Fuego, eso es lo que sentía que recorría todo su cuerpo, un fuego que no paraba de quemarlo, que iniciaba en su corazón y que se expandía por todo su cuerpo, alimentando la rabia y el odio con el que había renacido.Solo existía una única palabra en su mente, «Venganza» contra su enemigo y ese no era otro que Wolfang.Su rabia creció en su interior, enloqueciéndolo, haciendo que sus huesos se rompieran y su piel se desgarrara, ante los primeros rayos de esa luna llena que se coronaba majestuosa en el cielo esa noche de luna llena.El aullido de una bestia, despertó a todo el bosque.Bleid no podía dejar de pensar en las palabras de su luna con respecto al cuerpo del hijo del hombre que había ido a la mansión esa tarde.Aunque él hubiera deseado que el maldito cuerpo de ese hombre se pudriera; no podía dejar que se pudriera ahí precisamente en ese lugar, por lo que tras despedirse de Audrey para ir a cazar, se dispuso a ir a la cueva.No tardo mucho en llegar a la cueva y adentrarse en
Bleid no había salido inmune de esa pelea, antes de la llegada de los miembros de la orden, por lo que no estaba en condiciones de cazar una presa grande. Lo único que pudo atrapar fue una pequeña liebre, la cual en esos momentos presentaba ante su amada.—Lo siento querida, la caza no salió tan fácil como creí, lo único que pude traer esta noche es una liebre — mencionó tratando de evitar que ella notara sus heridas.Pero le fue imposible hacerlo, sobre todo cuando ella corrió a abrazarlo porque se sebtia cada vez mas necesitada de tenerlo cerca, como si su embarazo lo requiriera.— Bleid…. ¿Qué sucedió? Preguntó ella levantándole la camiseta y descubriendo aquel zarpazo en su abdomen.—No es nada, ya está empezando a curarse — Bleid agradeció que fuera luna llena y que su herida ya no estuviera tan profunda y marcada —. Has visto que con tu cercanía ya se está curando más rápido.—¿Así que ya te sientes mejor? — dijo Audrey quien había tenido que conformarse con un conejo, lo único
— Te amo…— aseguró Audrey pasando los brazos alrededor de su cuello para mantenerlo así, observando como la besaba, como sus miradas se encontraban en cada nueva embestida que recibía y que solo hacían que deseara más de él—. Bleid… más…Exigió arqueándose bajo su cuerpo y a la vez buscándolo, necesitando el contacto con su piel en cada nuevo movimiento que hacía que él se clavara más en su interior, que él la volviera un poco más loca por su cuerpo, por esa necesidad de sentirlo de la que fue consciente desde el primer instante en que estuvieron juntos.En ese punto, Bleid era consciente de que jamás había estado tan feliz de ser prisionero de un miembro de la familia Vangelis cómo en ese momento.Porque eso era un maldito condenado, cuya única condena, era la de satisfacer los deseos de la mujer que se encontraba bajo su cuerpo y no se quejaba, ni sé quejaría nunca, ya que no existía poder alguno que lo obligara a no hacerlo.Sobre todo si escuchaba de esos labios hinchados por los
Ravel deseaba negarse, revelarse ante su acercamiento, pero eso solo hacía que anhelara tenerlo más cerca, por lo que se encontró de pronto y nuevamente, acorralado por el cazador, sintiendo ese hormigueo que comenzaba justo ahí, donde el aliento de Vangelis tocaba su piel y se extendía por todo su cuerpo.Por supuesto que estaba celoso de sus antiguos amantes, pero no era necesario que le respondieras algo que el mismo Vangelis ya sabía. Lo que sí debía responderle era el paradero de la sangre que habían conseguido del vampiro al que habían visto antes del accidente.Ahora, más que nunca tenía que mantener sus pensamientos más profundos e importantes, ocultos, no podía dejar que él fuera consciente de lo que planeaba.—La he perdido— le respondió, sin ningún atisbo de duda en la voz.Gregory se apartó un poco del cuello de Ravel y levantó la vista para observarlo. No imaginaba un brujo como él, perdiendo algo tan valioso, sobre todo uno que olía a lobo y a quien no le sería fácil con
