Gregory se estaba ahogando, la sangre no paraba de subir por su tráquea haciéndolo toserEl dolor de su cuerpo era insoportable; sin embargo, no era eso lo que lo tenía alterado buscando la forma de levantarse. Lo que tenía a Bleid lleno de temor tampoco era la inminente muerte que se encontraba respirando sobre él.Lo que realmente lo preocupaba y no lo dejaba ceder a esa herida que pretendía arrastrarlo hasta el otro lado del velo, era ver cómo su luna, su esposa y futura madre de su hijo, estaba siendo sometida por ese otro hombre, ahí a unos pocos pasos de él sin que él fuera capaz de alejarlo de su cuerpo y protegerla, Bleid quería matarlo.Ver cómo la sonrisa de Alfred Belucci se incrementaba observando cómo él, trataba de moverse y no podía hacerlo, como se regodeaba de su sufrimiento por no poder proteger a la mujer que amaba.— No eres más que un estúpido animal, que quiso quitarme lo que era mío, pero ya no más. Ahora ella será mía y tú serás testigo de eso — le escuchó decir
— ¡Bleid cariño!— Audrey se cubrió con el vestido que había a un lado y corrió rápidamente hasta donde el cuerpo de Bleid permanecía tumbado. — Estoy bien mi amor, estoy bien… no logró hacerme daño.Aseguró ella sosteniendo la cabeza de Bleid contra su cuerpo al abrazarlo, intentando transmitirle todo lo que sentía, intentando curarlo, aunque no tenía ni idea de cómo debía hacerlo, de cómo funciona ese poder que servía para regenerar sus heridas.Bleid se relajó al sentirla cerca de él, por lo que de inmediato trató de tocarla con la punta de los dedos, necesitaba hacerlo, comprobar que se encontraba bien; sin embargo, la sensación de pesadez de su cuerpo era imposible de dejar pasar.—¡Bleid! — Audrey empezó a llorar al ver como cerraba los ojos y parecía morir en sus brazos, si lo perdía, ella misma se dejaría morir, no imaginaba esta vida sin él, no era lo suficientemente fuerte como para seguir respirando si él dejaba de hacerlo.La loba se relamió la sangre que manchaba su blanco
Ravel sonrió, para él era muy fácil de responder la pregunta que le acababa de hacer Audrey, de hecho, cualquiera que lo pensara un poco seria capaz de contestarla.— Ravel…— lo llamó Gregory despertando, haciendo que se olvidara por completo de la chica.Audrey también giró el rostro rápidamente en dirección al altar, donde reposaban los dos hombres, bañados por la luz curativa de la luna reflejada en los múltiples cristales de la cueva.— Audrey — la nombró también Bleid haciendo que ella se moviera rápidamente hasta su esposo tomándolo de la mano, provocando que un par de lágrimas resbalaran por las mejillas de la chica.Quién no estaba feliz por la recuperación de Bleid, era Gregory que casi se muere de nuevo al escuchar la voz de su mayor enemigo a su lado, provocando que se levantara de golpe para enfrentarlo.— Maldito monstruo…Ravel de inmediato se interpuso entre los dos, tomando del rostro al cazador —Será mejor que te comportes, estuviste a punto de morir y me costó mucho
—Atrévanse a intentarlo y verán cómo esa herida que acaba de sanar por arte de magia vuelve a abrirse y, con ella, su muerte inmediata— los animó Ravel.—¿Qué diablos estás diciendo Ravel?— Wolfang no tardó en tomar de la camisa a su amigo al escucharle decir eso. — Suéltalo monstruo — Gregory no tardó en salir en su defensa, no pensaba permitir que el lobo le hiciera nada a Ravel.—Tranquilo cazador, mi viejo amigo Wolfang no me hará daño, porque sabe que lo que le digo es verdad. El milagro es que ella no haya sido afectada como ustedes.— explicó Ravel callando por unos segundos sin dejar de observar a Audrey.Bleid gruñó soltando a Ravel, para alejarse de su lado. Llevando su mano derecha hasta su rostro y pasándola por este, antes de voltear a ver a su luna y soltar un gruñido cargado de frustración.—Él tiene razón, ahora que el vínculo se ha creado para salvarnos, este nos mantiene atados en una especie de cadena invisible. Lo que le pase a él, me pasará a mí y viceversa. No so
