Cuando Sarah abrió los ojos, pudo ver a su lado a Fred durmiendo, ella admiró su rostro, era como un príncipe de cuento de hadas, de mentón puntiagudo, nariz recta, cabellos marrones como sus ojos, y piel clara, pensó en él, ¿Acaso podía nacer el amor? ¿Qué sentía realmente por él?Sintió que podía caer en la trampa del amor, pero tenía mucho miedo, no estaba segura de nada, ella se bañó y se vistió.Cuando Fred abrió los ojos, no encontró a Sarah ahí, se levantó con rapidez, la buscó también en el baño, pero ella no estaba por ningún lado de aquella alcoba, de pronto sintió un miedo atroz, no sabía por qué, pero de su mente no podía sacar la idea de que ella había huido de su lado.Se baño y se visitó a toda prisa, y salió del hotel, incluso la llamó por teléfono, pero ella no respondió—¡Señor Steele! —dijo un empleado deteniéndolo en el lobby y Fred volvió a él—¿Sí?—Su esposa dejó esta nota para usted.Fred tomó la nota y leyó lo que decía«Fui a caminar por la playa, regreso en
Cuando llegó el día de la fiesta, y Richard miró a Carolina bajar la escalera, la observó con ojos enamorados, su esposa era la mujer más hermosa que vieron sus ojos, no había comparación, porque Richard la amaba con locura, sonrió—¡Te ves tan hermosa!Ella se ruborizó y sintió como estrechaba su cintura y besaba sus labios color carmín—Tú te ves como un príncipe, pero ahora, señor guapo, debemos irnos a por los demás Steele, nos esperan —dijo con voz dulceÉl asintió y la tomó de la mano para irse.Fred estaba listo desde hace tiempo, y solo esperaba a su madre y a Sarah, cuando, Rachel y Marian bajaron listas para irse, caminaron para ir al auto—¡Sarah que no baja! Iré por ella —sentenció enfadado—Tenle paciencia, Fred, no seas injusto, es su primera fiesta con la familia —sentenció Marian y Fred cayó en cuenta de que la abuela tenía razón, decidió esperar a que ella bajara.Cuando Carolina y Richard llegaron y entraron a la mansión, Fred vio a Carolina, no pudo apartar sus ojos
Richard salió a toda prisa, pero descubrió que Carolina se había ido con el auto, recordó que ella guardó las llaves en su cartera, observó como Fred, corría a su auto y lo detuvo, cuando intentó pasar de largo, casi atropellaba a su hermano, pero se detuvo—¡¿Qué crees que haces?! Déjame subir —dijo Richard—Consigue tu propio auto y ve por Carolina, yo iré por ella—¡No seas patético! Tú eres nadie para ella, ¡Soy su esposo! Ábreme.Fred lo miró con reto—¿De verdad? ¿Así es como dices que deseas lo mejor para ella que antepones su tranquilidad por tu sed de competencia?Fred sintió que las palabras de Richard lo traspasaban y abrió la puerta del auto, Richard entró y Fred condujo, pero notó que su hermano estaba desesperado, Fred condujo a casa.Al llegar, Richard preguntó por Carolina, pero ella no estaba ahí—¡¿Dónde puede estar? —exclamó Fred y miró a Richard de reojo—. ¿Acaso no tienes idea de a dónde pudo ir? ¿No conoces a tu amada esposa? —preguntó con ironíaRichard puso ojo
Fred llevó a Sarah hasta la habitación y llamó al médico, en cuánto el doctor llegó la examinó y pidió que mañana debía hacerse unos estudios médicos—Debemos esperar a los resultados, para poder decir que tiene.—Bien, mañana mismo la llevaré —dijo FredSarah se quedó dormida muy pronto, y Fred la observó, verla así de frágil le causó ansiedad«Aunque no me lo creas no te deseo ningún mal, no te odio tanto como digo, no lo creas, por favor» pensó, pero cuando lo reflexionó, decidió que debía olvidarlo, no quería mostrarse endeble ante ella.Al día siguiente, Sarah abrió los ojos y el cuarto estaba iluminado por los rayos de sol, entonces, ella por fin pudo verlo, Fred estaba recostado sobre los pies de la cama, ella le miró atónita, y recordó un poco de ayer, su cabeza dolía, y sus movimientos hicieron que él despertara—¿A dónde vas? El doctor dijo que debías reposar, y que después debes ir a hacer unos análisis de sangre.Ella no le hizo caso y fue hasta el cuarto de baño cerró la
