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—Pero, ¡¿Puede ser verdad? —exclamó Rachel dudosa, Carolina la miró como si fuera una pesadilla, realmente era una pesadilla soportar a esa mujer que solo destilaba odio y veneno en su contra —Claro que lo es —dijo muy segura—. Ya lo ha dicho su propio hijo. Rachel sintió como si le hubiesen lanzado agua helada encima, ahora sabía la verdad, ella debía una disculpa, y Carolina Donelli volvía a estar limpia como siempre, pero cuando la miró sintió odio, demasiado, sentía que, de todos modos, más allá de la calumnia, la odiaba con todas las fuerzas de su alma al recordar como su hijo sufría por ella en el pasado, lanzándose a la depresión y al alcohol. —¿Y por qué no lo dijiste antes? Pudiste detener todo este escrutinio, todo este drama se pudo evitar si hubieses hablado —espetó Rachel con rabia—. En cambio, lo único que provocaste fue lo peor, pero, sobre todo, supongo que lograste hacerte la víctima, seguro de que era parte de tu maligno plan —dijo Rachel, cruzándose de brazos —N
—¿Qué le dijiste a mi abuela? —dijo él con un tono de voz grave que denotaba su ansiedad y nerviosismo, había pasado en su mente lo peor, que ella le había confesado toda la verdad, en venganza y que ahora él estaría en serios problemas, y eso podría perjudicar la paz familiar.—¿Tú qué crees? —exclamó con alevosía y ventaja, observando la incredulidad y algo de nerviosismo en su rostro—No juegues, Carolina —espetó brusco—Yo no he dicho que quiero el divorcio, aún, si es lo que te importa, puedes calmar tus nervios, te he salvado —dijo altiva, con la mirada penetrante, él se desconcertó y solo la vio seguir su caminoFue tras ella de forma rápida, y la detuvo, ella se quedó pasmada al mirarlo actuar de esa forma, no entendía que más tenía que hablar, pero
—Nada, Fred, entre Richard y yo no pasa nada ya sabes, solo peleamos por tonterías. —¿Por tonterías? Carolina, sé que él te engaña con Maya, pero, lo que no entiendo es, ¿Por qué lo toleras? Ella bajó la mirada, odió que él pensara lo peor de ella —No me importa, yo no amo a tu hermano, no siento nada por él, esto es un acuerdo, en cuánto él reciba su herencia lo dejaré, nos divorciaremos. Fred abrió ojos enormes, estaba tan incrédulo, porque llegó a pensar que Carolina amaba a su hermano, ahora saber lo contrario lo alegró demasiado —Mi hermano no te merece, Carolina, me alegro que no sufras por él. —No te preocupes, Fred, jamás sufriría por un tipo como tu hermano, pero ya que hablamos, quería preguntarte sobre la fotografía, dijiste que eras tú, pero no entiendo porque no me recuerdas. —Ahora no, Carolina, pero te prometo que después te contaré sobre esto. Ella le miró con tristeza, pero él entró en la mansión Steele, y ella decidió ir a casa. Cuando Richard llegó al depar
Fred pensaba en las palabras de Richard, siguió bebiendo, una copa tras otra, sentía odio, un odio profundo, su padre adoptivo siempre fue bueno, nunca hizo diferencias entre Fred y Richard, uno era hijo adoptivo, el otro su hijo de sangre, pero su abuela marcó la diferencia, por supuesto que era cruel cuando todos los elogios, las bendiciones se auguraban solo en su hermano menor, el auténtico Steele, y entonces a la muerte de su padre, Fred supo que su buena suerte acabó. Pero, odiaba esa comparación, sentirse menos que Richard, solo por no llevar en sus venas la sangre de los Steele. Richard en cambio, siempre fue incapaz de sacarlo a relucir o ser malvado con Fred, hasta ahora, que parecían destinados a competir por el amor de la misma mujer. Carolina no podía dormir, cuando miró su reloj, eran casi las dos de la madrugada, estaba aún despierta, él no había llegado, ella sabía que debía estar con Maya y no le sorprendía, quería fingir que no le importaba, pero muy en el fondo sup
