Capítulo 112
Me senté a horcajadas sobre la cintura de Carlos, mirándolo desde arriba.

Su nuez de Adán se movió mientras sus ojos ardían con un deseo que no intentaba ocultar, pero no parecía tener prisa por tener intimidad conmigo.

La luz de la luna era tenue, y él sujetaba mi cintura con ambas manos, observándome como si fuera su obra más preciada.

Sus ojos brillaban y nos miramos fijamente. —¿Quieres tener sexo conmigo otra vez?

—Sí,— respondió con un leve suspiro y una sonrisa, —siempre quiero tener sexo contigo.

Un segundo después, rodeó mi cintura con una sola mano y me empujó hacia él para besarme. Ambos empezamos a sentirnos impacientes.

A diferencia de los fríos años de matrimonio que pasamos, nuestra relación ahora se asemejaba a la de una pareja joven y apasionada.

Nuestros cuerpos se atraían con una intensidad adictiva, dispuestos a enloquecer el uno por el otro en cualquier momento y lugar.

Desde que regresé a su lado, me recordaba constantemente mantener la calm
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