Luego de hacer unos ejercicios que nos ayudaban a nuestras energías nos dirigimos hacia el salón de prácticas.
Volvimos a entrar a la gran casa y nos dirigimos por el mismo camino que nos llevaba al lugar de reuniones y a un lado estaba el salón.
Brais se acercó y abrió la puerta, y otra vez la magia. Un lugar grandísimo apareció en frente nuestro.
Parecía una cancha de básquetbol, pero era larga y no tenia gradas solo unos banquillos y solo pistas.
De repente era césped, el techo dejaba pasar luz natural pero todo estaba iluminado con luces blancas.
Parecía otro mundo dentro de otra habitación sus dimensiones eran irreales.
Pisamos el césped y a lo lejos se veían murallas, altas murallas, plataformas que subían y bajaban, agua, fuego y demás cosas que representaban todos los elementos.
— ¡Vamos! —dijo Brais que parecía haber tomado el papel de líder del equipo.
Caminamos detrás de Brais hasta que llegamos a un sitio do
Seguí a la profesora Merila pero me sentía conmocionada por lo que acababa de pasar. No podía controlar mi mente y mucho menos lo que sentía. Subimos unas escaleras que daban al exterior y parecía ser el último piso del edificio. Al entrar al despacho de la profesora Merila daba la misma impresión que cuando entrabas a una biblioteca, altas repisas rodeaban el lugar y la cantidad de libros incontables. En el centro de la pequeña habitación justo en frente de un balcón que daba vista al exterior, había un pequeño sillón y una mesita a un lado. — Siéntate querida —dijo ella señalando el sillón. Tome asiento y ella se sentó en el sillón de enfrente. — Vengo observándote hace tiempo cariño y se que es difícil he hablado con Tavia e Itaro pero ambos tienen una idea que no comparto —explico ella acomodándose los lentes. — No se la verdad que esperan de mí y solo quiero irme a casa —dije bajando la mirada a mis manos sobre mi regazo.<
El tacto sobre su suave mejilla, el hormigueo que recorría mi mano y de repente mi mente reproducía una escena como un recuerdo vivido. Veía a Eider… caminaba con tranquilidad… de repente empezó a correr… en un segundo aparece en una pradera… el sol es bastante reluciente… la sonrisa de Eider… Aparte mi mano y abrí mis ojos, mi pecho subía y bajaba como si hubiese aguantado la respiración. — Dacia… —mire a Eider que me miraba preocupada. Las emociones que sentía eran de felicidad, y tranquilidad, la paz que necesitaba mi alma. << Algo feliz… por primera vez >> Lleve una mano a mi boca y solo sentía el nudo en la garganta que no me dejaba emitir palabra. Mis ojos se llenaron de lágrimas porque sentía el cosquilleo recorrer mi brazo hasta la palma de mi mano. — Lo hice… no tuve miedo —dije entre sollozos. Eider sonrió y se abalanzó hacia mi. De repente la misma escena volvía a reprod
La luz blanca estaba sobre mi rostro y mi vista trataba de adaptarse a la luz. Observe todo a mi alrededor hasta que me percate que estaba sobre una camilla. << ¿Otra vez en la enfermería? >> Pero me sorprendí al ver a alguien con la cabeza recostada sobre mi brazo. Una sonrisa apareció en mi rostro y fue cuando recordé lo que había sucedido. Brais quería saber sobre su futuro y yo no había visto nada algo que me parecía extraño. Pose mi mano sobre su cabeza acariciando su cabellera dorada. ¿Cómo podía tener el pelo tan brillante y suave? — Despertaste… —quite mi mano rápidamente. Mis mejillas ardían y mire hacia otro lugar. — Lo bueno es que estas bien —volví a mirarlo y el sonreía— estabas conmigo al menos nadie podrá decir nada. Volví a mirarlo y levanté una ceja confundida por lo que acababa de decir. — ¿De que estas hablando? —pregunte extrañada. — Nada es mejor
