—¿Dónde estamos yendo? —Pregunto volviéndome hacia Rodrigo. Está al volante y con la mirada concentrada en la carretera. No ha hablado mucho y eso es extraño. Me esperaba algún reproche, pero nada.
—Tengo el deber de llevarte al aparcamiento de una pista de aterrizaje apartada. Tienes que ver a una persona. —Me informa.
—¿Quién es? —Pregunto alarmada. Nunca habíamos hablado de incluir a otras personas, pero algo me dice que esto formaba parte de su plan…
—No seré yo quien te lo diga, pero que sepas que es algo bueno. Parece diferente, ya no tiene ese aire arrogante que lo acompañaba la última vez. Su teléfono comienza a sonar, ambos miramos la pantalla que se ilumina. El latido del corazón acelera, mi cuerpo se paraliza. El nombre de Vicenzo continúa parpa
Miro a Vladan aterrorizada. Siempre he sido valiente en la vida, pero ahora no lo soy. Tengo miedo porque sé que es una persona cruel y sin escrúpulos. Me matará solo por el gusto de vengarse. Personas como él no tienen ni corazón ni consciencia. Quiere hacerme creer que no es malvado para atraerme hacia una trampa mortal.No encuentra satisfacción en matarme inmediatamente, antes me torturará psicológicamente, físicamente y cuando estará satisfecho, me matará. Una vez Vicenzo me había dicho que la peor muerte era lenta y dolorosa. Precisamente la que estoy a punto de sufrir yo.—¡Adrienna! Un grito desesperado me hace volverme de sopetón. Me falta la respiración, no me lo puedo creer: está aquí.—Vicenzo. —murmuro mientras corre hacia mí.—¡No te
—¿Qué quieres de mí, Vladan? —Pregunto volviéndome hacia él, mientras bajo la pistola.—Solo quiero conocer a mi hija… —Admite. Parece sincero, pero no me fío de él, no lo conozco. Me vuelvo hacia Vicenzo que parece incómodo. No sabe cómo comportarse ahora que sé la verdad. No podrá decir nada que me haga cambiar de idea.—No te puedes imaginar el daño que hace estar enamorada de la persona que te ha destruido.—Créeme, nunca te habría hecho daño. —Responde.—¿Cómo puedes no darte cuenta de que tú me haces daño siempre? No debías haber alterado mi vida. ¡No eres nadie para hacerme esto! —Grito histérica. Avanza intimidante, pero Vladan rápidamente se posiciona haciendo de escudo huma
A nuestro alrededor reina el silencio. Ha acabado todo, no oso mirar. Un quejido casi imperceptible llama mi atención. Abro los ojos y lo primero que veo es el rostro de Vicenzo contraerse. Maldiciendo trata de levantarse, pero sus brazos ceden y cae sobre mí. Verlo dolorido me destroza el corazón y reacciono instintivamente levantándolo. Es pesado, pero consigo colocarlo de lado mientras su cuerpo cae al suelo. No importa lo que está sucediendo a nuestro alrededor, mi única preocupación es él. Me arrodillo y trato de levantarlo.—¿Vicenzo, qué sucede? —Pregunto mientras lo zarandeo. Sus manos me agarran las muñecas y es entonces cuando nuestras miradas se cruzan. La suya está apagada y su rostro ha empalidecido. —Tranquilo, estoy bien. —Trata de asegurarme. Me fijo en la camiseta, tiene sangre en el costado, mucho sangre. Acerco la mano al borde de la cam
Abro los ojos lentamente y lo primero que veo es él. Duerme feliz y pienso que, mirándolo así, parece la Inocensia en persona, pero él de Inocente no tiene nada. La oscuridad lo rodea y esto me aterroriza. Parce calculador, frío y dispuesto a todo con tal de alcanzar sus objetivos. Miro mi mano, todavía atrapada en la suya, e intento sacarla lentamente.Bajo de la cama esperando que no se despierte. Cuando llego a la puerta de puntillas, me vuelvo para comprobar si duerme todavía y me escabullo. Necesito hablar con Vladan, por mucho que no me guste la idea de que por mis venas corre su sangre, necesito respuestas. Me acerco al sillón donde está sentado y respiro profundamente. ¡Dios mío!, ¡mi padre es un mafioso!—¡Hola! —Digo sentándome ante él. Levanta la mirada del periódico y me sonríe a duras penas.&nbs
