32. IMPONIENDO ORDEN

KAESAR:

Me había alejado de Kaela para no poseerla allí mismo en medio del bosque, sin recordar que ella estaba en su forma humana y que la nieve era demasiado profunda, hasta que Kian me hizo detener.

—¿Te volviste loco, Kaesar? ¿Se te olvidó que nuestra Luna no puede convertirse en loba y la dejaste muy atrás? Vamos a regresar. Aunque estemos en nuestra manada, sabes muy bien que alguien la raptó y la trajo —dijo, girando para regresar.

—Kian, debes prometerme que no la vamos a poseer hasta que ella lo quiera. ¿Qué sucede? ¿Por qué corremos? —pregunté al sentir que me quitaba el control de nuestro cuerpo y corría a toda velocidad hasta que me di cuenta de que alguien gritaba.

—¡Es nuestra Luna, alguien la está atacando! —y era verdad, pude sentir sin haberla marcado un terrible dolor y nos cegamos. Llegamos justo a tiempo para ver cómo mi primo Arteón hería su brazo con sus garras.

Dejé que Kian tomara el control, rugiendo con todas nuestras fuerzas, interceptando a Arteón.
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