Sali de la habitación y recorrí los pasillos, la noche se veía a través de los grandes ventanales. Hasta llegar al patio interno un cuadrado de césped con flores decorando alrededor en cada punta del cuadrado habían cuatro pequeños muros. Dentro de cada uno un pequeño cuadrado de vidrio donde tenía un elemento que representaban los cuatro elementos. En uno había agua, otro el aire, fuego y tierra. Recorrí con mi mirada una vez mas verificando que no hubiese nadie cerca. Me senté sobre el césped de piernas cruzadas y tome aire, cerré mis ojos tratando de mantener la calma. —Tómalo con calma Dacia… —dije sintiendo de repente el miedo queriendo hacerse presente. Una persona… corriendo hacia la oscuridad del bosque… es un chico… Abrí mis ojos de repente y miré a mi alrededor, un escalofrió se esparció desde mi nuca hasta mi espalda baja. Esa sensación que había ignorado por días. << Alguien me está observa
Junto con Eider entramos al comedor, el lugar donde poco había concurrido. Desde que me había despertado sentía una extraña sensación en mi pecho. Eider y yo no habíamos hablado sobre lo ocurrido la noche anterior, pero nuestra relación seguía intacta incluso mejor. —¡Aquí! —exclamó un sonriente Tigor desde la mesa. Las dos nos acercamos hacia su mesa donde también se encontraban los demás chicos del equipo. Me senté al lado de Eider enfrente de Tigor y Brais, Cloe al vernos sonrío pero no dijo nada. —¡No me sentare en la misma mesa que ella! —exclamo Uxia levantándose de su lugar. Todos miramos a la pelirrubia que parecía enojada. — ¿Podrías no gritar y dejar de hacer tanto escandalo? —dijo Brais mirándola con seriedad. —¡Qué casualidad que Dacia esta siempre que alguien desaparece! ¡Van dos desaparecidos! —grito ella llamando la atención de todos— ¿Sospechoso verdad? Fruncí mi ceño y mire con enojo a Uxia.
Un rayo de sol daba justo sobre mi rostro, miré a mi alrededor y recordé porque estaba allí. Una extraña sensación acompañada del dolor que sentía en mi cuerpo por la mala posición en la que había dormido. Me puse de pie y no encontré mis tenis. Juraba que los había dejado por ahí, no le di tanta importancia y Sali recorriendo los pasillos. Era tan extraño lo mucho que alumbraba el sitio los rayos de sol. La comisura de mis labios caídos y mi garganta que no quería emitir palabra. << Estoy triste >> Camine y para mi suerte no vi a nadie, hasta que llegue al exterior sintiendo el césped rozar la planta de mis pies. Camine hasta llegar a la playa. El agua… era lo único que me generaba tranquilidad en esos momentos. Sin importar la ropa que tenia encima me metí al mar, el agua no estaba fría si no templada. Me gire mirando hacia la gran casa y deje caer mi peso hacia atrás. Sentía el ag
—No quiere hablar con nadie hace días que no me dirige la palabra… la profesora Merila vino a verla pero —escuchaba a lo lejos la voz de Eider murmurando. —Pero hace casi una semana esta asi… —dijo Cloe que apenas se escuchaba su voz. Abrí mis ojos para luego observarlas por un momento. —¿No iras hoy tampoco a la práctica? —pregunto Eider a lo que solo negué con mi cabeza. Volví a acurrucarme para cerrar mis ojos. Los últimos días habían sido los más intensos de todos, no me sentía yo misma y mucho menos con energía. Me puse de pie y me metí al baño, cepillé mis dientes y me di una ducha. A penas sentía que podía mantenerme de pie. Había ido a la enfermería cuatro veces y nada no encontraban explicación a lo que me estaba sucediendo. Miré por la ventana hacia el bosque y comí un poco del desayuno que había traído Eider. Otro día más que decidía quedarme encerrada en la habitación. Tome uno de los libros que me h
Era la tercera vez que volvía a cambiar de posición en la cama. Pero el sueño no llegaba. Mi mente no estaba tranquila y mucho menos sabiendo que alguien había querido atentar contra nuestras habilidades. << Un propósito malo… >> Nada bueno podía pensar con eso y relacionado a las plumas negras. Mire a Eider que dormía profundamente y Sali de la habitación, recorriendo los pasillos y otra vez encontrándome afuera de la casa. ¿Por qué te arriesgas Dacia? Solo el pensamiento que afuera estaría mejor que adentro me hacía tener el valor para ir afuera. Me senté sobre el césped y una mala idea había sido salir solo con el pijama de verano. Levante mi cabeza observando el cielo oscuro estrellado, esas hermosas estrellas tan brillantes y relucientes. El pensamiento que muchas veces aparecía en mi mente vino a mi. Ese era otro mundo y se podía percibir tan solo con el aire que respiraba. Per