Bleid se encontraba sin saber qué hacer, condenado a ver cómo su esposa se moría frente a sus ojos, su dolor había atraído a todos los lobos de esa región y de las regiones vecinas, llegando justamente hasta esa cabaña rodeándola, el astro rey acaba de esconderse y quién en ese momento se encontraba reinando no era otra más que su hermana. Una hermosa luna llena fue a esa luna que todos los lobos alzaron sus morros para aullarle, para pedirle misericordia por un crimen que ninguno de ellos había cometido, pero que todos pagaban.Le pedían por la redención de todos, sobre todo de aquel que lo inició todo y por el hombre que se había quedado en ese momento al lado de su esposa, tomándole de la mano sin poder hacer nada para ayudarla.Los agónicos y lastimeros aullidos se dejaron escuchar en todos lados, hasta los habitantes de ese pueblo también se metieron a sus casas a pedir por una absolución que tal vez jamás llegaría. Para cuándo Bleid supo que era lo que le estaba pasando a Audre
Las dos bestias corrieron hacia su destino, decididas a cumplir el deber encomendado.Una fuerte brisa se dejó sentir en esa parte del bosque donde se encontraba un hombre llorando en esos momentos la muerte de su amada esposa y la de su hijo recién nacido.La luna desde el cielo observaba todo, como siempre solitaria y triste, esperando por fin ver a todos sus hijos viviendo en paz.La puerta de la pequeña cabaña se abrió de golpe dejando entrar al par lobos, estos tenían una misión que cumplir.Bleid se encontraba devastado, no había consuelo para su alma, mucho menos para su corazón, el cual se había fragmentado en miles de pedazos por la muerte de su esposa, con la muerte de su hijo en sus brazos, lo que había en su pecho, era un gran hueco incapaz de albergar amor y eso solo hacía que temiera, por su hija. En su mente no paraban de resonar las palabras de su querida Audrey.«Sé un buen padre, ama mucho a nuestra hija.»—Pero ya no queda amor en mi, Audrey, ya ni siquiera siento u
—¿Por qué no vas a ver a tu hermana y a conocer a tu otro sobrino?— mencionó Bleid sonriéndole a su cuñado —aunque espero que puedas aceptarlo, porque a diferencia de esta princesa, él no es un bebé común, se parece un poco a mí y a la forma en la que yo fui traído a la vida.Gregory no podía creerse lo que estaba viendo, su corazón latía de forma desenfrenada como si algo en ese cachorro se le hiciera conocido, y se acercó con temor hasta esa pequeñita bola de pelo blanca que abrió los ojitos en el instante en que él lo observaba y los clavó en los de él.— No es posible…— debía estar volviéndose loco, debía ser sus propias ganas, su propia melancolía, lo que lo hacía reconocer en un pequeño cachorro al hombre que amaba, al que acababa de arrebatar la vida para proteger a su sobrina— ¿Cómo…? — no pudo acabar su pregunta porque ni siquiera sabía que quería preguntar.— Es él… al menos es su alma — respondió Audrey que al haberse fusionado con la loba blanca sabía perfectamente lo que
Tres gloriosos meses habían pasado desde el nacimiento de sus hijos. Bleid y al alfa Azabache no podían estar más felices.¿Cómo no estarlo? Cuando su hermosa luna ya había despertado a su loba, uniéndose aún más. Haciendo que él pasara mucho tiempo enseñándola a comportarse como una loba, a conectar con esa parte de ella, haciendo que compartieran muchas cosas como la cada, de la cual disfrutaban mucho juntos.En ese momento, Azabache corría por el bosque en compañía de su pareja, una hermosa loba blanca que corría a su lado, tratando de ganarle, de sorprenderlo.El corazón del alfa no podía hacer otra cosa más que latir con fuerza por ella. Los miedos de poder perderla habían sido dejados de lado, lo único que podría preocuparlos era la seguridad de sus dos hijos, sobre todo del pequeño cachorro, quien no había logrado dejar de ser un lobito de color blanco, como la piel de los armiños, con los ojos verdes, en vez de grises y que no paraba de meterse en problemas como el príncipe ma
