Susan Vangelis estaba indignada y caminaba de un lado a otro del salón, para luego quedarse parada, de pie frente a la pareja, buscando elegir sus palabras para transmitir el revoltijo de pensamientos que tenía en la cabeza.— No me lo puedo creer, estoy realmente decepcionada Audrey ¿Casarte en secreto? ¿Así es como te he educado? ¿Tienes idea de lo que diría tu padre?Gregory pensó que si su padre siguiera vivo, se moría del susto y si no Audrey correría realmente peligro porque, a diferencia de él, su progenitor no tendría ningún problema con hacer lo mismo que se había hecho con las mujeres Vangelis durante generaciones, encerrarlas, matarlas, torturarlas y un sinfín de barbaridades que le costaba siquiera pensar.Resopló y siguió andando de un lado al otro molesta, casi parecía que terminaría haciendo un surco en el suelo, ella había imaginado una gran boda para su hija, quería ir a probarle miles de vestidos y emocionarse con ella en el momento en que uno la hiciera llorar y com
Gregory estaba encerrado en su despacho mientras tenía un dejavu, se recordaba a sí mismo días atrás observando por la ventana, enfurecido por la cercanía de su hermana con Wolfang y ahora solo podía pensar en la de Ravel y su madre.Si tan solo fuera capaz de tener la valentía y sacar públicamente lo que realmente era, de explicar que prefería a los hombres y que Ravel le gustaba, mucho. ¿Cómo podría hacerlo si él era él cabeza de familia? Resopló molesto al ver como Ravel y su madre se reían durante la conversación y caminó hasta una de sus estanterías. Tras mover uno de los libros el mueble de madera se movió dejando ver otra oculta detrás, una llena de libros que parecían muy antiguos, la mayoría escritos del puño y letra de sus antepasados.Debía encontrar la forma de proteger a Audrey, y no, por nada del mundo podría hacer lo que hicieron sus antecesores. No le haría daño a su hermana.— No lo sé — respondió Audrey sin saber muy bien cómo afrontar aquello.Bleid tenía razón, có
Por supuesto que Harry no estaba conforme con la respuesta que le había dado el hermano de la joven.Ese matrimonio significaba mucho para él, para su familia, para recuperar nuevamente parte del poderío de los Belucci.—¡Esto no se va a quedar así!— espetó furioso, volviendo a enfrentar a Gregory, señalándolo con el dedo índice de su mano derecha.Para luego voltear a ver a la pareja a un par de metros de dónde se encontraba él.Por supuesto que Bleid permaneció todo ese tiempo en silencio, tomado de la mano de su luna. Solo de esa manera pudo mantenerse en calma y no saltarle encima a ese hombre que con tanto descaro reclamaba a su luna para su hijo. Ravel, por otro lado, también se estaba conteniendo, ese maldito instinto de posesividad que sentía por Gregory se hacía presente ante cualquier clase de peligro que pareciera acercarse a él.—Mi luna, por favor, necesito estar contigo a solas— murmuró Bleid o mejor dicho lo gruñó.Audrey estaba más asustada que molesta. Por un lado,
Fuego, eso es lo que sentía que recorría todo su cuerpo, un fuego que no paraba de quemarlo, que iniciaba en su corazón y que se expandía por todo su cuerpo, alimentando la rabia y el odio con el que había renacido.Solo existía una única palabra en su mente, «Venganza» contra su enemigo y ese no era otro que Wolfang.Su rabia creció en su interior, enloqueciéndolo, haciendo que sus huesos se rompieran y su piel se desgarrara, ante los primeros rayos de esa luna llena que se coronaba majestuosa en el cielo esa noche de luna llena.El aullido de una bestia, despertó a todo el bosque.Bleid no podía dejar de pensar en las palabras de su luna con respecto al cuerpo del hijo del hombre que había ido a la mansión esa tarde.Aunque él hubiera deseado que el maldito cuerpo de ese hombre se pudriera; no podía dejar que se pudriera ahí precisamente en ese lugar, por lo que tras despedirse de Audrey para ir a cazar, se dispuso a ir a la cueva.No tardo mucho en llegar a la cueva y adentrarse en
