Capítulo 138
Pensaba que ya no sentía nada por Carlos.

Sin embargo, cada vez que me daba de comer en el desayuno, algo en mi pecho parecía oprimirse.

Cuando me llevaba en brazos al baño, volvía a sentir esa presión en el corazón.

Y en la noche, cuando abría las cortinas para mostrarme los fuegos artificiales en la playa, ignorando las llamadas de Sara y abrazándome mientras me decía que en estas vacaciones solo estaría conmigo, sentía cómo mis emociones despertaban por completo con esos pequeños gestos.

Pensé que sería de corazón duro, pero parece que no lo soy.

Odio que él me dé todo tan tarde, y me odio a mí misma por no mantener mi firmeza.

Me odio por dejarme llevar por esas pequeñas cosas; ya no soy una niña.

Me odio por no poder evitar que mi corazón lata al verlo.

Cada gesto de Carlos es como una flor de amapola que se balancea en el viento, exudando una atracción peligrosa e irresistible.

He tratado de controlar mis emociones y no dejarme llevar por esta embriaguez.

Pero aquí esto
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