Azabache había visto con impotencia como, Yue, su pareja, se lanzaba sin pensarlo por el barranco. Él tampoco tardó en hacerlo, pero a diferencia de Audrey, tenía que conservar la calma, no podía perderla. Hacerlo podría significar un verdadero peligro, tanto para su luna como para su hijo, algo que no podría permitirse.«¡Yue espera!»Exclamó Azabache al ver a su luna lanzarse a la charca de lodo donde su hijo había caído. Él, que conocía tan bien la zona, sabía que no era una charca común y corriente, sino una charca de arenas movedizas.El alfa empezó a dar vueltas de un lado a otro hasta que por fin vio a su luna salir con el pequeño cachorro completamente cubierto de barro, fue entonces que Azabache dio paso a Bleid para tomar al pequeño en sus manos, y así poder salvar a su luna.En su forma animal no podría hacer nada más que saltar y empeorar las cosas, sin embargo, siendo Bleid, no solo se cercioró de que su hijo respiraba tras limpiarle el morro y la cabeza.—¡Él se encuentr
— ¿Quieres calmarte Gregory?— Preguntó Susan, tras bajar y verificar que la pequeña Gwyneth siguiera durmiendo plácidamente en su cuna.— Ellos no debieron llevarse Barack por la noche. ¡Es solo un cachorro!— dijo él levantando la voz más de la cuenta, provocando que el ceño de la señora Vangelis se frunciera.Ella iba a hablar, a reclamarle a su hijo por esa reacción que consideró una falta de respeto. Cuando el ruido de la puerta los alertó. Alguien estaba entrando por la puerta que comunicaba con el bosque, lo que hizo que Gregory corriera a encontrarse con los lobos.El pequeño ladrido de Barack fue lo único capaz de hacer que el corazón de Gregory volviera a latir con normalidad, cuando vio a su pequeño sobrino salir de la oscuridad, sin su característico brillo lunar que destellaba en noches como esa. Estaba completamente manchado de lodo.El cazador tomó al cachorro en sus brazos, casi sentía la necesidad de volver a perseguir a lobos de nuevo, solo para poder atar y torturar a
—La única manera de que él pueda llegar a tomar su forma humana es por medio de un intercambio, por medio de un sacrificio—, respondió alzando su mirada, clavando su mirada verde en la gris de Gregory — alguien debe de ocupar su lugar. Convirtiéndose en un lobo. Pero es algo que ni tu hermana, ni yo podemos hacer.Bleid camino hasta donde se encontraba su hijo, acariciando de manera suave y delicada, sus orejas, llevando al pequeño cachorro a gimotear entre sueños, feliz por la caricia. Hizo eso mientras esperaba que Gregory captará el mensaje en sus palabras, porque para que eso funcionará, la otra persona debía de desear sacrificarse sin ningún tipo de duda.— Así que alguien puede ocupar su lugar …— Gregory se dejó caer en el sillón que quedaba cerca de la camita sobre la que el pequeño descansaba, había varias de esas por toda la casa, sobre todo en las estancias que ocupaba Gregory.—Ya que he visto que Barack está dormido y que está bien, me regresaré a mi cuarto, junto a tu her
Susan Vangelis se había despertado muy pronto aquella mañana, por primera vez en casi 30 años había aceptado tener una cita con un hombre y llegaba el momento de contarles esa decisión a sus hijos, que lo que tenía muy claro era que no haría nada si ellos no lo aceptaban. El primero en aparecer por la cocina era Gregory con el pequeño Barack en brazos, sorprendiéndose al ver a su madre preparándoles el desayuno en lugar de a la cocinera.— ¿Sucede algo, mamá? — no recordaba esa imagen desde la última vez que su padre y ella se marcharon de viaje sin ellos, era como la extraña forma de disculparse de Susan cuando se sentía mal por alguna acción que no consideraba del todo correcta.— ¿No puedo prepararle el desayuno a mis hijos?— se acercó hasta ellos y rascó al pequeño lobito tras la oreja para luego inclinarse y dejar un suave beso en su cabecita — ¿Cuándo nos dejarás ver tu forma humana, cariño?Susan no sabía que aquello no era tan grave, simplemente pensaba que el cachorro se sen