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el corbatero, la camisa en el estante, el pantalón en la percha y meterse de nuevo en la cama, porque maldita sea

el maldito tiempo y el maldito destino que me hizo ponerme todo eso para estar en esta maldita esquina en este maldito segundo y ese auto se ha vuelto loco porque

viene derecho hacia donde estoy yo con mi corbata pantalón camisa y mi cara de imbécil que debería estar durmiendo y estoy aquí muriéndome.

Tres días seguidos volvió Bardo a la carpintería y la encontró siempre cerrada y sin su propietario adentro, lo

que terminó de confirmar sus certezas. "Ya está —se di

jo—, esta soledad que se me vino encima es la señal que

necesitaba. Mañana damos el golpe."

Averiguó los detalles finales. Todo parecía indicar que

Muchomeo había hecho la parte que le tocaba con solvencia. Bardo reunió a su estado mayor en su casa, aprovechando que la madre había viajado al interior con los hijos

más chicos y que Sandra estaba en el taller, ahora que tenía un descanso en su papel de madre susti
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