Abro los ojos y miro el reloj. Solo las 7:00. No me siento bien, tengo el estómago revuelto. Y eso que no creo haber comido nada diferente. Han pasado tres semanas y todavía estoy aquí. Vicenzo me ha seguido escribiendo y Rodrigo me dice que esté tranquila, según sus hermanos no vendrá a buscarme por la fuerza. Sorprendente.
Me preguntó cuánto aguantará… Espero al menos el tiempo de organizar mi vida. Hubo un instante donde estuve a punto de ceder, quería escribirle, pero después resistí a la tentación. Parece que por primera vez esta respetando mis decisiones, pero estoy segura de que ya habrá decidido cuánto tiempo concederme.
Rodrigo insiste cada día con la historia del traslado a Noruega, pero no iré. Querría librarme también de él porque no me gusta y no me fío. Según él,
—¡Adrienna, qué placer volver a verte! —Exclama el doctor llamando mi atención. Le doy la mano y la aprieta con entusiasmo. Me habría gustado no volver aquí tan pronto, pero por lo que parece las cosas cambian. Ruiz siempre me ha dado la impresión de ser muy amable y cercano, sabe cómo hacerte sentir a gusto. Digamos que no es el típico doctor, se comporta más como uno de la familia. Conoce a mi padre desde siempre. Le sonrío débilmente mientras me mira por encima de las gafas.—¿En qué puedo ayudarte? —Pregunta colocando algunas hojas en el escritorio. —Me he despertado con náuseas, me da vueltas la cabeza y estoy muy cansada… —Explico dejándome caer en la silla. Posa su mirada inmediatamente en mí.—Acomódate en la camilla, así hacemos un control general. Hago lo que d
Jugueteo con los dedos frenéticamente. Ahora mismo no sé cómo tratar el tema, no creo que haya un modo adecuado de decírselo. Mi padre entra en casa y mi respiración se detiene. Ya está, ¡ha llegado el momento de abordar el problema! Enloquecerá cuando sepa que estoy embarazada, pero espero que pueda ayudarme a aclararme y a encontrar el modo de preservar la poca positividad que ha quedado en nuestras vidas. Soy joven y es pronto para tener un hijo, pero no estoy asustada.Entra en la cocina pensativo y se detiene cuando me ve sentada en la mesa. Tiene el rostro demacrado y creo que es por mi culpa. No puedo culparlo después de lo que le he contado. Y por si fuera poco, las noticias impactantes no han acabado todavía. Me preparo mentalmente e intento empezar de la mejor manera posible.—Papá, tengo que hablarte de una cosa importante. Se acomoda al otro lado de
—¿Dónde estamos yendo? —Pregunto volviéndome hacia Rodrigo. Está al volante y con la mirada concentrada en la carretera. No ha hablado mucho y eso es extraño. Me esperaba algún reproche, pero nada.—Tengo el deber de llevarte al aparcamiento de una pista de aterrizaje apartada. Tienes que ver a una persona. —Me informa.—¿Quién es? —Pregunto alarmada. Nunca habíamos hablado de incluir a otras personas, pero algo me dice que esto formaba parte de su plan…—No seré yo quien te lo diga, pero que sepas que es algo bueno. Parece diferente, ya no tiene ese aire arrogante que lo acompañaba la última vez. Su teléfono comienza a sonar, ambos miramos la pantalla que se ilumina. El latido del corazón acelera, mi cuerpo se paraliza. El nombre de Vicenzo continúa parpa
Miro a Vladan aterrorizada. Siempre he sido valiente en la vida, pero ahora no lo soy. Tengo miedo porque sé que es una persona cruel y sin escrúpulos. Me matará solo por el gusto de vengarse. Personas como él no tienen ni corazón ni consciencia. Quiere hacerme creer que no es malvado para atraerme hacia una trampa mortal.No encuentra satisfacción en matarme inmediatamente, antes me torturará psicológicamente, físicamente y cuando estará satisfecho, me matará. Una vez Vicenzo me había dicho que la peor muerte era lenta y dolorosa. Precisamente la que estoy a punto de sufrir yo.—¡Adrienna! Un grito desesperado me hace volverme de sopetón. Me falta la respiración, no me lo puedo creer: está aquí.—Vicenzo. —murmuro mientras corre hacia mí.—¡No te