Fred estaba en los separos junto a esa mujer que le veía con furia y coraje, todo el tiempo no hacía más que maldecirlo, pero Fred tenía mucho miedo, podía aún en su interior recordar las palabras de Richard, sobre que su abuela esperaba darle su herencia, siempre que él demostrara haber cambiado, y aquello solo lo dejaba mal parado, se sentía terrible, seguro de que había desperdiciado su única oportunidad, miró a la joven que estaba a su lado, era una jovencita, debía tener por lo menos unos veinte años, se acercó a ella —Oye, necesito tu ayuda. Ella le miró inverisímil, como si aquel tipo solo estuviera loco de atar —¡Nunca! Ni lo sueñes. —Escúchame, si me ayudas, te juro que te daré lo que quieras. Ella le miró con estupor —¿Lo que quiera? Él sintió algo de temor —Sí, mira, si mi abuela se entera de que he sido yo él causante del accidente, ella me odiará, me desheredará. —¿Tanto así? —exclamó insegura —Te lo juro, pero si te culpas, ella no lo verá mal. Por favor. Ella
Más tarde cuando Carolina estaba por salir, se encontró con Richard—¿A dónde vas?Ella le miró miro con ojos severos —¿Por que piensas que tengo que darte explicaciones? —dijo severa—Porque soy tu marido—¡Un marido que me odia! Y que se toma atribuciones que no le corresponden, no vuelvas a atreverte a entrar a mi alcoba ebrio.Richard no tuvo valor de hablar y bajó la mirada.Carolina salió de ahí y tomó su auto, dejándolo solo.Más tarde, la abuela Marian esperó a Fred—¿Qué esperas? Casi son las cuatro de la tarde.Él joven le miró dudoso—¿Cuatro de la tarde?—Debes ver a Sarah.Fred ocultó un gesto de fastidio.—Sí, abuela, justo iba a hacerlo.—Pues iré contigo.Fred abrió ojos enormes y se limitó a sonreír y a seguir a su abuela.Pronto llegaron hasta aquel orfanato, su abuela bajó con su pose de mujer elegante, y ella estaba ahí, de pie, esperándolos, Fred la miró con algo de estupor, por alguna razón esperaba que no viniera y sin embargo estaba ahí.—Muchas gracias por ve
Richard limpió las heridas que Carolina tenía, y ella se quejó terrible de un dolor en la cintura, él intentó levantar su blusa, pero ella se tensó, impidiéndolo —Puedes tener una herida —dijo él Ella se enderezó y levantó su blusa ligeramente, Richard miró su moretón, sintió una rabia profunda, y le aplicó un ungüento, que dolía cada vez que la tocaba, podía notarlo en la forma en que se estremecía y en su gesto —Lo siento, Carolina, Maya pagará por esto. —No quiero volver a verla, ¿Entiendes? Él asinitó —Así será. Luego él le dio un té —Bebe, esto te calmará el dolor y el estrés —ella lo miró, era raro ver a Richard actuar con algo de ternura, tan preocupado por su bienestar, luego de beber, ella sintió mucho sueño, estaba quedándose dormida, hasta que al fin cerró los ojos, Richard aún la veía, parecía tan frágil y sintió pesar, luego una sensación de furia lo invadió, salió de ahí y pidió a la empleada que cuidara a su esposa en lo que él volvía. Richard fue hasta el apart
Richard llevó el desayuno a Carolina pero ella no estaba ahí, el tuvo un miedo, una pregunta interna, ¿Acaso huyó de él? ¿Por qué pensó en él? ¿Y por qué temía tanto?Cuando escuchó ruido en el cuarto de baño no dudó en entrar y verla, ella estaba en la bañera, estaba frotando su piel con jabón perfumado, él la observaba con atención, era como.si ella tuviera un poder de seducción sobre él, no podía dejar de verla y desearla, se acercó tan despacio y ella sintió su presencia, cuando pudo verla se asustó mucho.—¡¿Qué haces aquí?! —gritó ella—Lo siento, si quieres... puedo tallar tu espalda—¡No te acerques! dijo cubriéndose con sus propias manos.Él se acercó a ella y miró sus ojos, había deseo en su mirada, ella pudo sentirlo, su piel se estremeció —¿Acaso me tienes miedo? —dijo Richard—¿Miedo? ¿Qué me harías? —exclamó ellaÉl se acercó —¿Quieres saberlo? —dijo de cuclillas a su lado, muy cerca de su oído—. Te podría tallar la espalda, masajearia tu espalda con tal suavidad y ter