Susan Vangelis estaba indignada y caminaba de un lado a otro del salón, para luego quedarse parada, de pie frente a la pareja, buscando elegir sus palabras para transmitir el revoltijo de pensamientos que tenía en la cabeza.— No me lo puedo creer, estoy realmente decepcionada Audrey ¿Casarte en secreto? ¿Así es como te he educado? ¿Tienes idea de lo que diría tu padre?Gregory pensó que si su padre siguiera vivo, se moría del susto y si no Audrey correría realmente peligro porque, a diferencia de él, su progenitor no tendría ningún problema con hacer lo mismo que se había hecho con las mujeres Vangelis durante generaciones, encerrarlas, matarlas, torturarlas y un sinfín de barbaridades que le costaba siquiera pensar.Resopló y siguió andando de un lado al otro molesta, casi parecía que terminaría haciendo un surco en el suelo, ella había imaginado una gran boda para su hija, quería ir a probarle miles de vestidos y emocionarse con ella en el momento en que uno la hiciera llorar y com
Gregory estaba encerrado en su despacho mientras tenía un dejavu, se recordaba a sí mismo días atrás observando por la ventana, enfurecido por la cercanía de su hermana con Wolfang y ahora solo podía pensar en la de Ravel y su madre.Si tan solo fuera capaz de tener la valentía y sacar públicamente lo que realmente era, de explicar que prefería a los hombres y que Ravel le gustaba, mucho. ¿Cómo podría hacerlo si él era él cabeza de familia? Resopló molesto al ver como Ravel y su madre se reían durante la conversación y caminó hasta una de sus estanterías. Tras mover uno de los libros el mueble de madera se movió dejando ver otra oculta detrás, una llena de libros que parecían muy antiguos, la mayoría escritos del puño y letra de sus antepasados.Debía encontrar la forma de proteger a Audrey, y no, por nada del mundo podría hacer lo que hicieron sus antecesores. No le haría daño a su hermana.— No lo sé — respondió Audrey sin saber muy bien cómo afrontar aquello.Bleid tenía razón, có
Por supuesto que Harry no estaba conforme con la respuesta que le había dado el hermano de la joven.Ese matrimonio significaba mucho para él, para su familia, para recuperar nuevamente parte del poderío de los Belucci.—¡Esto no se va a quedar así!— espetó furioso, volviendo a enfrentar a Gregory, señalándolo con el dedo índice de su mano derecha.Para luego voltear a ver a la pareja a un par de metros de dónde se encontraba él.Por supuesto que Bleid permaneció todo ese tiempo en silencio, tomado de la mano de su luna. Solo de esa manera pudo mantenerse en calma y no saltarle encima a ese hombre que con tanto descaro reclamaba a su luna para su hijo. Ravel, por otro lado, también se estaba conteniendo, ese maldito instinto de posesividad que sentía por Gregory se hacía presente ante cualquier clase de peligro que pareciera acercarse a él.—Mi luna, por favor, necesito estar contigo a solas— murmuró Bleid o mejor dicho lo gruñó.Audrey estaba más asustada que molesta. Por un lado,
Fuego, eso es lo que sentía que recorría todo su cuerpo, un fuego que no paraba de quemarlo, que iniciaba en su corazón y que se expandía por todo su cuerpo, alimentando la rabia y el odio con el que había renacido.Solo existía una única palabra en su mente, «Venganza» contra su enemigo y ese no era otro que Wolfang.Su rabia creció en su interior, enloqueciéndolo, haciendo que sus huesos se rompieran y su piel se desgarrara, ante los primeros rayos de esa luna llena que se coronaba majestuosa en el cielo esa noche de luna llena.El aullido de una bestia, despertó a todo el bosque.Bleid no podía dejar de pensar en las palabras de su luna con respecto al cuerpo del hijo del hombre que había ido a la mansión esa tarde.Aunque él hubiera deseado que el maldito cuerpo de ese hombre se pudriera; no podía dejar que se pudriera ahí precisamente en ese lugar, por lo que tras despedirse de Audrey para ir a cazar, se dispuso a ir a la cueva.No tardo mucho en llegar a la cueva y adentrarse en