Hacía guardia. Mi luna me necesitaba y gracias al vínculo pude estar con ella esta noche. Escucho ruido afuera, sospecho que algo ocurre. La seguridad de la mansión se duplicó a causa del incidente. La cerradura de la habitación está siendo forzada, así que sospecho que no es la enfermera o el médico, pues este se ha ido a traer medicamentos. Me pongo en guardia, alisto mi arma y me escondo en las sombras. Esta queda cerca a la cama, así podré protegerla en caso de ataque. Veo un hombre alto ingresar, espero ver qué es lo que pretende hacer. Veo cómo intenta apagar las máquinas. Su rostro es alumbrado gracias a un relámpago, y pude ver quién era. Yo sabía que el maldito lo haría, siempre me odió, nunca fui de su agrado. Mi ira es muy grande y no dudo en salir. —Apesta a rata —murmuro—. Yo sabía que eras un maldito, solo me faltaban pruebas para poder expulsarte de esta manada o matarte. La verdad, la opción de torturarte me es agradable. Podría ordenar esto mejor. —Alpha —el miedo en
Ya empezó el día. Inicio con lo que podría considerar una buena noticia: al ver que Alejandra pasó la prueba y sobrevivió. Pasó la noche con dificultad, pero logró sostenerse con vida. No he dormido, pero mis deberes como Alpha no se hacen esperar. Me dirijo a la parte baja de la mansión, donde tengo una especie de pasadizo que solo conocen el personal de alto rango. A ese lugar llevo a quienes cometen traición o invasión. En este lugar están los dos prisioneros que me deben su sangre, ya que cometieron la peor ofensa. Aunque solo uno de ellos es a quien su vida me pertenece, este será quien calme un poco mi furia. En mí y en Rocky estamos en el dilema de cómo lo torturaremos. Unas simples cadenas de plata no son suficientes para que pague por lo que hizo. —“Acónito, señor” —entra el médico con Chris. Mi mirada se calma, pues este no es un lugar para un tercero y menos para el médico—. “Señor, mis sospechas eran ciertas. Ella da positivo para acónito. Su dosis fue alta, pero despertar
Mis hombres de confianza son unos traidores. Mi beta, quien debería ser mi mano derecha y servirme fielmente, me ha traicionado. He llamado al brujo de la manada para que me ayude a hacer la prueba de sangre. Esta consiste en identificar si el licántropo pertenece a mi manada o es un suplente. Si no pertenece a mi manada, la prueba los matará. Pero si son de mi manada y me han estado traicionando, su piel será quemada. Aunque sospecho de esta última, espero que Chris no me haya traicionado y que sea mi beta, porque si no es así, esto solo significaría que mi verdadero beta fue intercambiado. Sospecharía de los ancianos, aunque mi abuela haga parte de ellos. Estos pueden hacer las cosas a mis espaldas como unos traidores. Siempre sospeché de Chris, pues no era un participante activo dentro de la manada. Su lobo salió más tarde de lo normal. Había muchas alertas, pero fue creíble gracias a nuestra Diosa Luna. ¿Quiénes más estarán involucrados? —Saludos. Señor, me ha mandado a llamar —un
Han pasado los días y Alejandra aún no despierta. El médico y la bruja se han hecho cargo de mejorar su aura vital y sanar a su loba, que casi muere por sacrificarse al veneno y al disparo, dice la bruja que su recuperación será lenta debido a que esa bala que se introdujo contenía una cantidad alta de plata y de Anapelo. Entro al cuarto de Alejandra, esta es mi nueva costumbre: vengo a visitarla dos veces al día, una en la mañana y otra en la noche. Varias veces me quedo dormido a su lado. Necesito que despierte pronto, la extraño mucho: el discutir, prepararnos para la boda, cumplir con nuestro contrato… Estas semanas no las tomaré en cuenta, no serán válidas. Así que despierta, mi amor. Me retiro, como de costumbre, a las nueve de la mañana de la habitación de mi luna. Me dirijo a cumplir mis deberes de Alpha. Aún no aparece mi beta. Sospecho de uno de mis hombres, hijo de uno de los amigos de mi padre. Muchos sospechaban que él sería mi beta, ya que era el mejor en pelea cuerpo a
