Bleid no podía creer cómo alguien tan pequeñito era capaz de robarle por completo el corazón, porque desde el momento que él que tomó a su hija entre sus brazos no dudo en amarla, daría su vida por ella, al igual que la daría por su madre. La mujer que se encontraba con la cabeza sobre su regazo y que sonreía feliz al darse cuenta del amor qué lograba ver a través de la mirada del padre de su hija.—Se parece a ti, es un pequeño angelito— Murmuró Bleid al notar el color de los cabellos de su hija, los cuales eran del mismo tono platinado que los de su madre —, espero que tenga el mismo color de tus ojos— mencionó, el alfa. Aunque su hija no tardó mucho en abrir sus ojos y sacarlo de su error, dejándole ver a sus padres el bello color verde claro, parecido al de su padre cuando se encontraba feliz.El color de los ojos de su hija era, para Bleid, una visión de lo más hermosa, una mirada tan clara como la que tenía su princesa. Estaba enamorado y orgulloso de esa pequeña bebe.¿Se habr
Ravel no pudo responder, se echó a llorar como un niño, ante la felicidad que podía palparse en sus descendientes, ante su propia felicidad, por fin lo conseguía, por fin se rompía la maldición y él pronto podría obtener lo que siempre había deseado.Pero Gregory se asustó, ver a un hombre como Ravel arrodillado, llevándose las manos a la cara mientras lloraba desconsolado, era una imagen realmente sorprendente.— Ravel cariño — dijo el cazador yendo rápidamente a abrazar al brujo para intentar calmarlo, pero este solo se abrazó a él y se soltó a llorar todavía con más fuerza.— Todo es culpa mía, todo pasó por mi culpa — repetía sin parar abrazado al cuerpo del cazador, de su descendiente y también amante.Audrey tampoco sabía cómo proceder, solo aferró un poco más fuerte a su hija contra ella, llegó a creer que él era el hombre que la tenía secuestrada, pero lo cierto es que era una idea absurda, se había pasado todo su encierro drogada, pero verlo así la hizo estremecerse de miedo.
Ravel pinzó el cordón umbilical de la pequeña y lo cortó con pesar sabiendo lo que sucedería en el momento en que lo hiciera, pero era necesario para que fuera capaz de hacer lo que tenía que hacer, debía alejar a la bebé de sus padres cuanto antes y terminar con todo.El grito de Audrey hizo que tanto el cazador como el lobo se alteran, pero Ravel había perfectamente lo que sucedía ahí, lo que les sucedería a todos, pero debía remendar su error.Ella sintió un fuerte pinchazo y después de eso la sangre empezó a resbalar por sus piernas.— Bleid …— le dijo preocupada, sintiéndose cada vez peor, el rostro de Audrey se veía todavía más blanco y sus labios habían perdido ese característico tono cereza que tenían por naturaleza.El alfa palideció al ver la sangre en rodar por las piernas de su luna, justo en el momento que él trató de cargarla para llevarla a casa.— No puedes moverla, debemos llevarla a un hospital — dijo Ravel de repente — tampoco puede pasar a través de mis portales, p
Gregory no podía entender que era lo que pasaba en esos momentos. ¿Qué era lo que estaba diciendo Ravel?¿Qué palabras había dicho quién? ¿Acaso hablaba de la profecía? ¿Pero cómo podía conocer él la profecía?—Ravel no sé qué te pasa, pero podemos arreglar aquello que te molesta — mencionó Gregory tratando de acercarse. El cazador estaba sintiendo no solo miedo al ver a su pequeña sobrina en brazos de ese hombre, que en ese momento parecía un completo desconocido frente a sus ojos. También podía sentir como su corazón empezaba a doler y a fragmentarse en miles de pequeños trozos a medida que iba embonando todo en su mente a medida que el puzle en su cabeza cobraba forma, recordando todos aquellos textos que había leído toda su vida acerca de la profecía y llenándola con todas las cosas nuevas que fue descubriendo.Las lágrimas rodaron por sus mejillas, sin poder detenerlas, mientras caminaba lentamente hacia donde se encontraba su amante.— Tú mejor que nadie debes entenderme — dijo
