Sarah estaba tan perturbada, luego de oír aquellas palabras que se clavaron en ella con dolor, ¿Por qué Fred la odiaba tanto? ¿Qué había hecho para merecerlo? Ella no pidió que él se casará con ella, ahora no sabía de donde había obtenido tan falsa afirmación, una empleada bajó la escalera y se dirigió a ella —Señorita Sarah, venga conmigo, la abuela Steele, quiere verla, ahora. Ella sintió nervios, después de todo la abuela Steele parecía ser una mujer tan fuerte, y poderosa, que se sintió pequeña, caminó siguiendo a esa mujer, hasta llegar a la planta alta y a la alcoba de la mujer. Al entrar, observó a la mujer, recostada sobre la cama, pero enderezada, le hizo una señal para que se acercara a ella, aunque Sarah titubeó, al final obedeció —¿Cómo se siente, señora Marian? —¿Señora? No, querida, debes llamarme abuela Marian. Sarah se tensó y asintió despacio —Abuela, ¿Está usted mejor? —exclamó —Mejor, sí, así es, estoy mejor, hija, no te angusties —dijo la abuela Marian —Me
—¡No lo sé! Pero, si Carolina me ama, madre, si ella siente algo por mí, ¡No me importa ni todo el dinero del mundo! —exclamó Fred tan seguro de sus palabras Rachel le miró asustada, tenía miedo de que la abuela fuera capaz de echarlos de la casa, y desterrarlos de la herencia de su marido si Fred no era capaz de obedecer a su orden. A la mañana siguiente, Carolina y Richard llegaron a la mansión Steele, pues recibieron la petición de la abuela, estaban tan felices y unidos como nunca, se veían a los ojos y sonreían, era como si toda la vida les hubiese cambiado en un solo instante para mejor. Al entrar, la empleada le pidió a Carolina que esperara, que el médico de la familia aún revisaba el estado de salud de la abuela Steele —¿Qué le pasó a mi abuela? ¿Ella está bien? —exclamó Richard tan asustado —Bueno, ella sufrió un desmayo, señor, pero está mejor. Richard estaba muy angustiado —Hijo, ven conmigo, debemos hablar. —Vuelvo enseguida, mi amor —dijo Richard y siguió a su ma
Carolina y Richard volvieron a casa, al llegar fueron a cenar, ella temía que él estuviera enojado, pero estaba cansada del silencio, necesitaba saberlo de una vez y por todas—Dímelo, ¿Estás molesto?ÉL alzó la vista con algo de duda—No, ¿Por qué crees eso?—Por lo de Fred, yo nunca…Él tomó su mano y se acercó hasta rozar sus labios con dulzura—Ni siquiera tienes que decirlo, yo lo sé, bien, tú serías incapaz, sé que no sientes nada por Fred, él siempre es tan inmaduro, está acostumbrado a tener todo lo que quiere, y desear lo de otros, no me refiero a ti, me refiero en general, siempre fue así, si yo tenía algo, aunque él tuviera algo mejor, ya lo quería, y nunca lo entendí, es mi hermano, lo quiero, pero, quisiera que madurara y entendiera, que, e
Carolina y Richard paseaban en el yate, observaban el hermoso atardecer, y la quietud del mar, él la abrazaba, mientras bebían dos copas de champagne, él besó sus labios con amor —¿Acaso hoy te dije que te amo con locura? —exclamó Richard y Carolina sonrió, sentándose en su regazo —Lo dices todo el tiempo, yo también te amo, he aprendido a hacerlo —ella besó sus labios con dulzura y amor, de verdad vivían un idilio maravilloso —Quiero que, a partir de ya, vengas a trabajar conmigo, que diseñemos juntos la línea nueva de joyas, quiero una nueva línea que lleve tu nombre, que sea hermosa como tú, estoy loco, quiero hacer muchas cosas que nos unan. —Ah, ¿Sí? ¿Qué otras se te ocurren? Él dejó su copa, y también le quitó la suya —Tal vez, un bebé. Carolina le miró con ojos grandes, y sorprendidos, sintió un rubor en su rostro, no esperaba que él le pidiera un hijo, al menos no tan pronto, sintió sus labios sobre los suyos, sintió que se estremecía en sus labios, claro que quería tene
