Capítulo 294
A medida que el elevador ascendía, una sensación de presagio negativo me invadió.

Esta escena, este momento, me resultaban extrañamente familiares, como si ya los hubiera vivido antes.

Cada vez que estoy en un hospital, algo malo siempre sucede.

El pasillo fuera de la habitación no olía a desinfectante, sino a una suave fragancia floral. Este tipo de tratamiento solo lo había visto en la habitación de David.

El hospital que Carlos había elegido para su padre era, por supuesto, el mejor.

—¡Ay! ¡He gastado tanto dinero y me traen a alguien tan torpe para ponerme la inyección!

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de algo golpeando, y una voz melodiosa pero exigente salió de la habitación.

—No, señorita, no puede moverse durante la inyección, si lo hace no va a salir bien.

—¡Apártate, no te necesito, que venga otro! ¡Mira lo que me hiciste, ya me dejaste un moretón!

—Lo siento, lo siento, no fue mi intención.

—¡Que venga el director!

Miré fijamente hacia la puerta
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