—He dicho que te ayudaré, así que no te preocupes— respondió Ravel entrando al pasadizo, adaptando su vida a la penumbra existente en ese pasillo.Es más, era como evocar esos años donde él era un novato cazador con ambiciones de hacer de este mundo algo mejor, liberándolo de los Wolfang, quién lo diría, ahora su prioridad era salvar al último de los Wolfang de la ira del último jefe de familia de los Vangelis.El sonido de hombres ahogándose con su propia sangre y el olor a cobre de la misma, fue una indicación de que ya habían llegado al lugar al que Gregory estaba llevándolo.—Te ayudaré, pero al igual que cualquiera a quien le hago un favor y ofrezco mi ayuda, esta viene con un pago. ¿Estás de acuerdo?Gregory lo observó y asintió, no imaginaba menos, nadie daba nada sin esperar obtener algo a cambio, no importaba la relación que hubiera entre ellos, aquello eran negocios.— Cualquier cosa que esté en mis manos te la daré — Aseguró Vangelis observando a sus hombres, algunos necesi
Gregory se encontraba de regreso en su oficina, con sus manos apoyadas sobre su escritorio de caoba, el mismo dónde momentos antes había estado disfrutando del cuerpo de su amante.Las palabras de Ravel seguían repitiéndose en su mente en bucle. «Tú y esa bestia como llamas a Wolfang están unidos, si no me crees, mira y siente, no te percataste de esa herida gracias a que estabas más entretenido en algo más placentero, para ti» «¿Qué significa esto? ¿Cómo podemos estar esa bestia y yo unidos de esta manera?»Toda su vida le habían instruido para odiar a los Wolfang para salvar a la humanidad de ellos, pero porque no podían matarlos a todos, por qué tenían que mantener vivo al último de ellos.Pero todas esas interrogantes esperarían, ahora lo que importaba era ir a buscarle y hacer que le dijera que era esa maldita criatura con la que se había enfrentado esa noche, por lo que no dudó ni un segundo más en caminar hasta la habitación que le había asignado en la mansión Vangelis. Solo
Bleid se quedó en su lugar, no porque deseara que Gregory se llevara a su hermana. Tal vez él podía salvarla, ella entendería que lo mejor era no tener a ese hijo.Sin embargo, algo en su interior también luchaba contra él, contra ese deseo, lo que lo obligó a caminar tras ellos.Gregory se pasó la mano por la cara frustrada sin dejar de observar a su hermana, ya no era esa pequeña niña que juró proteger y llevar por el buen camino, había fracasado, tenía en su vientre a la perdición de todos. Vangelis y Wolfang encontrarán su final en ese engendro que estaba gestando.— Esto no se trata solo de ti Audrey, no es tu decisión tener a tú…— paró de hablar un instante, le costaba pronunciar esa palabra, pensar en el embarazo de su hermana como la realidad de lo que era — hijo… tu hijo… Es un problema para todos, tu hijo es el final de todos nosotros.— Mi hijo, es la razón por la que mi nariz no sangra en este mismo instante como la vuestra y por la que yo no estuve a punto de morir el otr
Algo no le cuadraba a Bleid de las palabras dichas por el cazador, por lo que salió tras de Gregory para alcanzarlo y sujetarlo de su camisa.—Estoy seguro de que no fue mi padre quien mató a esa Vangelis, mi padre no la hubiera dejado morir — estaba tan seguro de eso, por qué su padre no hubiera dejado morir a la mujer que amaba, pero estaba convencido de quienes sí pudieron haber matado a la luna de su padre y esos no eran otro más que los propios Vangelis.— Él la condenó al hacer lo mismo que tú, mis antepasados solo evitaron el destino, que tu imprudencia nos ha traído a todos—. Gregory acercó su rostro a unos centímetros del rostro del alfa, pretendiendo tratar de intimidarlo o, mejor dicho, hacerle ver su enfado —. Soy yo quien no tiene el suficiente valor para hacer lo que hay que hacer.Las palabras de Vangelis comprobaron su teoría, ellos. Su misma familia la había asesinado, eso solo lo hizo enfurecer mucho más de lo que ya se encontraba.—¡Ustedes, ustedes, mataron en el p