Esa mañana después de la confesión de la gravedad de la maldición, Calia despertó con un objetivo distinto ganarse la confianza de Aleckey para escapar de ese destino al que estaba sometido el alfa. No quería formar parte un mundo que la aparto de todo, ya que los lobos no solo la habían sacado del convento, sino que también esos demonios como ella los llamaba, le quitaron la vida a sus padres.Una noche cuando Calia apenas era una niña las bestias atacaron su pequeña aldea, eliminaron a todos. Ella estuvo escondida detrás de tablas y vio con sus propios ojos inocentes cómo sus padres eran asesinados. No pudo gritar, no pudo moverse. Solo cuando el silencio regresó y los cuerpos quedaron fríos, una mujer encapuchada la sacó de su escondite y la llevó lejos. Esa mujer era una monja de un convento o eso fue lo que dijo cuando la dejo a ella pequeña en manos de la madre superiora, quien le aseguró que Dios la había salvado por un propósito mayor. Aunque Calia nunca volvió a saber de esa
La primera semana junto a Astrid la llevaron a Calia a conocer más de la especie del alfa. Aprendió que ellos creen en una divinidad a la cual llaman luna y que también le dicen así a la pareja del líder de la manada, o sea a ella. Aunque claro, la sacerdotisa la llamaba por su sombre, sin ningún ápices de respeto. A las charlas se unió Isolde lo que provoco que la monja se sintiera más cómoda al tenerla a su lado.En silencio cada vez que Isolde le confesaba sobre enamoramiento, Calia pedía a Dios que la perdonara por eso. Tampoco se atrevía a juzgar a su hermana de fe, ya que no confiaba en ella por estar vinculada a Taylor que es segundo al mando y mejor amigo de Aleckey.Todas la información se seguía a cumulando en la cabeza de Calia, por ahora ninguna de ella suficiente para ayudarle a escapar o deshacerse del vínculo al que la había sometido Aleckey, por lo que la biblioteca en la mansión se convirtió en su segundo refugio.El gruñido de la puerta hizo que Calia levante su cabe
La mañana siguiente Calia se fue temprano al templo y agradeció no a verse encontrado con Aleckey. Su mente solo reproducía la sensación de los labios del alfa sobre los suyos, no podía evitar que sus mejillas se sonrojen de pensarlo, de recordar su palma caliente en su nuca y el recorrido de su lengua en su labio inferior.Durante las explicaciones que daba una chica a la que Astrid ese día dejo a cargo de sus enseñanzas, Calia no pudo prestarle atención a nada más que a la renombrada fiesta que se haría a la diosa de la luna en tres días cuando la luna se encuentra llena.Por lo que, cuando salió del templo el aire fresco golpeo su piel caliente, intentando enviar sus pensamientos a otra cosa que no sea Aleckey. Se detuvo a observar las inscripciones en un pilar de piedra pensó a verla visto escrita en un libro de la biblioteca del alfa, sin embargo, el gruñido a su espalda rasgó el silencio en el que estaba sumergida. Antes de que pudiera reaccionar, un oso salvaje emergió de entre
Los siguientes días las cosas eran más complicadas en el interior de Calia, ella era acompañada por Aleckey hasta el templo y este se despedía de ella arrancándole de sus pulmones todo el aire con besos que la monja no evita, ni apartaba. No era capaz de rechazarlo, no cuando llevaba una lucha dentro.Por otro lado, Aleckey apenas estaba sentándose en una silla en el salón de guerra por una audiencia inesperada. Los miembros del consejo estaban sentados alrededor de una mesa de roble macizo, sus expresiones marcadas por la incertidumbre. El alfa estaba despreocupado, con los codos apoyados sobre la mesa y los dedos entrelazados. Su mirada dorada centelleaba con furia contenida, no perdonaba todavía su necedad de que Calia no era la mujer correcta para reinar a su lado y si esta reunión era para eso muchas cabeza iba a correr por el lugar.—¿Por qué la reunión? —cuestiono a nadie en específico, pero un espía fue quien dio la cara.—Majestad, vengo de muy lejos para informarle sobre alg
