Fred estaba en los separos junto a esa mujer que le veía con furia y coraje, todo el tiempo no hacía más que maldecirlo, pero Fred tenía mucho miedo, podía aún en su interior recordar las palabras de Richard, sobre que su abuela esperaba darle su herencia, siempre que él demostrara haber cambiado, y aquello solo lo dejaba mal parado, se sentía terrible, seguro de que había desperdiciado su única oportunidad, miró a la joven que estaba a su lado, era una jovencita, debía tener por lo menos unos veinte años, se acercó a ella —Oye, necesito tu ayuda. Ella le miró inverisímil, como si aquel tipo solo estuviera loco de atar —¡Nunca! Ni lo sueñes. —Escúchame, si me ayudas, te juro que te daré lo que quieras. Ella le miró con estupor —¿Lo que quiera? Él sintió algo de temor —Sí, mira, si mi abuela se entera de que he sido yo él causante del accidente, ella me odiará, me desheredará. —¿Tanto así? —exclamó insegura —Te lo juro, pero si te culpas, ella no lo verá mal. Por favor. Ella
Más tarde cuando Carolina estaba por salir, se encontró con Richard—¿A dónde vas?Ella le miró miro con ojos severos —¿Por que piensas que tengo que darte explicaciones? —dijo severa—Porque soy tu marido—¡Un marido que me odia! Y que se toma atribuciones que no le corresponden, no vuelvas a atreverte a entrar a mi alcoba ebrio.Richard no tuvo valor de hablar y bajó la mirada.Carolina salió de ahí y tomó su auto, dejándolo solo.Más tarde, la abuela Marian esperó a Fred—¿Qué esperas? Casi son las cuatro de la tarde.Él joven le miró dudoso—¿Cuatro de la tarde?—Debes ver a Sarah.Fred ocultó un gesto de fastidio.—Sí, abuela, justo iba a hacerlo.—Pues iré contigo.Fred abrió ojos enormes y se limitó a sonreír y a seguir a su abuela.Pronto llegaron hasta aquel orfanato, su abuela bajó con su pose de mujer elegante, y ella estaba ahí, de pie, esperándolos, Fred la miró con algo de estupor, por alguna razón esperaba que no viniera y sin embargo estaba ahí.—Muchas gracias por ve
Richard limpió las heridas que Carolina tenía, y ella se quejó terrible de un dolor en la cintura, él intentó levantar su blusa, pero ella se tensó, impidiéndolo —Puedes tener una herida —dijo él Ella se enderezó y levantó su blusa ligeramente, Richard miró su moretón, sintió una rabia profunda, y le aplicó un ungüento, que dolía cada vez que la tocaba, podía notarlo en la forma en que se estremecía y en su gesto —Lo siento, Carolina, Maya pagará por esto. —No quiero volver a verla, ¿Entiendes? Él asinitó —Así será. Luego él le dio un té —Bebe, esto te calmará el dolor y el estrés —ella lo miró, era raro ver a Richard actuar con algo de ternura, tan preocupado por su bienestar, luego de beber, ella sintió mucho sueño, estaba quedándose dormida, hasta que al fin cerró los ojos, Richard aún la veía, parecía tan frágil y sintió pesar, luego una sensación de furia lo invadió, salió de ahí y pidió a la empleada que cuidara a su esposa en lo que él volvía. Richard fue hasta el apart
Richard llevó el desayuno a Carolina pero ella no estaba ahí, el tuvo un miedo, una pregunta interna, ¿Acaso huyó de él? ¿Por qué pensó en él? ¿Y por qué temía tanto?Cuando escuchó ruido en el cuarto de baño no dudó en entrar y verla, ella estaba en la bañera, estaba frotando su piel con jabón perfumado, él la observaba con atención, era como.si ella tuviera un poder de seducción sobre él, no podía dejar de verla y desearla, se acercó tan despacio y ella sintió su presencia, cuando pudo verla se asustó mucho.—¡¿Qué haces aquí?! —gritó ella—Lo siento, si quieres... puedo tallar tu espalda—¡No te acerques! dijo cubriéndose con sus propias manos.Él se acercó a ella y miró sus ojos, había deseo en su mirada, ella pudo sentirlo, su piel se estremeció —¿Acaso me tienes miedo? —dijo Richard—¿Miedo? ¿Qué me harías? —exclamó ellaÉl se acercó —¿Quieres saberlo? —dijo de cuclillas a su lado, muy cerca de su oído—. Te podría tallar la espalda, masajearia tu espalda con tal suavidad y ter
