Capítulo 18

La mañana siguiente Calia se fue temprano al templo y agradeció no a verse encontrado con Aleckey. Su mente solo reproducía la sensación de los labios del alfa sobre los suyos, no podía evitar que sus mejillas se sonrojen de pensarlo, de recordar su palma caliente en su nuca y el recorrido de su lengua en su labio inferior.

Durante las explicaciones que daba una chica a la que Astrid ese día dejo a cargo de sus enseñanzas, Calia no pudo prestarle atención a nada más que a la renombrada fiesta que se haría a la diosa de la luna en tres días cuando la luna se encuentra llena.

Por lo que, cuando salió del templo el aire fresco golpeo su piel caliente, intentando enviar sus pensamientos a otra cosa que no sea Aleckey. Se detuvo a observar las inscripciones en un pilar de piedra pensó a verla visto escrita en un libro de la biblioteca del alfa, sin embargo, el gruñido a su espalda rasgó el silencio en el que estaba sumergida. Antes de que pudiera reaccionar, un oso salvaje emergió de entre
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