estar con Ana de nuevo y esta vez no es atravez de una rejilla sucia.

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