Cuando llegamos a Rusia, decido ir con Vicenzo. Es una decisión cuestionable, pero necesito realmente hablar con él. No puedo dejar cabos sueltos, aunque pienso que no me dejará marcharme tan fácilmente. Intentará persuadirme, tratará por todos los medios de convencerme de que quedarme será la mejor opción. He prometido a Vladan que dentro de dos días puede venir a buscarme. Pasaré un poco de tiempo con él, consciente de que será el único tiempo que pasaremos en toda nuestra vida.—He avisado al médico, ya está en el castillo. —Lo informa Liam mientras continúa mirando la pantalla del teléfono. Ninguno de ellos me ha dirigido la palabra y tengo la duda de si están enfadados conmigo. Sobre todo Liam, que consideraba de alguna manera un amigo. Me pregunto si habla con Carlotta, por lo que sé siempre han estado en contacto
—Te amo. Abro los ojos y él está junto a mí. Acaricia mi mano y me mira con tristeza.—¿Cómo estás? —Pregunta.—No lo sé, Vicenzo… —Digo con sinceridad. Suspira y mira fijamente mi mano. Dejo que la acaricie porque la verdad es que echaba de menos su tacto.—Tenemos que hablar de nosotros, Adrienna. Me enderezo sentándome y cubriéndome con la manta. No estoy preparada, pero debemos hacerlo. Hay que resolver la situación de una vez por todas.—Necesito desesperadamente que respondas con sinceridad a una pregunta. — Dice. Me levanta y me posiciona sobre sus piernas. Una vez más dejo que lo haga. Su cuerpo cálido entra en contacto con el mío. Me posiciono mejor prestando atención a no tocarlo donde lo han herido. Me besa en la frente y con los dedos com
Parece desesperado y yo me quedo de piedra. Cuanto más hablamos, más cosas descubro. No lo conozco, es como si cada día me mostrara una nueva parte de él. El problema es que no sé cuál de ellas es la verdadera.—¡Quiéreme! —Suplica. No puedo. Niego con la cabeza y me levanto. Es demasiado, no puedo seguir con esto. Es esto lo que me hace, me manipula y me hace creer que todo es posible. Tengo que mirar la realidad, no existe un lugar donde podamos refugiarnos y vivir nuestro amor.—Tú me has esclavizado, Adrienna, mi corazón está encadenado al tuyo. Él continúa y sus palabras no paran de aumentar la rabia que guardo en mi interior. Me odio porque lo amo cuando debería odiarlo.—¡Bastaaaa! —Grito a pleno pulmón.—Para ya de decir tonterías. — Re
Entra en el bar. Sé que es él, pero no lo miro. Se acerca al mostrador y yo levanto la mirada. Nos miramos y él se sorprende cuando sonrío. Esperaba su visita, sabía que no se rendiría tan fácilmente. —Buenos días. —Buenos días. —Su voz se siente a duras penas, lo cual no es típico en el. Me siento segura y descarada, así que decido provocarlo. —¿Qué le preparo? —Pregunto comportándome como si no supiera quién es. —Un Scotch, gracias. —Responde más confundido que nunca. —¿No prefiere vodka? —Pregunto arqueando la ceja. Todavía aturdido niega con la cabeza mientras yo río para mis adentros. Esperaba que viniera a buscarme y lo ha hecho. Le paso un vaso lleno y apoyo la botella al lado. —Por si acaso… —Susurro acercándome ligeramente. Me siento a buen recaudo, esta vez él está en mi territorio. Bebe un trago sin apartar la mirada. Observa mi vientre