Denise se levantó, sintiendo que su cabeza daba vueltas como si hubiese bebido, sin embargo, aquel estado se debía a que las pesadillas no la habían dejado dormir en toda la noche y la falta de descanso que se le había acumulado estaba comenzando a hacer de las suyas.Su noche había empezado tranquila. Había comenzado soñando con que Liam y ella recorrían Irlanda y el mundo, sin embargo, aquellos sueños habían mutado prácticamente de inmediato, siendo sustituidos por la maldita escena en la que no era su madre quien había fallecido ―de hecho, Amelia se encontraba a su izquierda, mientras que Liam se hallaba a su derecha―, sino que estaban asistiendo al entierro de Adam Warren. ¿Por qué demonios había soñado con aquello? No tenía ni el más mínimo sentido. Estaba segura de que solo se debía a que se había dormido pensando en lo que había oído la tarde anterior, cuando había hallado a Clara y Rebecka encerradas en el baño de su oficina; ya que sus teorías habían alzado el vuelo hasta alc
Denise se montó en el coche de Adam, el cual se encontraba en el sector privado del aparcamiento de la empresa, y sintió como el aroma a cuero y perfume de diseñador invadían sus fosas nasales. Suspiró y, tras cerrar la puerta con el mayor de los cuidados, colocó la llave en el contacto.Se sentía sumamente incómoda de conducir aquel coche. No era como que nunca hubiese manejado un automóvil de alta gama, sin embargo, nunca se había sentido tan presionada por hacerlo bien. Era su primera vez al volante en un país que no era el suyo, no tenía carnet de conducir que le permitiera hacerlo en territorio irlandés y, encima, debía llegar a la cita en tiempo récord.Con manos sudorosas, puso en marcha el coche, sintiendo el suave ronroneo del motor y esperando que no fuera de esos automóviles que, con el simple roce del acelerador, alcanzaban una velocidad de vértigo y completamente peligrosa. Sin embargo, sus esperanzas eran mínimas, ya que todo en aquel vehículo daba a pensar que sería tod
El móvil de Liam comenzó a vibrar con insistencia, pero lo ignoró una vez más. Estaba en el supermercado, ocupado en la búsqueda de la sección de productos internacionales, y no le apetecía atender rodeado de gente.Cuando por fin dio con el sector correspondiente y pensaba si llevar algo más aparte de lo que buscaba, su móvil empezó a vibrar una vez más. Suspirando, lo ignoró por completo. Sin embargo, cuando comenzó a hacerlo de nuevo, frunció el ceño, desconcertado. ¿Qué demonios sucedía? Nadie lo llamaba con tanto ahínco, salvo que hubiese sucedido algo.Con una mano sobre el carrito de la compra, tomó el móvil del bolsillo de su chaqueta y observó la pantalla.―¿Adam? ―murmuró, aún más desconcertado.¿Qué demonios quería? Pero, sobre todo, ¿por qué tanta insistencia? No le había hecho ningún encargo, al menos que él pudiese recordar, y, aunque así hubiese sido, no acostumbraba a llamarlo de aquella manera.Suspiró e intentó contestar, pero la llamada finalizó antes de que pudiera
Para Liam las últimas semanas habían resultado una completa tortura. La esperanza y la fe que había hallado en su interior, comenzaban a desaparecer, como si jamás hubiesen existido. No tenía ni la más mínima idea de cómo era que seguía en pie. El ver todos los días a Denise postrada en aquella cama de sábanas blancas e impolutas, en el interior de una aséptica habitación de paredes desnudas, con sus brazos llenos de catéteres perforando su piel, era un suplicio. Cada vez que transitaba el pasillo que conducía hasta donde se encontraba, el corazón de Liam se encogía y sus entrañas ardían, como si hubiese ingerido veneno.Si bien no podía dejar de culpar a Adam por lo ocurrido, cada vez que se lo encontraba en los pasillos ―ambos habían logrado que les concedieran las visitas―, notaba que su ex mejor amigo se culpaba de lo ocurrido. Por lo que, poco a poco, había comenzado a pensar en que quizás esa ya era suficiente martirio para él. No obstante, no podía evitar sentir que el hecho de
