Capítulo 137
Tal como dijo Carlos.

Él es fácil de contentar.

Rodeé su cintura con mis brazos y suavemente besé su barbilla con labios tiernos, dejando que mi voz sonara deliberadamente seductora, —Entonces, ayúdame a vender las acciones de Grupo Castro.

Lo miré a los ojos con sinceridad y le pregunté, —¿Te parece bien?

Al decirlo, meneé ligeramente su cintura.

—Entonces, ruega por ello.

Carlos no estaba mucho mejor que yo.

Su voz, ronca y ansiosa, hablaba de las acciones, pero en su tono siempre lograba percibir algo más.

Entonces suavicé aún más mi tono, —Cariño, te lo ruego.

Luego, no sé bien qué sucedió, o si fue que el avión atravesó alguna corriente de aire, pero comenzó a sacudirse sin parar.

Nos abrazamos con fuerza, y nuestros jadeos de miedo se colaban en los oídos del otro.

Después, todo comenzó a salirse de control.

No recuerdo cómo me quedé dormida, pero al despertar ya estaba en el hotel, con Carlos a mi lado.

Apoyaba una mano en su cabeza y con la otra manejaba su teléfon
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