Maya era llevada al hospital en la ambulancia, había perdido el sentido, Richard y Carolina la seguían en el auto, ninguno había dicho nada, todo lo ocurrido era demasiado trágico para poder decir nada. Al llegar al hospital, pudieron ver que la llevaban a urgencias, ambos se quedaron en la sala de espera, se veían atormentados —¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué actuó de una forma tan loca? —exclamó Carolina tan consternada Richard la abrazó con fuerza entre sus brazos, odiaba que esa mujer siguiera inmiscuyéndose entre ellos —Lo siento tanto, Carolina, lo que menos quiero es que tú padezcas por culpa de mi pasado y de esa mujer. Ella acunó su rostro y lo miró —No es tu culpa, mi amor, tú no tienes la culpa de como actúan otras personas, menos por culpa de ella, es su decisión, ella necesita ayuda, de verdad, necesita ayuda psiquiátrica, tú no estás obligado a amarla, y a cargar con su locura. Richard estuvo muy de acuerdo con ella, y aún la abrazó con más fuerza a su cuerpo, para
Saúl se burlaba de Maya, mientras ella le miraba con furia, con el rostro enrojecido de la rabia que sentía —¡Deja de reírte! —¡Y cómo no, mujer! Mira lo que hiciste, te cortaste la muñeca y todo para nada, al final, Richard no te hizo caso, ni Carolina tampoco —dijo riendo de ella—. ¿Ahora qué harás? —¿Qué haré? Esperar. —¿Esperar? —exclamó él mirándola como si ella hubiese enloquecido—. Pero, no te das cuenta de que él ahora está muy feliz con la esposa, si lo dejas así, corres el riesgo de que ella se embarace, y ahora sí que lo pierdes para siempre. —Eso no sucederá, incluso si lo hace, me encargaré de que ese hijo no nazca, pero ahora debo tener paciencia, si hago cualquier cosa justo ahora, ellos no dudarán en culparme a mí de todo esto, en cambio, si finjo que estoy bien, que he salido adelante, Richard tarde o temprano enmendará su opinión sobre mí, en lugar de creer que soy solo una loca toxica, creerá que he cambiado y entonces, por fin lograré atacar para separarlos —di
Cuando el animador del evento los llamó al centro de la pista de baile para que bailaran el primer vals como esposos, Fred llevaba la mano de Sarah Carter, ella estaba tan temblorosa, anhelaba irse de ahí, pero aún así estuvo frente a él, Fred tomó su mano y acercó su cintura, ella puso su mano sobre su hombro, y resonó una dulce y suave melodía, las luces bajaron, de manera en que una tenue luz los iluminó, ella pudo ver su rostro, era un hombre muy atractivo, con un gesto muy amargado, que le daba un toque místico, sus ojos se miraron fijamente, mientras bailaban, para todo el mundo aquella pareja era hermosa, eran jóvenes, atractivos y bailaban rítmicamente, a pesar de la seriedad en sus ojos, todos podían ver un brillo de complicidad que parecía ser armonioso, era para todos visto que era un amor fortalecido, pero nadie sabía la verdad. Marian los miraba de lejos, y anhelaba que surgiera el amor, un amor tan fuerte como aquel que ella llegó a profesar por Carlos Donelli, ella miró
Ella sintió ese aliento cálido, su lengua abriéndose paso por su boca, acariciándola, de pronto fue como si él la empujara a la cama, y sintiera su peso sobre su cuerpo, era imposible liberarse de él, la forma en que la besaba, era como si nublara toda su razón, incluso si ella luchaba, sintió miedo, más allá de cualquier deseo, él no la amaba, y ella no quería entregarse a alguien si no era por amor, sintió como los besos de Fred se desplazaron a su cuello era como si sus besos quemaran, su piel también, era tan caliente, y ella solo quería detenerlo, pero él entrelazó sus manos —¡Por favor, déjame! ¡No quiero! —exclamó sollozando Fred la miró aturdido, su cabeza le dolía, casi como si fuera a explotar —¿Por qué no? ¿Acaso no eres ya mi esposa? Lo juraste ante Dios y ante un juez, ahora no quieres cumplir con tus obligaciones. Ella le miró atormentada, nunca pensó que él fuera capaz de exigir sus derechos de esposo, pero de pronto Fred solo se hizo a un lado, tendiéndose sobre la