Liam hipó y alzó la vista, la cual le costaba enfocar, hacia el hombre que se encontraba frente a él; aquel hombre que había estado en los buenos y malos momentos; el mismo que había resultado ser su padre biológico y quien le había dado todo sin pedir nada a cambio.—Dame más —exigió a media lengua, haciendo deslizar el vaso a través de la barra.—¿No crees que ya has bebido demasiado, Liam? —preguntó, dudando por un momento antes de verter unas cuantas gotas de whisky en el vaso.Antaine sabía que el alcohol no era un buen compañero y era un aún peor consejero, pero allí estaba desde hacía más de una hora, sirviéndole copa tras copa. Lo único que deseaba era verlo bien. Era consciente de la fortaleza de su hijo, de la fortaleza de aquel hombre que, a pesar de todo, era capaz de salir adelante, y lo había demostrado en más de una ocasión. Sin embargo, entendía que en esta oportunidad le costase mucho más.Desde que había conocido a Denise, Liam había cambiado por completo. En los últ
Liam caminaba impaciente de una punta a la otra de aquel largo y blanco pasillo. Si bien todo había salido excelente durante la cirugía cerebral de Denise, no podía evitar sentir que el miedo se había intensificado, tanto o más que la impaciencia por verla bien. Había pasado los últimos tres días en aquel pasillo, a la espera de que le permitieran ver a la mujer que amaba; aun cuando el doctor Lynch, le había aconsejado que se fuera a casa a descansar, prometiéndole que lo llamaría ante cualquier novedad. Sin embargo, la simple idea de marcharse y estar lejos de ella lo hacía sentir peor que verla postrada e inconsciente. Entendía a la perfección que no lo dejaran ingresar en la habitación, dado que el médico le había explicado que, debido a la complejidad de la intervención quirúrgica a la que había sido sometida Denise, no era recomendable que nadie ajeno al personal del hospital estuviera en contacto directo con ella. Sí, Denise había sido estabilizada, pero sus defensas habían que
Adam tamborileaba sus dedos sobre la mesa, junto a su vaso de whisky —sabía que era demasiado temprano para beber, pero no había podido evitarlo—, ansioso porque Liam llegase cuanto antes. No estaba seguro de si había hecho bien al citarse con él, sin embargo, creía que era lo mejor. Liam merecía saber lo que había averiguado. Durante la mañana, cansado de la eterna espera, se había comunicado con el comisario O’Neill, quien estaba a cargo del caso y que, para su fortuna, era el hijo de quien había sido el abogado de su padre por más de tres décadas. Eso le había permitido que, tras insistirle un poco, le compartiera lo que la policía sabía por el momento. No le agradaba tener que hacer uso de sus contactos, pero, si tenía la posibilidad de obtener información, lo haría; más en ese caso, en el que Denise se encontraba inconsciente por culpa de que alguien había querido matarlo. Quizás, lo mejor hubiese sido hablar con Liam directamente por teléfono, pero no creía que fuese buena idea
Antaine observaba detenidamente a Liam, quien se encontraba sentado en uno de los bancos de la iglesia con la mirada perdida mientras sus labios se movían frenéticos, formando palabras que él era incapaz de oír desde donde se encontraba, dado que le había dado el espacio necesario para que estuviera cómodo y pudiera dejar fluir todo lo que sentía. Sabía a la perfección que su hijo continuaba sin creer en todo aquello, sin embargo, podía notar que se había aferrado a esa rutina como si tratase de un chaleco salvavidas. No creía que el hábito que había adoptado durante las últimas semanas lo hubiese ayudado a sentirse mejor, pero había evitado que recurriese a la bebida, como lo había hecho hasta que le había aconsejado que canalizara sus energías hacia lo positivo.Suspiró. Verlo en aquel estado lo destrozaba y lo hacía desear, con aún más fuerzas, que Denise despertase del coma y que ella y Liam, al igual que Michael y Caitlín, pudiesen hallar la felicidad. Los cuatro tenían pasados d