Una verdad

—¿Dónde estamos yendo? —Pregunto volviéndome hacia Rodrigo. Está al volante y con la mirada concentrada en la carretera. No ha hablado mucho y eso es extraño. Me esperaba algún reproche, pero nada.

—Tengo el deber de llevarte al aparcamiento de una pista de aterrizaje apartada. Tienes que ver a una persona. —Me informa.

—¿Quién es? —Pregunto alarmada. Nunca habíamos hablado de incluir a otras personas, pero algo me dice que esto formaba parte de su plan…

—No seré yo quien te lo diga, pero que sepas que es algo bueno. Parece diferente, ya no tiene ese aire arrogante que lo acompañaba la última vez. Su teléfono comienza a sonar, ambos miramos la pantalla que se ilumina. El latido del corazón acelera, mi cuerpo se paraliza. El nombre de Vicenzo continúa parpa

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