Bleid se encontraba sin saber qué hacer, condenado a ver cómo su esposa se moría frente a sus ojos, su dolor había atraído a todos los lobos de esa región y de las regiones vecinas, llegando justamente hasta esa cabaña rodeándola, el astro rey acaba de esconderse y quién en ese momento se encontraba reinando no era otra más que su hermana. Una hermosa luna llena fue a esa luna que todos los lobos alzaron sus morros para aullarle, para pedirle misericordia por un crimen que ninguno de ellos había cometido, pero que todos pagaban.Le pedían por la redención de todos, sobre todo de aquel que lo inició todo y por el hombre que se había quedado en ese momento al lado de su esposa, tomándole de la mano sin poder hacer nada para ayudarla.Los agónicos y lastimeros aullidos se dejaron escuchar en todos lados, hasta los habitantes de ese pueblo también se metieron a sus casas a pedir por una absolución que tal vez jamás llegaría. Para cuándo Bleid supo que era lo que le estaba pasando a Audre
Las dos bestias corrieron hacia su destino, decididas a cumplir el deber encomendado.Una fuerte brisa se dejó sentir en esa parte del bosque donde se encontraba un hombre llorando en esos momentos la muerte de su amada esposa y la de su hijo recién nacido.La luna desde el cielo observaba todo, como siempre solitaria y triste, esperando por fin ver a todos sus hijos viviendo en paz.La puerta de la pequeña cabaña se abrió de golpe dejando entrar al par lobos, estos tenían una misión que cumplir.Bleid se encontraba devastado, no había consuelo para su alma, mucho menos para su corazón, el cual se había fragmentado en miles de pedazos por la muerte de su esposa, con la muerte de su hijo en sus brazos, lo que había en su pecho, era un gran hueco incapaz de albergar amor y eso solo hacía que temiera, por su hija. En su mente no paraban de resonar las palabras de su querida Audrey.«Sé un buen padre, ama mucho a nuestra hija.»—Pero ya no queda amor en mi, Audrey, ya ni siquiera siento u
—¿Por qué no vas a ver a tu hermana y a conocer a tu otro sobrino?— mencionó Bleid sonriéndole a su cuñado —aunque espero que puedas aceptarlo, porque a diferencia de esta princesa, él no es un bebé común, se parece un poco a mí y a la forma en la que yo fui traído a la vida.Gregory no podía creerse lo que estaba viendo, su corazón latía de forma desenfrenada como si algo en ese cachorro se le hiciera conocido, y se acercó con temor hasta esa pequeñita bola de pelo blanca que abrió los ojitos en el instante en que él lo observaba y los clavó en los de él.— No es posible…— debía estar volviéndose loco, debía ser sus propias ganas, su propia melancolía, lo que lo hacía reconocer en un pequeño cachorro al hombre que amaba, al que acababa de arrebatar la vida para proteger a su sobrina— ¿Cómo…? — no pudo acabar su pregunta porque ni siquiera sabía que quería preguntar.— Es él… al menos es su alma — respondió Audrey que al haberse fusionado con la loba blanca sabía perfectamente lo que
Tres gloriosos meses habían pasado desde el nacimiento de sus hijos. Bleid y al alfa Azabache no podían estar más felices.¿Cómo no estarlo? Cuando su hermosa luna ya había despertado a su loba, uniéndose aún más. Haciendo que él pasara mucho tiempo enseñándola a comportarse como una loba, a conectar con esa parte de ella, haciendo que compartieran muchas cosas como la cada, de la cual disfrutaban mucho juntos.En ese momento, Azabache corría por el bosque en compañía de su pareja, una hermosa loba blanca que corría a su lado, tratando de ganarle, de sorprenderlo.El corazón del alfa no podía hacer otra cosa más que latir con fuerza por ella. Los miedos de poder perderla habían sido dejados de lado, lo único que podría preocuparlos era la seguridad de sus dos hijos, sobre todo del pequeño cachorro, quien no había logrado dejar de ser un lobito de color blanco, como la piel de los armiños, con los ojos verdes, en vez de grises y que no paraba de meterse en problemas como el príncipe ma