Cuando Calia estuvo en la casa, se fue directo a la habitación para cambiarse de ropa. Se sentó frente al espejo intentando aclarar sus ideas después de lo que ocurrió en el río. No tenía duda de que sentía algo por Aleckey o que quizás se estaba formando algún vínculo más allá del que tienen por la marca. Ella había leído libros que explican cosas sobre los lobos, le aterraba la forma en que son tan bestiales y temía que este le hiciera algo de lo que leyó.—¿En serio lo estás pensando? —se cuestionó ante su reflejo, en donde solo veía una mujer de cabello plateado mordiendo su labio inferior y con sus ojos brillándole. No había nada más que esto, pensó; Aleckey no es como aquellos lobos que mataron a sus padres, pensaba la monja.Isolde, ella quizás tenía razón, pensaba. Calia pasó una mano por su cuello sintiéndose acalorada, cepilló su cabello otra vez y luego estranguló sus dedos sobre su vestido de seda de dormir. Respiro profundo con su vista puesta en la puerta, se puso de pie
La oscuridad la envolvía, densa y opresiva, como si el mismo aire que respiraba estuviera contaminado con un veneno desconocido. Calia sintió que su cuerpo flotaba entre la nada y el todo, atrapada en un limbo donde el tiempo no existía. Un viento helado la hizo estremecer, y cuando abrió los ojos, se encontró en una vieja granja, el lugar de su infancia, aunque ahora parecía distorsionado. El aroma de la paja y la madera quemada le invadió la nariz, pero algo más se filtraba en el aire: sangre. Su corazón comenzó a latir con violencia mientras avanzaba por el establo. Pequeñas luces titilaban desde el exterior de la casa principal de donde provenían gritos desgarradores. Calia se sintió más pequeña, más indefensa. Miró sus manos y, para su horror, no eran las de la mujer que era ahora. Eran las manos de un hombre. El miedo la paralizó. Recordaba esta escena. Había estado aquí antes. Pero en ese instante, su mente no era la de una niña aterrada escondida en un montón de paja. No.
Desde el fuerte y peludo lomo de Ebert, Calia observaba la abundante naturaleza del territorio de Aleckey. Las hojas de los árboles comenzaban a teñirse con los tonos otoñales, anunciando la llegada del invierno y dejando un aroma agradable en el aire fresco. Instintivamente, se cubrió más con la piel de oso que el rey de los lobos había colocado sobre sus hombros antes de abandonar la mansión.Era un reino próspero, pero marcado por las ruinas de los antiguos edificios que alguna vez habitaron los humanos. Ahora, la vegetación los rodeaba por completo y, en un par de siglos más, quizás terminaría por consumir aquellos bloques de concreto.Al aproximarse a los límites, tres lobos, mucho más pequeños que Aleckey, se acercaron e inclinaron levemente la cabeza. Sus ojos azules se fijaron en Calia con curiosidad e incredulidad. Para ellos, ella no pertenecía allí.—Alfa —saludó el líder del perímetro.—Tráeme una piel —ordenó Aleckey.Uno de los lobos salió hacia un pequeño campamento imp
El consejo volvió a reunirse tres días después de la salida de Aleckey con la monja a la frontera esta vez con un mensaje claro de su enemigo. Dos espías enviados a las tierras nuestras en donde se encontraba Draven habían sido encontrados sin vida. Peor aún, Draven no había ocultado su crimen; había enviado sus cabezas dentro de un saco ensangrentado hasta la fortaleza de Aleckey. El ambiente en la sala del consejo era tenso. El hedor a sangre aún impregnaba el aire, y los lobos presentes contenían la furia en sus rostros endurecidos.—Esto es un acto de guerra, Aleckey —gruñó Edrick, el cual es padre de Dimitri, con los nudillos blancos por la presión con la que apretaba el brazo de su silla—. Debes responder con fuerza. No podemos dejar que esto quede impune —incito a los demás para que reclamasen.—¡Exige su ejecución! —bramó otro de los consejeros—. No podemos permitir que tu hermano siga desafiando tu autoridad sin consecuencias.Los murmullos de aprobación llenaron la sala. Pe