— Te amo…— aseguró Audrey pasando los brazos alrededor de su cuello para mantenerlo así, observando como la besaba, como sus miradas se encontraban en cada nueva embestida que recibía y que solo hacían que deseara más de él—. Bleid… más…Exigió arqueándose bajo su cuerpo y a la vez buscándolo, necesitando el contacto con su piel en cada nuevo movimiento que hacía que él se clavara más en su interior, que él la volviera un poco más loca por su cuerpo, por esa necesidad de sentirlo de la que fue consciente desde el primer instante en que estuvieron juntos.En ese punto, Bleid era consciente de que jamás había estado tan feliz de ser prisionero de un miembro de la familia Vangelis cómo en ese momento.Porque eso era un maldito condenado, cuya única condena, era la de satisfacer los deseos de la mujer que se encontraba bajo su cuerpo y no se quejaba, ni sé quejaría nunca, ya que no existía poder alguno que lo obligara a no hacerlo.Sobre todo si escuchaba de esos labios hinchados por los
Ravel deseaba negarse, revelarse ante su acercamiento, pero eso solo hacía que anhelara tenerlo más cerca, por lo que se encontró de pronto y nuevamente, acorralado por el cazador, sintiendo ese hormigueo que comenzaba justo ahí, donde el aliento de Vangelis tocaba su piel y se extendía por todo su cuerpo.Por supuesto que estaba celoso de sus antiguos amantes, pero no era necesario que le respondieras algo que el mismo Vangelis ya sabía. Lo que sí debía responderle era el paradero de la sangre que habían conseguido del vampiro al que habían visto antes del accidente.Ahora, más que nunca tenía que mantener sus pensamientos más profundos e importantes, ocultos, no podía dejar que él fuera consciente de lo que planeaba.—La he perdido— le respondió, sin ningún atisbo de duda en la voz.Gregory se apartó un poco del cuello de Ravel y levantó la vista para observarlo. No imaginaba un brujo como él, perdiendo algo tan valioso, sobre todo uno que olía a lobo y a quien no le sería fácil con
—He dicho que te ayudaré, así que no te preocupes— respondió Ravel entrando al pasadizo, adaptando su vida a la penumbra existente en ese pasillo.Es más, era como evocar esos años donde él era un novato cazador con ambiciones de hacer de este mundo algo mejor, liberándolo de los Wolfang, quién lo diría, ahora su prioridad era salvar al último de los Wolfang de la ira del último jefe de familia de los Vangelis.El sonido de hombres ahogándose con su propia sangre y el olor a cobre de la misma, fue una indicación de que ya habían llegado al lugar al que Gregory estaba llevándolo.—Te ayudaré, pero al igual que cualquiera a quien le hago un favor y ofrezco mi ayuda, esta viene con un pago. ¿Estás de acuerdo?Gregory lo observó y asintió, no imaginaba menos, nadie daba nada sin esperar obtener algo a cambio, no importaba la relación que hubiera entre ellos, aquello eran negocios.— Cualquier cosa que esté en mis manos te la daré — Aseguró Vangelis observando a sus hombres, algunos necesi
Gregory se encontraba de regreso en su oficina, con sus manos apoyadas sobre su escritorio de caoba, el mismo dónde momentos antes había estado disfrutando del cuerpo de su amante.Las palabras de Ravel seguían repitiéndose en su mente en bucle. «Tú y esa bestia como llamas a Wolfang están unidos, si no me crees, mira y siente, no te percataste de esa herida gracias a que estabas más entretenido en algo más placentero, para ti» «¿Qué significa esto? ¿Cómo podemos estar esa bestia y yo unidos de esta manera?»Toda su vida le habían instruido para odiar a los Wolfang para salvar a la humanidad de ellos, pero porque no podían matarlos a todos, por qué tenían que mantener vivo al último de ellos.Pero todas esas interrogantes esperarían, ahora lo que importaba era ir a buscarle y hacer que le dijera que era esa maldita criatura con la que se había enfrentado esa noche, por lo que no dudó ni un segundo más en caminar hasta la habitación que le había asignado en la mansión Vangelis. Solo