Empezamos la junta. Mi bruja empezó a hacer un hechizo que sellaba el lugar. Jenny se preparaba para aplicar lo que nos permitiría descubrir quiénes eran los cómplices, aquellos integrantes de esta traición. Mi bruja era buena, así que esperaba poder atraparlos. Tenía varios de mis hombres de confianza que se encargarían de identificarlos con cada señal que diera Jenny. —Como saben, el guerrero principal Ryan ha cometido traición —me dirigí con voz de Alpha, haciendo que los presentes hicieran ruidos al unísono—. ¿Cómo es posible, Alpha? —nos está engañando—. Él siempre ha sido leal —¿dónde está el beta, que él nos lo confirme? —¡Silencio! ¿No me creen? ¿Necesitan al beta para creerme? ¿Acaso mi palabra no vale? —respondí con furia, mientras golpeaba la mesa—. Mi luna iba a ser secuestrada por un grupo de mercenarios, pero para su mala suerte, ella tiene entrenamiento militar. Así que logró eliminar a dos de los asesinos. La cuestión es que a dos de mis hombres que iban con ellos los
—Me parece justo. Deberían ser juzgados de una vez. ¿Cómo se atreven a traicionar a mi nieto? —la voz de mi abuela salió a flote, su tono quebrado, como si estuviera a punto de llorar—. Todos saben que mi nieto encontró a su luna y decidieron que era aceptada. Ahora, planeaban deshacerse de ella y no solo de la luna, sino también querían hacer una guerra de estado dentro de la manada. ¿Cómo se atreven? Malditos traidores —soltó mi querida vieja con impotencia.—Tranquila, nana. Estos pobres perros viejos mordieron la cola de su amo y es algo que no dejaré pasar —mirando a todos con furia—. Procede, Jenny, y beta, puedes ir arrestando uno por uno junto con tus hombres —ordené.—Sí, Alpha —respondieron todos al unísono.—Bien, el primer nombre es Aldwin. Este fue apresado. Las hermanas Daisy y Nancy, Baldwin, Clifford, Elmer, Kenelm y, por último, el señor Brandon —este último sabía que estaba entre los traidores. Era uno de los fieles amigos de mi tío.—Bien, mi veredicto final. Prepár
Estoy cayendo en una oscuridad profunda. ¿Dónde estoy? ¿Estoy muerta? “Alina, ¿estás conmigo?” grito, con la esperanza de que mi loba responda. Siento que mis lágrimas corren por mi rostro, y mi alma duele. No quiero estar sola; somos las dos. Lloro y grito desde lo más profundo de mi ser. Dejo de caer. Esto se parece más a un sueño que a la muerte, me digo mientras intento sentarme. Frente a mí se extiende un valle. “Ya estuve aquí”, pienso de inmediato. Lo que veo es tan real, tan vívido, que da miedo. Tomo un respiro para poder levantarme. Al estar de pie, observo todo el lugar. Quiero saber dónde me encuentro, dónde seré enviada cuando muera. No puedo creer que el lugar al que la diosa me envió para descansar sea mi antiguo hogar, mi manada anterior. La felicidad y la paz me inundan. ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué pasó? Sin embargo, mi alegría se desvanece cuando escucho un sonido en el viento: la voz de un hombre. “Alejandra, Alejandra”, susurra con melancolía. El dolor en mi pecho es
—Alejandra, alzo mi mirada. ¿Quién es él? ¡Qué guapo! Katy se me pega del codo, como haciéndose notar. Aquel adolescente, tal vez unos años mayor que yo, corre hacia mí y me abraza con fuerza. ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo? Has crecido bastante. ¿Me extrañaste?, dice. Esto último suena triste, pues sé que mi mirada lo dice todo. —No, lo siento. No te recuerdo. ¿Quién eres?, pregunto, soltándome de su agarre. —Soy yo, Michael. ¿Te acuerdas? Con el que jugabas. Estuvimos juntos por un mes. ¿Ya te acuerdas? —Michael, ¿eres ese Michael? ¡Wow! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo estás de alto? ¿Vienes con tu padre? Cómo pasa el tiempo. Hizo justicia contigo, por lo menos, sonrío. —Me alegra que aún me recuerdes. Sí, vengo con mi padre. Estoy en proceso de sucesión, así que esto hace parte de mis obligaciones. Vine contento cuando me enteré de que la conferencia sería de nuevo en Inglaterra. Sabía que podría verte. —Me alegra verte. ¿Y dónde te estás hospedando?, pregunto curiosa. —Eso no tiene import