—¿De verdad quieres el divorcio? —exclamó Fred—Sí, lo quiero. Quiero ser libre de ti, tú nunca me has querido, ni yo a ti, así que es mejor decir adiós. Ya conseguiste tu fortuna, y yo a mi hermano, todo se ha arreglado.—Pues no, no te daré el divorcio, no hasta que la abuela me demuestre que ya puedo tomar mi herencia, ¿Entiendes? No sé que sucede contigo, menos te irás hasta que no estés sana, no quiero que después, me hagas sentir que soy el culpable de todo esto.Sarah tocó su cabeza que dolía y él al verla se angustió—¿Te sientes mal?Él tocó su frente, para asegurar que no tenía fiebre, pero ella solo quería alejarse, aún así, él la llevó a la habitación y la dejó dormir«Pobre, está enferma, haré que se recupere, eso es todo, y si después sigue terca en el divorcio, entonces lo firmaremos» pensóMás tarde, la abuela mandó a llamar a Fred a su biblioteca—No te ves bien, hijo, ¿Qué sucede?—Abuela, Sarah me pidió el divorcio.—Lo sé, ella me dijo que lo haría.—Supongo que es
Carolina estaba dibujando diseños nuevos para la colección que Richard y ella querían hacer, cuando de pronto, la empleada entró y le entregó una rosa y una nota—Vino un mensajero a traerle esto, señora.Carolina sonrió, y lo tomó—Seguro es de mi marido —ella abrió la nota y leyó«Hoy quiero que tengamos una noche especial, ven al hotel House Weekend, a las nueve de la noche, pregunta por una reservación a tu nombre, merecemos una noche solo para amar. Richard Steele»Carolina sonrió y se ruborizó, se apuró en terminar todo, debía ir, quería llamar a Richard, pero decidió no hacerlo, decidió esperar y anhelar estar entre sus brazos, otra vez.Sarah ayudaba a Finneas con sus tareas, ella también había comenzado a estudiar en línea, le gustaba su nueva casa, era hermosa, y bien iluminada, sentía que algo había cambiado, que Fred estando ahí cambiaba, era más tranquilo, platicaban mucho, convivían más, y eso provocaba que se conocieran, además las cosas en la alcoba mejoraban, estaban
—¡No es cierto, Richard! Yo soy inocente de todo lo que se me acusa, quieren hacerme quedar mal ante ti, ¡Juro que soy inocente! —exclamó MayaRichard la empujó de su lado y la miró severo—Yo a ti, ya no te creo nada, eres mala Maya, eres una mala mujer, todo este tiempo jugaste con mi mente, ¿Te has divertido? ¡Me engañaste, incluso lastimaste a Carolina, solo querías mi dinero, porque tú no sabes amar! —Richard caminaba hacia ella, y la mujer retrocedía, nunca vio la mirada de Richard tan llena de odio, la aborrecía con todo el fuego de su alma, solo de pensar en su propio dolor y en el dolor de Carolina—. Tu máscara cayó, nunca serás alguien digna, te juro que te vas a arrepentir.Richard dio la vuelta, dispuesto a irse, pero, la mujer se aferró a él, se arrodilló en el suelo, abrazándose a sus piernas, ni Carolina, Richard, o Fred podían creer en su patética actuación, incluso Fred la tomó del brazo y la empujó al suelo—¡Patética! Tú planeaste que Carolina y yo nos encontráramos
—No, Richard, mira mis ojos —sentenció Carolina con firmeza y él la miró—. No lo harás, no me dejarás, ni te sentirás culpable por amarme, no es justo, hemos luchado tanto por nuestro amor, y no nos rendiremos por el capricho de Fred, nadie puede contra nuestro amor, no lo entiendes, nacimos para estar juntos.Ella acunó su rostro y lo besó, y él también la besó, sentir sus lágrimas, su dolor estrujaron su corazón—Te amo, Carolina, no puedo dejarte, incluso si Fred… él tiene que entender, pero estoy tan cansado de no poder hacer que mis palabras le lleguen, ¿Por qué debe ser así?—Escucha, cuando él esté mejor, porque lo estará, hablaremos con él, claro y tendido, él tendrá que madurar y aceptar que al amor no se le obliga, que nosotros nos amamos, y no vamos a permitir que nada, ni nadie nos separe.Richard sintió que Carolina era su fuerza, era su amor, era la mujer con la que soñó desde que se hizo hombre, sonrió y la abrazó a su pecho, necesitaba hacerle sentir que la amaría con