Bleid se quedó en su lugar, no porque deseara que Gregory se llevara a su hermana. Tal vez él podía salvarla, ella entendería que lo mejor era no tener a ese hijo.Sin embargo, algo en su interior también luchaba contra él, contra ese deseo, lo que lo obligó a caminar tras ellos.Gregory se pasó la mano por la cara frustrada sin dejar de observar a su hermana, ya no era esa pequeña niña que juró proteger y llevar por el buen camino, había fracasado, tenía en su vientre a la perdición de todos. Vangelis y Wolfang encontrarán su final en ese engendro que estaba gestando.— Esto no se trata solo de ti Audrey, no es tu decisión tener a tú…— paró de hablar un instante, le costaba pronunciar esa palabra, pensar en el embarazo de su hermana como la realidad de lo que era — hijo… tu hijo… Es un problema para todos, tu hijo es el final de todos nosotros.— Mi hijo, es la razón por la que mi nariz no sangra en este mismo instante como la vuestra y por la que yo no estuve a punto de morir el otr
Algo no le cuadraba a Bleid de las palabras dichas por el cazador, por lo que salió tras de Gregory para alcanzarlo y sujetarlo de su camisa.—Estoy seguro de que no fue mi padre quien mató a esa Vangelis, mi padre no la hubiera dejado morir — estaba tan seguro de eso, por qué su padre no hubiera dejado morir a la mujer que amaba, pero estaba convencido de quienes sí pudieron haber matado a la luna de su padre y esos no eran otro más que los propios Vangelis.— Él la condenó al hacer lo mismo que tú, mis antepasados solo evitaron el destino, que tu imprudencia nos ha traído a todos—. Gregory acercó su rostro a unos centímetros del rostro del alfa, pretendiendo tratar de intimidarlo o, mejor dicho, hacerle ver su enfado —. Soy yo quien no tiene el suficiente valor para hacer lo que hay que hacer.Las palabras de Vangelis comprobaron su teoría, ellos. Su misma familia la había asesinado, eso solo lo hizo enfurecer mucho más de lo que ya se encontraba.—¡Ustedes, ustedes, mataron en el p
Cuando Gregory llegó a las mazmorras se dio cuenta de que Ravel las había convertido en una especie de enfermería improvisada, ya ninguno de sus hombres parecía estar entre la vida y la muerte, aunque todos dormían.— Gracias por tu ayuda — dijo apareciendo de repente por detrás del brujo y abrazándolo por detrás al comprobar que nadie podría verlos, que tal vez eso empezaba a darle igual, sobre todo por el poco tiempo que le quedaba de vida.Ravel no se negó al abrazo de Vangelis, es más, su cercanía le devolvió un poco de la fuerza que se había drenado con el poder que había usado.Le costó mucho mantener a todos esos hombres con vida y sobre todo dormir a la bestia que sin duda podrían convertirse.— Se han salvado todos, eso sí, necesito que ellos hagan algo al despertar— no le dijo que es lo que tenían que hacer, ya sé, lo explicaría más tarde, no corría prisa.— Debemos salir a ver qué sucede con esa bestia, si es solo un animal o hay algo que no conocemos en nuestros bosques —
Gregory cayó rápidamente al suelo del impacto intentando incorporarse lo antes posible, su única preocupación era que Ravel estuviera bien, pero no lograba verlo.— ¡Ravel!— gritó en busca del brujo, aunque lo único que recibió como respuesta fue el gruñido de una bestia y sus ojos amarillos, observándolo en medio de la noche, resaltando entre la oscuridad.El cazador dio un paso atrás hasta toparse con un árbol que le impidió que siguiera retrocediendo. No podía hacer nada contra ese animal sin sus armas y no veía donde había quedado su moto.El animal abrió la boca mostrándole los colmillos. La bestia era algo extraña, como si se tratara de un licántropo, uno mucho más grande que la mayoría y a su vez menos agradable de ver, su aroma era nauseabundo y en partes de su cuerpo faltaba carne dejando ver sus huesos, era como si se estuviera descomponiendo en vida, en ese instante pensó que ese sería el aspecto que tendría un zombi de licántropo.El extraño monstruo lo amenazó sus garras