—¿Qué quieres de mí, Vladan? —Pregunto volviéndome hacia él, mientras bajo la pistola.—Solo quiero conocer a mi hija… —Admite. Parece sincero, pero no me fío de él, no lo conozco. Me vuelvo hacia Vicenzo que parece incómodo. No sabe cómo comportarse ahora que sé la verdad. No podrá decir nada que me haga cambiar de idea.—No te puedes imaginar el daño que hace estar enamorada de la persona que te ha destruido.—Créeme, nunca te habría hecho daño. —Responde.—¿Cómo puedes no darte cuenta de que tú me haces daño siempre? No debías haber alterado mi vida. ¡No eres nadie para hacerme esto! —Grito histérica. Avanza intimidante, pero Vladan rápidamente se posiciona haciendo de escudo huma
A nuestro alrededor reina el silencio. Ha acabado todo, no oso mirar. Un quejido casi imperceptible llama mi atención. Abro los ojos y lo primero que veo es el rostro de Vicenzo contraerse. Maldiciendo trata de levantarse, pero sus brazos ceden y cae sobre mí. Verlo dolorido me destroza el corazón y reacciono instintivamente levantándolo. Es pesado, pero consigo colocarlo de lado mientras su cuerpo cae al suelo. No importa lo que está sucediendo a nuestro alrededor, mi única preocupación es él. Me arrodillo y trato de levantarlo.—¿Vicenzo, qué sucede? —Pregunto mientras lo zarandeo. Sus manos me agarran las muñecas y es entonces cuando nuestras miradas se cruzan. La suya está apagada y su rostro ha empalidecido. —Tranquilo, estoy bien. —Trata de asegurarme. Me fijo en la camiseta, tiene sangre en el costado, mucho sangre. Acerco la mano al borde de la cam
Abro los ojos lentamente y lo primero que veo es él. Duerme feliz y pienso que, mirándolo así, parece la Inocensia en persona, pero él de Inocente no tiene nada. La oscuridad lo rodea y esto me aterroriza. Parce calculador, frío y dispuesto a todo con tal de alcanzar sus objetivos. Miro mi mano, todavía atrapada en la suya, e intento sacarla lentamente.Bajo de la cama esperando que no se despierte. Cuando llego a la puerta de puntillas, me vuelvo para comprobar si duerme todavía y me escabullo. Necesito hablar con Vladan, por mucho que no me guste la idea de que por mis venas corre su sangre, necesito respuestas. Me acerco al sillón donde está sentado y respiro profundamente. ¡Dios mío!, ¡mi padre es un mafioso!—¡Hola! —Digo sentándome ante él. Levanta la mirada del periódico y me sonríe a duras penas.&nbs
Cuando llegamos a Rusia, decido ir con Vicenzo. Es una decisión cuestionable, pero necesito realmente hablar con él. No puedo dejar cabos sueltos, aunque pienso que no me dejará marcharme tan fácilmente. Intentará persuadirme, tratará por todos los medios de convencerme de que quedarme será la mejor opción. He prometido a Vladan que dentro de dos días puede venir a buscarme. Pasaré un poco de tiempo con él, consciente de que será el único tiempo que pasaremos en toda nuestra vida.—He avisado al médico, ya está en el castillo. —Lo informa Liam mientras continúa mirando la pantalla del teléfono. Ninguno de ellos me ha dirigido la palabra y tengo la duda de si están enfadados conmigo. Sobre todo Liam, que consideraba de alguna manera un amigo. Me pregunto si habla con Carlotta, por lo que sé siempre han estado en contacto