Escape o farsa

Los días pasan en la más absoluta soledad. Veo a Vicenzo en el desayuno, en la comida y en la cena. Ni una palabra, ninguno de los dos ha comentado lo sucedido. Paso mis días encerrada en la habitación, no salgo, no como mucho. No me apetece hacer nada. A veces me mira fijamente esperando a que yo diga algo. Entre nosotros ha cambiado todo, yo he cambiado. Ninguna objeción, ninguna pregunta, ninguna protesta

. Absoluto silencio. Me pregunto el sentido de mi presencia, visto que mantiene las distancias desde hace semanas. Quisiera volver a Italia y recomenzar, intentar olvidarlo, junto a todo este dolor.

—¡La cena está lista! —Irrumpe en la habitación avisándome con cierta prepotencia. No lo miro, no le digo nada. Me levanto y me dirijo hacia la el comedor pasando a su lado. Es así como hemos pasado las últimas semanas, ignorándonos. Él ha in

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