Bleid no había salido inmune de esa pelea, antes de la llegada de los miembros de la orden, por lo que no estaba en condiciones de cazar una presa grande. Lo único que pudo atrapar fue una pequeña liebre, la cual en esos momentos presentaba ante su amada.—Lo siento querida, la caza no salió tan fácil como creí, lo único que pude traer esta noche es una liebre — mencionó tratando de evitar que ella notara sus heridas.Pero le fue imposible hacerlo, sobre todo cuando ella corrió a abrazarlo porque se sebtia cada vez mas necesitada de tenerlo cerca, como si su embarazo lo requiriera.— Bleid…. ¿Qué sucedió? Preguntó ella levantándole la camiseta y descubriendo aquel zarpazo en su abdomen.—No es nada, ya está empezando a curarse — Bleid agradeció que fuera luna llena y que su herida ya no estuviera tan profunda y marcada —. Has visto que con tu cercanía ya se está curando más rápido.—¿Así que ya te sientes mejor? — dijo Audrey quien había tenido que conformarse con un conejo, lo único
— Te amo…— aseguró Audrey pasando los brazos alrededor de su cuello para mantenerlo así, observando como la besaba, como sus miradas se encontraban en cada nueva embestida que recibía y que solo hacían que deseara más de él—. Bleid… más…Exigió arqueándose bajo su cuerpo y a la vez buscándolo, necesitando el contacto con su piel en cada nuevo movimiento que hacía que él se clavara más en su interior, que él la volviera un poco más loca por su cuerpo, por esa necesidad de sentirlo de la que fue consciente desde el primer instante en que estuvieron juntos.En ese punto, Bleid era consciente de que jamás había estado tan feliz de ser prisionero de un miembro de la familia Vangelis cómo en ese momento.Porque eso era un maldito condenado, cuya única condena, era la de satisfacer los deseos de la mujer que se encontraba bajo su cuerpo y no se quejaba, ni sé quejaría nunca, ya que no existía poder alguno que lo obligara a no hacerlo.Sobre todo si escuchaba de esos labios hinchados por los
Ravel deseaba negarse, revelarse ante su acercamiento, pero eso solo hacía que anhelara tenerlo más cerca, por lo que se encontró de pronto y nuevamente, acorralado por el cazador, sintiendo ese hormigueo que comenzaba justo ahí, donde el aliento de Vangelis tocaba su piel y se extendía por todo su cuerpo.Por supuesto que estaba celoso de sus antiguos amantes, pero no era necesario que le respondieras algo que el mismo Vangelis ya sabía. Lo que sí debía responderle era el paradero de la sangre que habían conseguido del vampiro al que habían visto antes del accidente.Ahora, más que nunca tenía que mantener sus pensamientos más profundos e importantes, ocultos, no podía dejar que él fuera consciente de lo que planeaba.—La he perdido— le respondió, sin ningún atisbo de duda en la voz.Gregory se apartó un poco del cuello de Ravel y levantó la vista para observarlo. No imaginaba un brujo como él, perdiendo algo tan valioso, sobre todo uno que olía a lobo y a quien no le sería fácil con
—He dicho que te ayudaré, así que no te preocupes— respondió Ravel entrando al pasadizo, adaptando su vida a la penumbra existente en ese pasillo.Es más, era como evocar esos años donde él era un novato cazador con ambiciones de hacer de este mundo algo mejor, liberándolo de los Wolfang, quién lo diría, ahora su prioridad era salvar al último de los Wolfang de la ira del último jefe de familia de los Vangelis.El sonido de hombres ahogándose con su propia sangre y el olor a cobre de la misma, fue una indicación de que ya habían llegado al lugar al que Gregory estaba llevándolo.—Te ayudaré, pero al igual que cualquiera a quien le hago un favor y ofrezco mi ayuda, esta viene con un pago. ¿Estás de acuerdo?Gregory lo observó y asintió, no imaginaba menos, nadie daba nada sin esperar obtener algo a cambio, no importaba la relación que hubiera entre ellos, aquello eran negocios.— Cualquier cosa que esté en mis manos te la daré — Aseguró Vangelis observando a sus hombres, algunos necesi