El teléfono de Richard resonó y él tuvo que alejarse para responder, entonces, de nuevo, Carolina sintió que recuperaba el control y la cordura que él le estaba robando, y dio unos pasos alejándose de su alcance, luego él salió y respondió pro le pasillo —¡Qué quieres, Maya? Te dije que estoy ocupado —exclamó con voz irritada —¿Acaso no vendrás a verme? —reclamó con voz aguda como si intentara contener su furia —¡No! Y mañana prepárate temprano, iré por ti, e iremos al médico, quiero que él confirme tu embarazo —sentenció Richard y colgó la llamada, cuando miró atrás se encontró con ella, Carolina estaba justo tras él, y Richard sintió una angustia que se clavaba como una punzada en su estómago, se preguntó mentalmente si lo había escuchado todo —¿Maya está embarazada? —entonces supo que sí lo escuchó todo Él bajó la mirada, parecía tan perplejo y solo asintió, pero cuando alzó la vista pudo ver en el rostro de Carolina algo de decepción, hasta tristeza, o eso creyó, ¿Acaso tambié
—¿No lo está? —exclamó él —No, señor, ella dijo tener un retraso, pero no está embarazada, haremos un examen de fertilidad si usted lo considera oportuno. —Será después, ahora debemos irnos. Richard se despidió del médico y salió de prisa, al hacerlo fijó sus ojos en la mujer con severidad, ella seguía hecha un supuesto mar de lágrimas, lo siguió y subieron al auto, pero notó el gran silencio de Richard, una vez que llegaron a la casa, entraron, ella se sentó en el sofá y se echó a llorar —Juro que la prueba de embarazo salió positiva, ¡Esto es culpa tuya! No me defendiste cuando debiste hacerlo. Richard la miró impactado de sus crueles palabras —¿Qué? Flashback: «Tres años antes: Richard y Maya estaban en la fiesta de compromiso, la abuela Marian no estaba de acuerdo con la boda, odiaba a Maya con todas sus fuerzas, y cuando Richard buscó a la prometida, le dijeron que ella estaba en el despacho de la abuela, él tuvo temor de que discutieran, y cuando entró las escuchó pelear
Carolina empujó a Richard con fuerzas para alejarlo de ella —¡¿Qué haces?! ¿Quién te crees que eres, Richard Steele? ¿Quién crees que soy yo? No soy una muñequita a la que tomas cuando se te antoja, ve a un prostíbulo y consíguete a una, pero ¡A mí me dejas en paz! O te juro que haré que te arrepientas —exclamó con furia, mordiendo cada palabra y él pudo ver que estaba odiándolo Carolina lo empujó y pasó de prisa, él la siguió —¡Carolina, espera! Hablemos —exclamó con mucha desesperación, incluso tocó la puerta, pero sintió la frustración Ella no le hizo caso, entró a su alcoba y cerró con fuerza justo detrás. Tocó sus labios sintiéndose tan extraña, no entendía que pasaba con ese hombre, era como un rayo que siempre colapsaba en su cielo, se recostó en la cama, necesitaba fortaleza para estar ahí, para no querer huir, de pronto su móvil resonó, respondió porque era Marian Steele —Hola, querida hija, ¿Cómo estás? —Hola, abuela Marian, estoy bien, ¿Sucede algo? —Si, hija, decidí
Al llegar a la casa de campo, Carolina admiró el lugar, la abuela enseñaba el lugar con gusto y calma a Sarah y al pequeño Finneas.Cuando la abuela llevó a Finneas a conocer la piscina, Sarah se distrajo y Fred fue a ella—¿Qué haces aquí? ¿Qué pretendes? Te ayudé un poco, pero no te aproveches.Sarah sintió que su corazón latía mucho y cruzó sus brazos—¿Qué te piensas que soy yo? —exclamó—¿Qué? nada, las pruebas hablan, eres una arribista, ¿Piensas que sacarás dinero de esto?Sarah sintió rabia—Tú dinero me vale un comino, pero tu abuela se oficializó como si madrina y el verano estará con él, así que mientras Finneas esté aquí, yo también.—Buena excusa, pero, entiende una cosa, no seas oportunista, entre tú y yo no hay nada —sentenció—¿Tú y yo? —Sarah rio—. En realidad, ni siquiera me interesas, ni un poco.Fred la miró tan sorprendido era la primera vez que una chica le decía que no estaba interesada en él, de pronto escucharon ruidos, gritos y la voz de una mujer barreando.