Capítulo 115
Después de calmarme, decidí ir a ver a Miguel.

Al volver a entrar al centro de detención, sentí una mezcla de emociones.

No había pasado mucho desde que había salido de ahí, pero parecía que todos lo habían olvidado. Mis heridas se habían pasado por alto y relegado al olvido.

—¡Olivia!

Una voz masculina y apremiante rompió mis pensamientos. Levanté la mirada y vi que era Miguel.

—No me llames Olivia.

Le extendí la mano, sonriéndole. —Hoy no vengo como abogada; de hecho, como la abogada de tu esposa, no sería adecuado que hable directamente contigo.—

Él estrechó mi mano suavemente y luego la soltó, tratando de contener sus emociones.

—Lo siento.

Dijo en voz baja.

Negué con la cabeza. —No importa. Vamos al grano. Hoy he venido, principalmente, como amiga de tu esposa, para platicar un poco contigo.

—¿Ella está bien?

Miguel me preguntó con un tono algo abatido.

Recordé la única vez que vi a Camila. Aunque llevaba un maquillaje ligero, no podía oculta
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